El capitán de Fragata Ernesto Manuel Campos nació en Buenos Aires el 5 de agosto de 1914, ingresó a la Escuela Naval Militar el 1º de marzo de 1931 formando parte de la Promoción 62, y egresó como guardiamarina el 3 de julio de 1936.
El 13 de agosto de 1943 el Presidente Provisional de la Nación, general Pedro Pablo Ramírez, firmó el decreto 5.626 que dio origen a la entonces Gobernación Marítima de Tierra del Fuego, disponiendo que el gobierno territorial fuese ejercido por un oficial superior de la Armada.
El 28 de febrero de 1957 el decreto-ley N° 2191 restableció el Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida, e Islas del Atlántico Sur. Asimismo, en él se determinó la demarcación del Sector Antártico Argentino y se incluyó a las Islas Malvinas (usurpadas por el Reino Unido desde 1833).
Así, el gobernador, como jefe de la Administración del Territorio, sería el representante directo y natural del Poder Ejecutivo Nacional. Fue designado para ejercer el primer cargo de gobernador con este régimen el capitán de Fragata (R) Pedro Carlos Florido, quien asumió el cargo el 1º de marzo de 1957, y tras un corto periodo en el mismo, pasó a reemplazarlo su secretario, el capitán Campos.
El primero de sus gobiernos abarcó desde el 7 de junio de 1958 hasta el 10 de junio de 1961. Confirmado por el presidente Arturo Frondizi y con acuerdo del Senado, su segundo período abarcó hasta el 11 de mayo de 1962, fecha en la cual presentó su renuncia por solidaridad y lealtad ante el derrocamiento del Presidente de la Nación.
Pero la reacción de la población no se hizo esperar. Los fueguinos se movilizaron de manera inmediata para que el capitán Campos siga siendo el gobernador del territorio. Los movimientos sociales que reclamaban la restitución de Campos se dieron en los centros urbanos (tanto Ushuaia como Río Grande) pero también se replicaron en zonas rurales.
El entonces presidente José María Guido accedió a la solicitud de los habitantes de la isla y el 28 de julio de ese mismo año, Ernesto Campos juró por tercera vez como primer mandatario fueguino. Allí se mantuvo hasta el 12 de octubre de 1963.
Es normal que las personas tengan sus personajes favoritos a través de la historia, a aquellos que son largamente recordados por su heroísmo, por su valentía o, incluso, por su empuje. Ese fue el caso del gobernador Campos, destacado en los relatos como el hacedor del desarrollo de la población fueguina.
Extendió los beneficios del gas natural a Río Grande, Ushuaia y zonas de influencia; encaró el problema de la carencia de viviendas, y proveyó unidades económicas de cocinas y calefones a gas para la población más humilde; construyó hospitales; fomentó decididamente el turismo de la región; prestó especial atención a la evolución de la riqueza agropecuaria, forestal e ictícola; adoptó las medidas necesarias para preservar la zona franca como patrimonio de la población fueguina, lo cual constituyó un extraordinario incentivo que posibilitó la radicación de industrias; inauguró la primera emisora de radiodifusión; creó el Parque Nacional de Tierra del Fuego con una extensión de 63.000 hectáreas; creó la Delegación Federal Sanitaria, que llevó a cabo una intensa campaña contra la tuberculosis; y pregonó una permanente preocupación en todo lo relativo a la educación de la población, tanto primaria como secundaria. Así, creó escuelas y hasta cubrió el cargo de director del Colegio Nacional de Ushuaia, vacante hasta ese momento, entre muchísimas otras acciones que no tuvieron más guía que el engrandecimiento de la provincia y de sus habitantes*.
El ex jefe de la Base Antártica San Martín y vecino de Ushuaia, Alejandro Bertotto, recordaba en el vigésimo aniversario de su fallecimiento: “Sembró hace casi medio siglo las bases más firmes para el desarrollo fueguino. No solo las hosterías que marcaron el destino turístico de nuestra tierra, sino fundamentalmente su influencia en la instalación de las plantas Orión (Ushuaia), Cruz del Sur (Río Grande) y Antares (Malvinas), han sembrado para siempre las bases estratégicas del desarrollo fueguino, energía y turismo”.
“Mi intención fue solamente trabajar por y para mi Patria de adopción. Y con inmensa alegría, creo que lo logré”, escribió Ernesto Campos cuando agradecía que se le haya puesto su nombre a un proyecto de investigación a nivel provincial.
Pudimos lograr los fueguinos de hace 40 años, cosas impensables para la época. ¿Se acuerdan amigos cuando trajimos la carne enfriada de la C.A.P? ¡estábamos un poco cansados de comer siempre cordero capón!
Después nos entusiasmamos con las “regalías del petróleo”, que le peleamos al Congreso ¡Y nos agrandamos!, ¡queríamos conseguir más cosas, más confort para nuestra gente! Y así nacieron las calles pavimentadas, la luz a mercurio, suplantar la lenga para calentarnos por gas envasado que venia de Río Grande, el hospital, escuelas, hoteles.
Recuerdo uno de los primeros decretos que firmé, el Nº 14, en el año 1959: “Crear en la Antártida la delegación del gobierno”, lo que permitió, que en cajas de zapatos devenidas en urnas, se votara allí por primera vez.
¿Se acuerdan de la primera transmisión de “L.R.A. 10, Radio Nacional Ushuaia”, que salió al aire el 10 de agosto de 1961?, funcionaba en un cuartito de la vieja gobernación. ¿Y cuando los “zapadores pontoneros” de Río Gallegos me fueron “prestados”, para hacer el camino a Lapataia?, así logramos que allí se instalara “el Parque Nacional”.
Sepan que en todo esto puse toda mi pasión y empeño por esta tierra que adopté, desde el día que la conocí. ¡Tengo una hija nacida aquí y tres nietos fueguinos!
Los abrazo a todos, los respeto, y les agradezco se hayan acordado de mi, para este “proyecto de investigación”, que no dudo, será un éxito.”
60 años pasaron desde que aquél hombre con visión de futuro aceptara convertirse en gobernador, aunque luego, claro, sin proponérselo directamente y a través de sus acciones, mutó en un líder político y espiritual de la época.
Campos se ha vuelto calle, monumento, homenaje, pero por sobre todas las cosas se mantiene como ejemplo y deseo de todo lo que los fueguinos aún esperamos y aún soñamos.
Y, por qué no, se ha transformado un poco en todo lo que queremos ser.
María Fernanda Rossi
Foto: Archivo del Museo del Fin del Mundo
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