La dificultad de sostener una producción agrícola en época invernal en la Provincia de Tierra del Fuego llevó al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) a buscar una alternativa que pudiera satisfacer las demandas de los productores locales. EL ROMPEHIELOS dialogó con la Bióloga Noelia Paredes, colaboradora del proyecto que busca fomentar el cultivo de hongos en la provincia para abastecer a la industria gastronómica local.
La naturaleza provee. Ese hecho ha formado parte del conocimiento colectivo de la humanidad desde el origen de los tiempos. La agricultura permitió a nuestra especie desarrollarse hasta convertirse en una avanzada civilización. Los asentamientos humanos siempre persiguieron los sitios más propicios para las cosechas que sustentan su alimentación. Sin embargo, nuestro planeta no es en su totalidad un campo verde y fértil con climas y regímenes hídricos ideales para el desarrollo de una industria estable basada en la agricultura. Ese es el caso de la Provincia de Tierra del Fuego, donde la naturaleza provee pero también plantea múltiples dificultades. Una de ellas es el severo clima invernal, en el cual se torna casi imposible la producción de alimentos, obligando a los productores a cesar sus actividades en espera del cambio de estación. En vista de esta dificultad surgió la idea de plantear una alternativa que se adaptara a cualquier estación y fuera una opción sostenible de producción.
Es con esa idea que el INTA, en colaboración con la UNTDF, desarrolló un proyecto que pretende brindar herramientas teóricas para la producción agrícola de cultivos de hongos para la industria gastronómica. “El proyecto de Producción de Hongos Comestibles en Tierra del Fuego surge a partir de la necesidad de los productores frutihortícolas de la provincia de realizar una actividad independiente de la estacionalidad y que pudiera continuar sin problemas durante la época invernal”, comenta la bióloga Noelia Paredes, colaboradora del proyecto. “Así se pusieron en marcha las primeras experiencias de producción de gírgolas ostra (Pleurotus ostreatus) y shiitake (Lentinula edodes) en el INTA-Ushuaia y utilizando un sustrato de carácter muy fueguino: viruta y aserrín de lenga. Estos hongos son muy conocidos y son cultivados en todo el mundo… Si se cultivan con éxito en tantos lugares y en sustratos tan variados, ¡teníamos que hacerlos crecer acá!”.
Luego de comprobar la factibilidad del cultivo de estos hongos, el siguiente paso fue transmitir los conocimientos necesarios a la comunidad fueguina. Se dictaron cuatro talleres distribuidos en las tres ciudades de la provincia con una asistencia de 150 personas. “Este es un proyecto que si bien tiene un peso importante por las dos instituciones que se lo cargaron al hombro, tiene un ‘corazón’ sumamente comunitario y abierto en cuanto a la construcción del conocimiento.” explica Paredes en relación a la forma en que se desarrollan los talleres. “A mí lo que me gusta de este proyecto es cómo va mutando para bien. Empezó con las ganas de hacer algo diferente y como la solución a un problema. Se hicieron pruebas, se mejoró la técnica, se compartió y difundió. La gente sumó sus conocimientos y así todos los días hay nuevas ideas y nuevos actores”.
La actividad tiene perspectivas prometedoras. Es bien sabido por cualquier persona que habite nuestra provincia que la variedad de productos comestibles frescos suele ser muy limitada. De hecho, en el mercado local solo se consiguen dos tipos de hongos, champiñones y portobellos, por lo que el desarrollo de una actividad de producción local permite multiplicar esta oferta. “Es una actividad que tiene un gran potencial de desarrollo porque además de solucionar una demanda real del sector frutihortícola también permite aprovechar un residuo agroforestal que se genera en gran volumen en nuestra provincia”, explica Paredes. “Tomamos la viruta y aserrín de lenga y les cambiamos la etiqueta de ‘basura agroforestal’ a “materia orgánica disponible en grandes cantidades” para generar un alimento orgánico, rico y saludable”.
Paredes tiene gran confianza en el desarrollo de este proyecto y sostiene que se trata de un primer paso para el desarrollo de una industria muy diversa. “Si bien orientamos el desarrollo del sistema de cultivo a la producción de gírgolas ostra, porque teníamos que elegir un hongo para comenzar, la idea es seguir indagando en otras especies, animar a los posibles productores a hacerlo también y sobre todo investigar un nicho muy diverso y poco explorado: nuestros hongos nativos comestibles”. explica la bióloga.
En un contexto económico y político adverso, este tipo de propuestas se presentan como una gran oportunidad de desarrollar una actividad económica sostenible que aproveche los recursos disponibles para generar fuentes de trabajo y poner a disposición de la gastronomía local nuevas opciones para mejorar su oferta. Sin embargo, el desarrollo de esta actividad no es sencillo y requiere de un nivel de técnicas avanzados y algo costosos. En tiempos donde se habla mucho de diversificar la matriz productiva, este proyecto se plantea como una gran oportunidad para el Gobierno de apoyar económicamente el desarrollo de una actividad económica de gran potencial de crecimiento.
Abel Sberna