Científicos del CENPAT y de la FCNyCS-UNPSJB estiman en 2600 la cantidad de ejemplares que se acerca al golfo San Jorge entre enero y junio
En el año 2019, un grupo de científicos encabezado por Mariano Coscarella, comenzó un trabajo de relevamiento de ballenas en el Golfo San Jorge, más precisamente en la zona de Punta Marqués. Tras observar las frecuencias de ocurrencias y los comportamientos en términos generales para relevar información de base, los y las especialistas llegaron a la conclusión de que la animal que más frecuentemente se avistaba era la ballena Sei (Balaenoptera borealis), la tercera más larga después de la Azul y de la Fin.
“Primero corroboramos que se tratara de esta especie mediante análisis genéticos, pero también era importante tener estimaciones de abundancia, así que hicimos un convenio con la Fuerza Aérea para que nos den asistencia técnica para hacer vuelos”, cuenta Coscarella, investigador del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET). Para este trabajo, se relevó un área que va desde Pico Salamanca, al norte del golfo San Jorge, hasta unos 50 kilómetros al sur de la ciudad de Caleta Olivia.
“En base a eso realizamos series de vuelos, uno en noviembre y uno en mayo. En la temporada baja nos dio que, para una zona de unos 5000 kilómetros cuadrados, había unos 700 animales, que es un número muy importante. Per cuando estimamos la de alta, corrimos los modelos, los chequeamos varias veces y nos dio como resultado que hay unas 2600 ballenas entre los meses de abril y junio”, agrega el científico del CENPAT. Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la ballena Sei es una especie en peligro de extinción, pero con una población creciente. El último informe de esta asociación marca en 50.000 el número de ejemplares en todo el mundo.
Una de las preguntas qué comenzó a realizarse el equipo qué es lo hacen estas ballenas en la costa cercana a Rada Tilly y Comodoro Rivadavia: “De acuerdo al tamaño y las observaciones de comportamiento, tenemos una buena presencia de animales juveniles, pero no vemos crías y tampoco reproducción, así que entendemos que es una zona de alimentación para la ballena Sei”, señala Coscarella. Según se conoce, esta especie se alimenta principalmente de langostilla, pero también de algunos peces y probablemente copépodos.
Proyecto Sei
A partir de estos datos, el equipo de trabajo del que también participan Marina Riera y Santiago Fernández de la Facultad de Ciencias Naturales y Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Daniel Lucchetti del ANP Punta Marqués, empezó a pensar que sería importante conocer el movimiento de los animales a través de la colocación de dispositivos de rastreo satelital, tal como se realiza, por ejemplo, con la ballena Franca Austral: “Empezamos a buscar financiación y National Geographic, a través del Programa Pristine Seas, nos facilitó los recursos para la logística y la implantación de siete rastreadores. Las primeras informaciones novedosas que estamos teniendo de las últimas semanas nos indican que los animales no se alejan de los 20 kilómetros de la costa. La idea es saber adónde se van después, pero hay que ver si los transmisores permanecen tanto tiempo”.
De acuerdo a bibliografía ya existente, la ballena Sei tiende a comer en latitudes medias (como el golfo San Jorge) y a reproducirse en latitudes bajas, por lo que sería probable que migren hacia el norte, pero es algo que todavía no se conoce.
Explotación comercial
Por otro lado, la presencia de tanta cantidad de ejemplares de ballenas Sei tiene un potencial turístico en el que ya se comenzó a trabajar. En ese sentido, el científico del CESIMAR cuenta: “Cuando empezamos a tener los números y la frecuencia de apariciones creímos que podía haber interés en desarrollar un avistaje de ballenas comercial. En la zona todavía no está permitido, una de las cosas que tenemos que evaluar en las próximas temporadas es la reacción de los animales ante las embarcaciones. Ya sabemos cómo aproximarnos y tiene un gran potencial para realizar avistajes. No es el mismo producto que con la ballena franca austral, pero puede desarrollarse un nuevo sitio de avistajes en la provincia”, indica Coscarella.
Al tener ballenas Sei entre enero y junio y ballenas francas de junio a diciembre, la provincia del Chubut podría convertirse en un lugar de ballenas durante todo el año: “Ya tenemos información de base, hay prestadores turísticos locales trabajando para obtener las licencias y estimamos que en dos o tres años puede ser que se comience con los avistajes comerciales”, finaliza el investigador.
Fuente: El Chubut