He conocido las peores bestialidad y los más grandes gestos humanos, como aquel del capitán Enrique Barra, que conocí en el sur de mi país, y que se desprendió de su salvavidas en una noche de tempestad en medio del naufragio de su barco, para dárselo a un muchacho que fue uno de los pocos sobrevivientes que contó después esta acción heroica sin otro escenario que el de la tempestad y sin otro público que el de un niño que pudo morir en vez de él, que se hundió con su barco.
Francisco COLOANE
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