Creí que me iba a morir. Cuando lo cuento, la gente, incluso mi familia y amigos más cercanos, me dicen que exagero. Te juro que creí que me iba a morir. Sentía un elefante sentado en el pecho, la cabeza me estallaba, el corazón se me salía, tenía muchísimo frío pero transpiré como nunca en mi vida.

Yo soy un tipo hosco, a mí no me gusta andar contando las cosas que me pasan ni cómo me siento, pero la tuve que llamar a mi novia. Me sentía desesperado, no podía reaccionar. Ella me dijo que tenía un ataque de pánico y yo no le creí.

Tardé mucho en creerle, pasaron los días, de a poco me fui sintiendo mejor, pero no quería manejar ni estar mucho afuera de mi casa; hasta ir a trabajar me generaba esa inseguridad rara que no sé muy bien cómo explicar. Me terminó convenciendo de ir a un psicólogo.

Te repito, soy un tipo duro, imagínate que ir a un psicólogo es algo que jamás pensé en hacer en mi vida, pero la cosa no daba para más y allá fui, a que me confirmaran que había tenido un ataque de pánico. (Francisco, 34 años)

Los ataques de pánico se caracterizan por un acceso brusco de miedo o malestar intenso. Pueden aparecer en cualquier momento, aunque no haya nada que temer.

El sistema nervioso de algunas personas activa señales de alarma en momentos inapropiados. Esas personas sienten las mismas sensaciones físicas y emocionales que experimentarían si sus vidas estuvieran realmente amenazadas. Los ataques pueden provenir de la nada, en lugares donde no existe el más mínimo peligro real. A pesar de que, habitualmente, duran sólo unos pocos minutos, las crisis de pánico hacen que estas personas se sientan como si fueran a tener un ataque al corazón, desmayarse, o volverse locas. Es frecuentemente descripta como “la experiencia más terrorífica que he vivido”.

Una de las mayores dificultades con que se encuentran los individuos con trastorno de pánico es obtener un diagnóstico adecuado.

De acuerdo al manual DSM V (2014) son trece los síntomas que pueden estar presentes en un trastorno de pánico. Formalmente se requiere la concurrencia de un mínimo de cuatro síntomas en la presentación de las crisis para hacer un diagnóstico.

Los síntomas más comunes de una crisis de pánico son: palpitaciones, sudoración, miedo a morir, a desmayarse, a perder el control o a volverse loco, dolor en el pecho, mareos, temblores, sensaciones de frío o calor, ahogos, náuseas, debilidad y sensación de irrealidad, entumecimiento de extremidades, sensación de hormigueo, sensación de atragantamiento. [ONG Asociación Ayuda]

En el trastorno de pánico, el ataque es seguido de inquietud o preocupación acerca de padecer un nuevo ataque, como así también aparecen cambios significativos en el comportamiento destinados a evitar los ataques.

No sé cómo decirte, es como que te estás volviendo loca sin entender por qué o a causa de qué. Es… (hace una pausa larga) demoledor, eso, demoledor.

Hoy por hoy, salir de mi casa es una tarea muy dificil, tengo que estar como muy preparada mentalmente y no me pidas ir a algún lugar muy concurrido porque de sólo pensarlo me pongo peor. Es como tenerle miedo al miedo ¿me explico?, tenés miedo de salir y de que te agarre ese pánico horrible en el momento y el lugar más inoportuno.

Es dificil de explicar para el que no lo vive, siempre parece que estás exagerando, pero no, el miedo es de tal magnitud que literalmente creés que tu cabeza ya no funciona.

Me cuesta ir hasta al colegio a buscar a mis hijos, olvidate de una reunión de padres. Pero esas son hasta cosas menores, hace un tiempo se casó mi hermano y me tuve que ir de la iglesia ¿vos creés que yo me quería perder ese momento?. Te dicen que querés llamar la atención, qué sé yo, ojalá no les pase nunca. (Natalia, 28 años)

No existe una causa única que condiciona la aparición del trastorno de pánico o la agorafobia (miedo a los lugares y situaciones que pueden ocasionar pánico, impotencia o vergüenza).

Estas afecciones cruzan la línea de lo social, lo étnico y lo económico. Las investigaciones indican que 3 de cada 100 personas sufrirá de trastorno de pánico en algún momento de su vida y que un número similar tendrá agorafobia.

Lo que se sabe hoy acerca de las personas que desarrollan el trastorno es que hay un ensamble entre la predisposición biológica, las características familiares y la elaboración que realiza el sujeto de su propio sistema de creencias. Además, hay que agregar que en la mayoría de los pacientes existe como antecedente un evento estresante en particular (muerte de una persona significativa, ruptura matrimonial, quebranto económico, mudanza a otra ciudad o país, aborto, etc.), que les generó la sensación de sentirse sobrepasado.

A partir de ese momento, se encuentran más vulnerables a la aparición del primer ataque.

Este problema es más frecuente en mujeres que en hombres (más del 70% de las personas que consultan por este problema son mujeres). El trastorno de pánico, por lo general, comienza entre los 25 y 35 años, pero también puede presentarse en niños.

Siempre me consideré una persona fuerte. Cuando falleció mi marido, lo tomé con mucha entereza, había sido una despedida muy larga y yo creí que estaba preparada. Te digo más, cuando tuve el primer ataque de pánico había pasado más de un año de que había enviudado. Después la psicóloga me explicó que puede pasar tiempo entre una cosa y la otra, pero en su momento no lo relacioné.

Hay que aguantarse menos las cosas, y buscar un espacio para sentirse contenida, esa es la parte más difícil aunque te parezca mentira, los que te rodean mucho no te creen o piensan que le ponés un poco de color. Me encantaría poder transmitirles el nivel de terror que se siente, pero es imposible.

Trato de pasar tiempo con mis nietos, pero todavía no puedo quedarme sola con ellos, me da bronca (aprieta los labios), mucha bronca, pero no puedo, sencillamente no puedo. (Susana, 63 años).

Las personas que padecen ansiedad suelen tener mucho temor a ser juzgados por los demás, siendo muy duros consigo mismos y constantemente culpándose a sí mismos por su trastorno. Siendo así las cosas, los familiares y amigos de los pacientes se encuentran ante una situación que, muchas veces, no saben cómo manejar. Esto puede llevarles a sentirse confundidos y frustrados. Sin embargo, conviene saber cómo actuar para ayudar adecuadamente y evitar actitudes o intentos de solución fallidos que contribuyen a intensificar y perpetuar el trastorno.

Si sos cercano a alguien que padece ansiedad, podés llegar a sentir que tu ayuda no funciona pero que si no ayudas, es peor y, entonces, te preguntás ¿Qué hago cuando mi familiar está ansioso? No existe ninguna fórmula “mágica”, pero lo que podemos hacer es intentar ofrecer nuestro apoyo. Puede ser que a tu familiar le cueste aceptar tu ayuda.

Errores comunes que familiares y amigos cometen ante los ataques de ansiedad

Como familiares o amigos de una persona que padece ansiedad generalizada, tus intenciones son las mejores; sin embargo, esto no te hace inmune a cometer ciertos errores, que se puedan evitar:

Pedir a la persona que sufre de ansiedad que “deje de preocuparse”. Este es uno de los primeros impulsos cuando queremos ver a alguien mejor y quitarles su ansiedad. Decir cosas como: “deja de preocuparte” o “eso no es nada”, normalmente hacen sentir a la persona que no cuenta con apoyo y que estás minimizando sus problemas, lo que puede disminuir su autoestima. Por tanto, la comunicación acabará resintiéndose: “¿para qué, si no me hace caso?” Quien padece ansiedad reconoce, normalmente, la irracionalidad de sus temores pero no puede controlarlo ya que, obviamente, si pudiera detener sus preocupaciones, lo haría. Es preferible intentar empatizar y preguntarle cómo podés ayudar o hacerle ver que estás ahí para ayudarlo.

Decirle que se tranquilice. Probablemente, este es el error más común entre familiares y amigos de pacientes con ansiedad. “Tranquilo”,”vamos, respirá” o “¿ y ahora, por qué estas nerviosa/o?” sólo sirven para aumentar la ansiedad de su familiar. El paciente con ansiedad no puede tranquilizarse, no es que no quiera. Obviamente, no ha dejado de respirar en ningún momento pero cuando vos como persona cercana le decís la frase, le podés desencadenar una hiperventilación, con lo cual acabará teniendo una crisis de ansiedad. El paciente de ansiedad no sabe cuál es el objeto de su ansiedad, necesariamente, y, de hecho, ello es lo que complica, muchas veces, el tratamiento. De todas maneras, recordá que estas tres, junto con las dos anteriores, son preguntas y afirmaciones prohibidas a hacer.

Resolver todos sus problemas. Cuando has intentado, infructuosamente, que controle su ansiedad con solo decírselo, pensás que lo mejor es solucionar sus problemas. Esto podría ser una buena opción, pero es una solución a corto plazo, que, realmente, no tiene efecto sobre la ansiedad. Al contrario, puede hacer al paciente sentirse peor, pensando que tener ansiedad la hace menos capaz o inteligente, cuando la idea es darle apoyo emocional y demostrarle que confiamos en su capacidad de salir adelante, no hacer todo por ellos ni fomentar sus temores.

Evitar hablar sobre el tema. Algunos optan por convertir el tema en tabú y, con ello, acrecientan el sentimiento de que nunca podrán recuperarse. La comunicación es importante, como ya hemos dicho, para toda relación, así que demostrale que estás ahí para escuchar sin juzgar.

Perder la paciencia. La paciencia es verdaderamente una herramienta muy poderosa en la superación de enfermedades y trastornos: esto es porque requiere un balance entre tener el control y la capacidad para renunciar a ese control. También implica aceptación de las circunstancias que nos rodean. Cuando alguien que nos importa padece ansiedad, podemos perder la paciencia, en especial, cuando sentimos que hemos hecho todo lo posible por ayudarlo y no conseguimos los resultados deseados. El trastorno de ansiedad generalizada, incluso con el tratamiento apropiado, puede durar años en ser superado.

El sitio especializado Siquia* ha elaborado una guía con consejos para los familiares y amigos de los pacientes con trastornos de ansiedad y trastornos relacionados con la ansiedad

Informarse: La información da significado o da sentido a las cosas, aumenta nuestro nivel de conocimiento sobre ellas, y facilita la toma de decisiones. Las dos fuentes de información podrían ser:

-Paciente: escucha activamente a tu familiar o amigo e intenta comprender lo que le está pasando, sin desconfiar de él. Si la persona afectada ha consultado ya con algún profesional es conveniente interesarse por la valoración que ha hecho

-Documentos especializados de carácter divulgativo: para una mejor comprensión del problema puede ser de utilidad consultar documentos especializados sobre qué es la ansiedad, como se manifiesta, tipos, etc. Puede obtenerse en libros técnicos de carácter divulgativo, o en paginas web acreditadas de instituciones o profesionales reconocidos.

Contener: Implica mantener una actitud empática y mostrarse dispuesto a ayudar. Implica:

-Una actitud de entendimiento, comprensión, disponibilidad y asistencia. Todo ello no significa hablar demasiado ni continuamente, de las sensaciones desagradables que produce la ansiedad ya que esto podría mantenerlas.

-Compartir para que la otra persona descargue. A veces, verbalizar los miedos y preocupaciones hace que los pacientes se sientan aliviados, provisionalmente ya que sólo por compartirlos no van a desaparecer, pero suponen una tregua al malestar que provoca la ansiedad.

-Evitar la trivialización y las descalificaciones. Intentar eliminar las discusiones, los reproches, los comentarios irónicos, los juicios morales. Este tipo de comportamientos hacen que el/la paciente se sienta ridiculizada y rechazada.

-Evitar la culpabilización. Ello implica que se atribuye toda la responsabilidad de la situación problemática a la persona que la está sufriendo y puede hacer que tu familiar se sienta más angustiado/a e incapaz.

No dramatizar o angustiarse tanto o más que el propio paciente. Esto crearía más alarma todavía y aumentaría el efecto mancha de tinta de la ansiedad.

Ayudar a objetivar las situaciones. La ansiedad implica una tendencia a sobrevalorar las amenazas e infravalorar los recursos. Puedes ayudar a analizar de forma más objetiva y realista para que la persona se sienta capaz de hacer frente a la misma

Generar expectativas realistas de solución. Interesa que la persona sepa que puede disponer de las estrategias necesarias para superar su ansiedad

Apoyar: Los principales efectos del apoyo social y del apoyo instrumental son la reducción de los estresores, el incremento de la satisfacción y la reducción de la ansiedad y depresión. ¿ Cómo podemos apoyar? De la siguiente manera:

-Animar al paciente a enfrentarse a los miedos y a las situaciones que los ocasionan. Dedicaremos, regularmente, una parte de nuestro tiempo para incentivar iniciativas de ese tipo: “lo intentaremos mañana por la tarde”.

Estar muy atento a las opiniones de la persona cuando esta reticente a enfrentarse a los miedos, ya que es posible que tenga excusas bien elaboradas y convincentes.

Reforzar los avances que va consiguiendo mediante elogios, felicitaciones, pequeñas celebraciones y, siempre,demostrar satisfacción por los esfuerzos realizados.Además, todo ello influye positivamente en la autoestima del paciente.

Ofrecer ayudas, sin sobreproteger, que disminuirán a medida que el paciente mejora La sobreprotección no es una buena estrategia de ayuda ya que contribuye a mantener el problema a largo plazo.

Evitar que el aumento de la ansiedad: puedes facilitar condiciones que limiten las consecuencias de la ansiedad en ámbitos que inicialmente no se habían visto interferidos por la misma, de forma que sus efectos perjudiciales no se extiendan

-Evitar fuentes de estrés innecesarias: es importante tener en cuenta que la persona que sufre la ansiedad se encuentra en una situación en la que cualquier pequeño contratiempo puede actuar como un disparador de la misma , manteniendo e intensificando el problema.

Propiciar las ayudas externas, si es necesario: Si la ansiedad empeora con el tiempo y las medidas preventivas no son suficientes, puede ser de utilidad que anime al paciente a consultar con especialistas y le facilite información para que pueda acceder a un tratamiento adecuado.Tras la consulta, tú como familiar o amigo, puedes colaborar de diversas maneras con el especialista:

Buscando algún texto de autoayuda que se adecue al caso: una vez el especialista confirme qué tipo de problema de ansiedad presenta la persona, podemos recurrir a literatura especializada que aporte sugerencias.

Colaborando con los especialistas en la aplicación de alguna parte del programa terapéutico, si fuera necesario o ventajoso: la participación en el proceso de intervención como coterapeuta, dependiendo del problema de ansiedad, suele ser una parte fundamental del programa de tratamiento. Tu colaboración será muy bien recibida y será de mucha ayuda.

 

*Siquia es una iniciativa de psicología para el fomento de la terapia online. Ha sido galardonada con el 1er Premio del Programa Yuzz de Jóvenes Emprendedores 2012 (Fundación Banesto) y el 2º puesto de los Premios Emprendering 2012.

 

María Fernanda Rossi

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