Los elogios de Vidal son parte de una relación con las iglesias que incluye un raro trato: frenar la agenda del aborto y la educación sexual a cambio de que ayuden a evitar el temido estallido social. El modelo brasileño.

En varias ocasiones durante este año, en reuniones públicas y privadas, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, expresó su reconocimiento al trabajo social de las iglesias evangélicas y convocó a los pastores a “trabajar juntos por el bien común”. Esa relación con los evangélicos viene de antes, de la gestión del ex gobernador Daniel Scioli, pero se ha intensificado al punto de tener incidencia en las políticas públicas, en temas como el aborto legal o la educación sexual en la escuela, a los que los pastores se oponen de manera fervorosa. A cambio de frenar esas demandas crecientes del movimiento feminista a nivel nacional, tanto Vidal como el presidente Mauricio Macri dejaron en manos de los evangélicos la tarea de contener el reclamo social y evitar estallidos en el último trimestre del año. La negociación está en manos de Vidal y de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Lo que se sospecha, a nivel de la oposición, es que ese intento tenga como finalidad superior establecer lazos con el electorado, con vistas a los comicios del año próximo, al estilo de la alianza tejida en Brasil entre la derecha y esos influyentes grupos religiosos.

La idea de la gobernadora Vidal sería la de apelar a esa “red de contención evangelista” para retener el cargo y para romper la frialdad de los “timbreos” y actos públicos de los intendentes de Cambiemos en el conurbano. En algunos partidos, como el de Lanús, por ejemplo, esas acciones oficialistas han sido suspendidas ante la apatía o el ruidoso rechazo de los vecinos. Consultados por PáginaI12, los investigadores becarios del Conicet Pilar García Bossio y Marcos Carbonelli, que realizaron trabajos sobre la relación entre iglesias y política, consideraron que más allá de las intenciones de los actuales gobernantes “Argentina no tiene las mismas características de Brasil y no parece viable que se produzca una alianza de esas características”.

La socióloga Pilar García Bossio, que ha realizado trabajos para la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet, recordó que “la relación con las iglesias evangélicas, ya existía durante la gestión de Daniel Scioli, pero desde que asumió Vidal esa relación se hizo pública y el gobierno actual dejó en manos de los pastores la distribución de recursos para contener las necesidades de los sectores más postergados” de la provincia de Buenos Aires. Esta participación de las iglesias evangélicas “se ha incrementado en los últimos tiempos, relegando a la presencia tradicional de la iglesia católica, que ha ido perdiendo espacio en el territorio”.

De todos modos, García Bossio consideró que si bien “estas iglesias pueden tener avances en la formulación de políticas públicas o en la postergación de proyectos como el aborto legal o la educación sexual en los colegios, es más difícil que puedan tener una influencia significativa en la contienda electoral como ocurre en Brasil”. Marcos Carbonelli, por su parte, se declaró “impactado por lo ocurrido en Brasil”, pero sostuvo que le parece difícil que ocurra algo similar en Argentina porque “si bien ha crecido la participación de los evangélicos en la red de contención social, esto no es nuevo porque ya tenían una participación durante el gobierno anterior, pero no han tenido una influencia en el voto”.

Carbonell consideró que “la novedad, en los últimos diez o quince años, es que los evangélicos han avanzado respecto de las instituciones católicas, como Caritas, porque en el conurbano, cuando estos grupos evangélicos encuentran un chico en situación de calle tienen influencia para lograr que los fiscales que intervienen en el caso acepten derivarlo a una granja terapéutica a cargo de pastores evangelicos”.

Agregó que a estos logros “las iglesias le dan una ponderación sobredimensionada que tiene que ver con historias anteriores, porque en otros tiempos cuando eran perseguidos y estigmatizados por el mundo de la política, que ahora les brinda cierto reconocimiento”.

 

Fuente: Página/12

Deja tu comentario