El panorama es un poco triste y sinceramente preocupante, la basura vuela y pega contra los alambrados, los postes de luz y las paredes de los edificios. Papeles, latas, cartones, telgopores y un sinfín de desperdicios que salen desde nuestras casas, negocios y empresas. El desinterés es llamativo.

En la provincia Tierra del Fuego se optó, por ejemplo, por la prohibición de entrega de bolsas plásticas en los supermercados, pero los pequeños comercios las siguen entregando indiscriminadamente. El paisaje ha cambiado, el impacto menor es evidente, pero todavía está ahí.

Según una investigación de economía ecológica de la Universidad de Mar del Plata, en la Argentina cada habitante produce en promedio 0,85 kg/hab/día, que genera un total de 36.036,39 toneladas de residuos sólidos urbanos por día y 13.153.282,19 toneladas por año. De ellas, 4.639.934 son aportadas por la provincia de Buenos Aires, la mayor generadora de residuos. Tierra del Fuego, en cambio, es la provincia con menor generación de basura, con 31.230,92 toneladas por año. Cabe aclarar que la generación de residuos no varía sólo con la cantidad de habitantes, sino también con el nivel económico de cada región.

La basura se considera uno de los problemas ambientales más grandes de nuestra sociedad; nos cuesta seguir normas básicas como sacar la basura en el horario que nos corresponde -según la hora que el camión recolector pasa por nuestro barrio-, evitar desechar pequeños desperdicios en el piso (papeles de caramelos, chicles, colillas de cigarrillos), o, incluso, coordinar con el servicio de recolección de residuos voluminosos (que sirve para descartar elementos de gran tamaño como heladeras o muebles y es absolutamente gratis).

Pero la generación de basura no es gratis La generación de basura trae consigo:

  • El consumo de energía y materiales que se utilizan para elaborar envases y productos que después desecharemos. Esta energía y estos materiales con frecuencia provienen de recursos que no son renovables, por ejemplo del petróleo y de minerales. Cuando nos deshacemos de lo que consideramos basura, en realidad estamos tirando recursos naturales.
  • La contaminación del agua. El agua superficial se contamina por la basura que tiramos en ríos y cañadas. Pero el problema principal es el que no vemos. En los lugares donde se concentra basura se filtran líquidos, conocidos como lixiviados, que contaminan el agua del subsuelo de la que, en nuestra ciudad, todos dependemos. Cabe aclarar que en los rellenos sanitarios los lixiviados no contaminan el agua ni el suelo porque están controlados y debidamente tratados.
  • La contaminación del suelo. La basura que arrojamos al campo cambia la composición química del suelo y obstruye la germinación y crecimiento de la vegetación.
  • La contaminación del aire, por la descomposición de la materia orgánica, los frecuentes incendios y por los residuos y bacterias que son dispersados por el viento.

En Tierra del Fuego se ha intentado que se hable con seriedad de la basura en muchas ocasiones, de hecho han surgido distintos tipos de programas con impacto y resultado diverso: campanas ecológicas, recolección de envases PET, reciclado de vidrios y neumáticos, etc.

En Ushuaia, sin ir más lejos, tenemos el buque insiginia de la ecología y el reciclaje, que es la casa sustentable que ha provocado visitas de todos los niveles: La nave Tierra.

El proyecto “Tol-Haru, la Nave Tierra del Fin del Mundo” se ha construido completamente con materiales reciclados y tendrá la capacidad de calefaccionarse y refrigerarse a través de energía eólica y solar, de reutilizar el agua de la lluvia y hasta de reciclar sus propios residuos.

Michael Reynolds (creador de Nave Tierra) es un arquitecto rebelde que se cansó, hace varios años, de trabajar en la arquitectura convencional. Decidió entonces impulsar un nuevo tipo de construcción desafiando lo establecido, promoviendo una arquitectura basada en el respeto por el medio ambiente, la reutilización y la completa autosuficiencia. En 1978 se estableció con su familia en Taos (Nuevo México). Allí empezó a crear viviendas sustentables a bajo precio; un fenómeno que se ha trasladado a todo el mundo.

Reynolds eligió esta ciudad en el “fin del mundo” como un símbolo de una nueva relación entre el ser humano y la tierra, una relación basada en la armonía y el respeto a la naturaleza.

La vivienda fue construida  por más de 60 personas (provenientes de diferentes partes del mundo). Se reutilizaron 333 neumáticos, 3000 latas de aluminio, 5000 botellas de plástico y 3000 botellas de vidrio. La vivienda mantiene una temperatura constante entre 18 y 22 grados, ahorrando muchísima energía. Fue construida en pleno centro de la ciudad donde funcionará como una estación experimental

Así y todo en nuestra provincia -tampoco en nuestro país, a fuerza de ser sinceros- podemos terminar de lograr que haya un interés cierto sobre los desperdicios que producimos los mismos habitantes.

¿Por qué no reciclamos, por ejemplo?

Según Luis Fernández, webmaster de Biopedia, existen 5 razones por los que no lo hacemos

  1. El reciclaje es inconveniente.” Esta parece ser la razón número uno por la que la gente no recicla (que no quiere realizar un esfuerzo extra). Algunos lugares no tienen puntos de recogida, y algunas personas simplemente no quieren molestarse en hacerlo.
  2. No tengo suficiente espacio en mi casa para reciclar.” La falta de espacio es un problema para muchos. La gente no quiere ver basura en su casa, y sin espacio de almacenamiento para los contenedores de reciclaje, la basura quedaría al descubierto.
  3. Si me pagan, yo reciclo.” Algunos países les pagan a las personas por reciclar (sabemos que esto funciona), y algunas regiones pagan solo por  el reciclaje de botellas. Algunas áreas poseen sanciones o incentivos para el reciclaje, otras no.
  4. Mi reciclaje no hará diferencia. Así que ¿por qué hacerlo?” La desinformación sobre los rellenos sanitarios desbordados, recursos agotados y el cambio climático ha convencido a algunas personas de que el reciclaje no hace la diferencia. ¿Es razón suficiente?
  5. Simplemente es difícil de hacer.” Puesto que existen tantas facetas en el reciclaje (botella, plástico, papel, etc.), es difícil descifrar donde va cada tipo.

Pero lo importante es que existen excelentes razones para ocuparnos de nuestra propia basura domiciliaria

  • El reciclaje ahorra energía”. El reciclaje ahorra energía pues el fabricante no debe producir algo nuevo a partir de recursos naturales en estado bruto. Mediante el uso de materiales reciclados se ahorra en el consumo de energía, lo que mantiene los costos de producción (“La energía ahorrada con el reciclaje de una sola botella de vidrio tiene suficiente potencia para que un ordenador funcione una hora”)
  • El reciclaje reduce los vertederos”. El reciclaje reduce la necesidad de más rellenos sanitarios, nadie quiere vivir al lado de un vertedero (“Cuando una tonelada de papel se recicla significa que 3,3 metros cúbicos menos se llenan en el vertedero”)
  • El reciclaje conserva nuestros recursos y protege la vida silvestre”. Al reciclar, se reduce la necesidad de destruir los hábitats de los animales, sólo el reciclaje de papel salva millones de árboles (“Se estima que 25 millones de árboles se salvan cada año sólo con el proceso de reciclaje de los periódicos”)
  • El reciclaje es bueno para la economía”. El reciclaje y la compra de productos reciclados crean mayor demanda de productos reciclados. Los productos elaborados a partir de materiales reciclados usan menos agua, generan menos contaminación y utilizan menos energía. (“Más de 1 millón de personas en todo el mundo trabajan en algún área de reciclaje”)
  • El reciclaje ayuda con nuestros problemas climáticos”. El reciclaje produce considerablemente menos carbono, lo que reduce la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero no saludables (“Mediante el reciclaje se pueden reducir la cantidad de emisiones de gases en el aire en un 30%, esto equivale a quitar 25 millones de automóviles de las carreteras”)

Lo fundamental es tomar conciencia, hacernos responsables por lo que a cada uno le corresponde y educar en la importancia de reutilizar, reciclar y reducir. Aún nos queda bosque virgen y un reservorio de agua dulce interesante para nuestra población.

Claro que el Estado es responsable de las políticas públicas y de los tratamientos de los grandes volúmenes de los residuos sólidos urbanos, pero eso no nos quita responsabilidad individual.

Empecemos en casa, pequeñas acciones harán la diferencia mañana y, sobre todo, serán las que enseñen con el ejemplo a nuestros hijos y tal vez estos crezcan en un mundo en el que la basura del otro también es nuestra problema.

 

María Fernanda Rossi

 

Deja tu comentario