Casi no hay anécdota de viaje por las rutas sureñas que no incluya la típica postal patagónica; la estepa y su aridez, las distancias, el sol, el interminable viento, por qué no una canción de Hugo Giménez Agüero sonando en la radio y los inconfundibles guanacos al costado del camino.

Estos simpáticos habitantes del sur, no siempre estuvieron concentrados solo ahí. Me sorprendió conocer que originalmente su distribución iba desde Ecuador hasta la Patagonia. Aún queda alguna población residual en Paraguay, y en Argentina podemos encontrar algunos ejemplares en el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Córdoba, en provincia de Buenos Aires y pequeñas poblaciones en La Pampa.

Video de Franco Bucci para Fundación Rewilding Argentina

Resulta que ellos fueron acompañando la vida de los primeros pobladores. De hecho, el guanaco (Lama guanicoe) fue uno de los principales medios de subsistencia de los pueblos originarios, porque eran la fuente de provisión de carne, pieles para vestimenta y construcción de viviendas, tendones y venas para coser, huesos para la confección de utensilios e instrumentos musicales y hasta algunos de sus órganos como medicina.

Muchos de estos animales utilizan las zonas altas de la meseta durante el verano, pero se desplazan hacia zonas más bajas al este en el invierno. Esto tiene una explicación que involucra mucho más que la temperatura.

Para conocer sobre estas migraciones estacionales, pude conversar con el biólogo Andrés Rey, que actualmente trabaja en el equipo del “Programa Patagonia” de Aves Argentinas, y que se ha dedicado a estudiar los efectos poblacionales de la esquila de guanacos silvestres vivos como una alternativa de manejo sustentable de la especie. Andrés dice que así como hay gente que desarma autos para ver cómo funcionan, a él le “apasiona tratar de entender cómo funciona la naturaleza. Es que yo soy una parte de eso y el trabajo de campo que hago con guanacos y otras especies, tiene algo que para mí es muy motivante: yo soy parte de ese ‘experimento’, no miro lo que pasa dentro del tubo de ensayo sino que yo estoy dentro de ese tubo mirando lo que pasa alrededor mío.

Andrés ha caminado cientos de kilómetros durante unos 15 años en la Patagonia detrás de los guanacos, interesado en entender sobre las poblaciones de guanacos. Nos contó que son “animales sociales, que evolucionaron con el ambiente”.

Foto: Eliseo Miciu

“Lo que hacen es ir moviéndose de forma temporal con las migraciones estacionales buscando cuestiones de mejores temperaturas, pero sobre todo la disponibilidad de alimento. Las variaciones en las condiciones de un determinado lugar van a tener incidencia en ese traslado, ellos van viendo eso y si pueden y les es conveniente lo hacen. Los guanacos son migradores facultativos: pueden migrar en caso de necesitarlo o pueden no hacerlo. Tal vez un año migran y otro año no”, expresa Andrés.

El biólogo afirma que “los guanacos son una especie social, viven en grupos que pueden variar a lo largo del año. Por ejemplo en la temporada reproductiva (de noviembre a enero), en general la inmensa mayoría de los grupos está formada por un macho y varias hembras y sus chulengos (las crías) de alrededor de 20 individuos. En cambio en época no reproductiva, en la invernada, esos grupos pueden llegar a fusionarse y se arman grupos mucho más grandes y variables que pueden llegar a 200 o 300 individuos. Estos grupos tienen características distintas a los reproductivos y tienen más una función antidepredatoria. Se relaja la cuestión social de competencia por territorios y hembras, y cualquier aspecto que tenga que ver con reproducción, y todos se benefician de la vigilancia comunitaria. Como son herbívoros pasan la mayor parte del día comiendo, no vigilando, estar en grupo les permite ir cuidándose entre ellos.

El Rompehielos: ¿Y de qué tienen que cuidarse? ¿Cuál es su amenaza?

Andrés Rey: Los principales predadores que tiene el guanaco son el ser humano y el puma, aunque en algunas ocasiones las crías puedan ser predadas por algún zorro colorado.

Otra cosa que influye mucho en la distribución de los guanacos y en los movimientos que puedan hacer, tiene que ver con la “pérdida y fragmentación del hábitat”. Esto es: hábitats que pierden su condición de tal o se fragmentan, aquel que originalmente era un continuo, empieza a dividirse en porciones menores. Si lo vemos con ojos de guanaco, habrá hábitats con distinta calidad seguramente relacionadas con el alimento, con las amenazas que tiene, por ejemplo un lugar donde se lo caza o no, y su tamaño y continuidad. Si el hábitat está fraccionado, baja su calidad.

Foto: Pablo Díaz

La infraestructura más relacionada con la fragmentación tiene que ver con los alambrados. Es típico pensar que los guanacos los saltan. Pero de acuerdo a un estudio de campo, se concluyó que muchos lo hacen, pero son muchos también los que quedan enganchados y mueren.

AR: En un trabajo que hicimos sobre el tema en Río Negro estimamos que quedan enganchados y se mueren anualmente un 1% de los adultos y, por lo menos, un 5% por ciento de las crías, que es un montón. También vimos que guanacos que estaban en cuadros con alambrados muy buenos y mantenidos, rara vez salían de ellos. O sea, se comportaban como poblaciones sedentarias, pero no podemos decir que haya sido siempre así. Tal vez ahora se volvieron sedentarias porque el costo de pasar los alambrados es muy alto. Hablamos del costo de separarse, la cría queda del otro lado. Supongamos que tienen que realizar una migración estacional en altura: suben en verano y bajan en invierno. ¿Cuántos alambrados son los que tienen que cruzar para llegar hasta ese lugar? Entonces eso va dificultando el movimiento. En el caso de muchas rutas, ahí en 100 metros tenés dos alambrados, para pasar de un lado a otro de la ruta, además de la ruta en sí misma, tenés que saltar dos veces. Si seguimos fraccionando, si haces en un área grande potreros de una hectárea, eso no le alcanza a los guanacos para vivir dentro de ella, con lo cual no van a estar ahí, sino que se van a ir. Un hábitat muy fragmentado podría considerarse una porción de hábitat perdido, igual que una porción de selva talada para los orangutanes. A una escala mayor, esos hábitats de menor valor o perdidos van a ir dividiendo la población, y eso tiene incidencia donde los vas a ver, cómo están distribuidos y cómo se van a mover.

El guanaco fue y es el herbívoro nativo más importante de Patagonia, y uno de los más importantes de Sudamérica. Estamos hablando que coexistieron con los pueblos originarios miles de años. La Patagonia, con unos 200 años de explotación ganadera, enfrenta grandes problemas de desertización.

AR: Lo importante es saber que este ambiente que habitaba el guanaco originalmente evolucionó junto con él. Están, por decirlo de alguna manera, preparados el uno para el otro: las patas, que tienen unas almohadillas y eso no rompe tanto la cubierta del suelo, la forma de comer, que cortan, no arrancan de las plantas y cómo se desplazan estacionalmente. Entonces, hay un montón de cuestiones que lo hacen importante. Pero es una especie que no está valorada, incluso en cuanto a los productos que se pueden obtener. La fibra del guanaco es más valiosa que la lana de la oveja.

ER: Hubo intentos y se comenzó con trabajos para obtener fibra del guanaco, ¿cuál había sido el avance?

AR: Esto se empezó a hacer aproximadamente en el 2001. Desde la perspectiva ecológica la idea era ver si la esquila de animales silvestres vivos era sustentable, ver qué pasaba con esas poblaciones. No sabíamos si un animal que vos liberás esquilado se podía morir a los días, no reproducirse, abandonar el área, etc. Los resultados de esos estudios a nivel poblacional fueron que si se realizaba cumpliendo todo un protocolo, con determinadas técnicas, no los pones en riesgo. El tema es que es muy difícil de comercializar la fibra. Cuando trabajas con animales silvestres tenés muchas incertidumbres. Cualquiera que conoce un guanaco sabe que son difíciles de agarrar, son mucho más ágiles que los caballos, incluso. Desde lo que es comercialización, lo que quiere la industria tiene que ver con la cantidad, la calidad y la continuidad y son cosas que en una especie silvestre, es difícil garantizar. Entonces si varió el alimento de un año a otro, puede variar un poco la calidad de la fibra. También el tema de la cantidad, cuántos vos puedas encerrar en un año es bastante variable. Eso te varía muchísimo la cantidad de fibra que podés obtener y ahí también perdés la continuidad. A una industria que un año vos le das 100 kilos de fibra, otro año le das mil, otro año no le das nada y otro 500, se le puede complicar. Además, la obtención de productos del guanaco de forma sustentable que sirva como herramienta de conservación de la especie, solo tiene sentido si lo pensamos con animales silvestres. No con animales en cautiverio. Porque los animales silvestres están cumpliendo su rol ecológico, su rol como herbívoros que van a predar sobre la flora, su rol como presas para los carnívoros, etc.

ER: ¿Cuál sería la forma de hacer bien el proceso para aprovecharlo?

AR: Tiene que ver todo con la forma en que nosotros producimos y consumimos. Si vos dejas de pensar como un único propietario y te empezas a manejar en cooperación, con áreas mucho más grandes, a escala mayor a la predial podrías tratar de garantizar la cantidad y la calidad y demás. De la forma en que lo hacemos; yo alambro y lo que está adentro es mío y lo manejo de forma independiente, es complicado para lo que es fauna silvestre.

Volviendo a estas postales típicas patagónicas de las que les hablaba en el principio: es de día y vas manejando. De pronto ves guanacos de ambos lados de la ruta. Es habitual verlos de día, porque por la noche descansan. “Eso es todo un tema– me dijo un viajero frecuente de esas geografías- porque no sabés para qué lado van a correr. Si se van a cruzar los de la derecha o los de la izquierda”. Los patagónicos aconsejan poner balizas, aminorar la marcha y esperar.

Cada tanto, los medios de comunicación anuncian algún accidente en la ruta “provocado por algún guanaco”, y los comentarios de algunos usuarios no tardan en aparecer. Medio en tono de broma, medio en serio, sugieren que se podría “hacer algo para controlar la población porque son un peligro”. Incluso el Poder Legislativo de la provincia de Santa Cruz, a través de la Resolución Nº 184/2012, solicitó al Poder Ejecutivo provincial que se declare al guanaco como una “especie perjudicial“.

ER: Si Santa Cruz tiene el privilegio de poseer las mayores poblaciones de guanacos de todo el país, con todas las posibilidades que esa situación ofrece, ¿por qué una especie silvestre nativa fue considerada como plaga?

AR: Todavía en muchos lugares se lo considera plaga, la percepción es esa. Yo creo que es un problema histórico: en todas las oleadas de colonización europea los colonos llegaron con sus plantas y sus animales. Iban con vacas, ovejas y no le prestaron mucha atención a la fauna nativa que encontraban. Así se perdió la posibilidad de aprovechar otras especies que estaban en el lugar y que quizá eran más valiosas. Haciendo una retrospectiva, yo no diría que estos colonos eran ignorantes, mala gente ni mucho menos, era la idea de ese momento. Creo que todavía podemos cambiar esa percepción y revertir algunos problemas ambientales.

ER: ¿Y sobre los accidentes?

AR: La problemática es cierta, en Santa Cruz es muy habitual con guanacos, pero pueden pasar con muchas especies, incluso animales domésticos. Acá en Neuquén tenemos el mismo problema con los ciervos colorados, pero a nadie se le ocurre salir a controlar la cantidad de ciervos porque hay accidentes en la ruta. Y si te ponés a pensar, el ciervo es una especie exótica e invasora. Creo que esa diferencia tiene que ver con una percepción social. También tenemos que pensar que el planeta es uno solo. Lo natural no está del alambrado de la ruta hacia el costado, la ruta también es parte. Tenemos que pensar que todo es parte de todo y no podemos excluir al resto de los seres vivimos. Tenemos que encontrar la forma de convivir con ellos de la mejor manera posible. Buscar soluciones como pasafaunas, mayor precaución, etc.

ER: ¿Crees que este tiempo de cuarentena sirva para plantearse la revisión de paradigmas, y cambiarlos?

AR: Creo que muchos, no en todos los casos porque hay gente que lo está pasando terriblemente, pero a los que por suerte nos toca un poco más tranquilos podemos reflexionar sobre nuestra relación con el ambiente. Sería importante no olvidarnos de todo lo que estuvimos pensando y actuar en consecuencia.

Es importante canalizar las ideas. Es imprescindible entendernos parte de este ecosistema global, porque no lo estamos mirando de afuera, no somos ajenos y dependemos de él y si lo perjudicamos, nos complicamos nosotros mismos.

Para Andrés es fundamental que la información sobre temáticas ambientales llegue a todos los actores involucrados: “Es muy importante todo, todas las especies y todos los estudios y la información que le llegue a la gente es importante, cualquiera sea el rol que cumpla. Todos los actores y todas las actividades son importantes, como sociedad deberíamos nutrimos de los trabajos multidisciplinarios, sino cada uno se queda en su alambrado y no se entera de lo que piensa o sabe el de al lado, es entendernos parte para cuidarnos y vivir mejor, no somos dueños ni indispensables en nuestro planeta”, afirma el biólogo.

Daniella Mancilla Provoste

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