En la isla grande de Tierra del Fuego, desde 1974, cada agosto, pilotos y amantes de los motores de Argentina y Chile se dan cita en la mayor competencia automovilística del sur de la Patagonia: El Gran Premio de la Hermandad.

Un poco más de 800km son los que se necesitan recorrer para ir y volver desde Porvenir a Río Grande. La carrera se realiza en dos etapas, partiendo un año desde una de las ciudades y, al siguiente, desde la otra. Más allá de los resultados deportivos, esta competencia, que llena de orgullo y pasión a corredores y espectadores, nació con el propósito de unir a los pueblos, de estrechar lazos entre los habitantes de ambos lados de la frontera. Ni siquiera el conflicto del Beagle en 1978, que casi lleva a una guerra entre las dos naciones, fue motivo para suspender la carrera. Ese año triste, los vehículos derraparon por los sinuosos caminos, como una apuesta por la paz y la unión.

Agosto fue el mes históricamente elegido para que los pilotos recorran los duros caminos, como un homenaje a dos grandes próceres de Chile y Argentina: O´Higgins, quien nació un 20 de agosto, y San Martín, fallecido un día 17 del mismo mes. Además, la temporada invernal le da un marco ideal y aumenta el desafío de la competencia.

La Hermandad se vive intensamente: muchos de los que hoy compiten se criaron respirando su mística, viendo cómo sus abuelos, padres y tíos se preparaban para dejar el alma en las rutas de ripio. Se necesita un espíritu aventurero para atravesar a alta velocidad los caminos llenos de barro o nieve, las piedras y el hielo, las lluvias y los vientos que castigan y dan magia a nuestra tierra. Del centenar de equipos que luchan por unir Río Grande y Porvenir, generalmente, la mitad de los competidores no logra terminar la carrera.

En el 2017, este evento histórico tendrá su edición número 44, y la largada será desde Río Grande.

De verdad, la pasión por los fierros no ha creado lazos. Año a año, el Gran Premio de la Hermandad nos ayuda a recordarlos; los hace más fuertes y estrechos. Esos lazos históricos, sanguíneos y culturales, existen y no los puede cortar la estupidez ni la ignorancia ni una línea dibujada en un mapa. Parecería que el objetivo de la carrera es que los competidores pisen el suelo de ambos países, pero la finalidad real es mucho más ambiciosa: durante esos días, la carrera nos hace un solo pueblo.

 

Federico Rodríguez

Crédito foto: MagallesDeportes.cl

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