A horas del cierre de la primera etapa de la carrera electoral en un club de Vicente López, en el que la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal volverá otra vez a ponerse la campaña al hombro, el macrismo en su versión bonaerense termina de preparar la logística de cara a los comicios, que tendrán en la efectividad de la fiscalización a una de las claves del próximo domingo.

En las últimas semanas, el equipo de campaña de la provincia de Buenos Aires realizó un centenar de jornadas de capacitación de fiscalización en decenas de los distritos con epicentro en el Conurbano, en donde se alistan unos 20.000 fiscales repartidos entre los diversos municipios, divididos entre militantes y voluntarios, y los que colaborarán con el oficialismo -como con el resto de las agrupaciones políticas- a cambio de una retribución monetaria, estimada para esta elección en un piso de $600.

En total, en la Provincia se necesitan unos 36 mil fiscales repartidos entre ese número de mesas habilitadas para el próximo domingo, de los cuales casi unos 10.000 corresponden al interior bonaerense, en los que Cambiemos registra sus mejores mediciones. Se suman, además, dos fiscales generales por escuela. El interior no presenta la complejidad del Conurbano. En gran medida porque el oficialismo cuenta con 60 intendentes propios en los que delegó la fiscalización.

Hay, de todos modos, casos especiales. Como el de Mar del Plata, el distrito en el que el intendente Carlos Arroyo todavía no logra repuntar una pésima gestión que lo llevó en el último año a una serie de cortocircuitos con la cúpula del gobierno provincial. Allí hacen falta unos 1.600 fiscales distribuidos en las 224 escuelas habilitadas para la votación. Desde Cambiemos aseguraron, en ese sentido, que en los últimos meses se incrementó el número de voluntarios que fiscalizarán el domingo primero y en octubre después, en las generales.

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