Hace unos 80 millones de años las flores dominaban el paisaje del continente antártico. Así lo asegura un equipo de investigadores del CONICET que estudia granos de polen preservados en rocas.

La Antártida es uno de los lugares mas hostiles para la vida en la Tierra. Su clima extremo y la predominancia del hielo hacen que solo especies animales altamente adaptadas puedan sobrevivir. La vegetación es casi inexistente, limitándose a algunas plantas con flores, hongos, líquenes, musgos y algas. De todas ellas, los líquenes son el grupo que mejor se ha adaptado al rigor del clima. Pero nuestro planeta es dinámico y nada de lo que hoy conocemos fue siempre así, y el continente helado no es la excepción. Hace millones de años la Tierra era muy distinta al planeta que habitamos actualmente y la Antártida estaba dominada por bosques y un clima tropical con una vegetación exuberante.

Desde hace años los investigadores estudian los restos de polen y materia orgánica atrapada en las piedras y en el lecho marino antártico para comprender mejor la dinámica de los climas y las adaptaciones de la vida a los diversos cambios que atravesó nuestro planeta. Recientemente un equipo del CONICET determinó que las plantas con flores comenzaron a dominar la vegetación de la Antártida hacia el final del período cretácico, hace unos 80 millones de años. Uno de los factores determinantes para el desarrollo de los diferentes tipos de vegetación es la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.

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Durante el periodo cretácico el dióxido de carbono (CO2) se concentraba en cantidades superiores a las actuales y los helechos y coníferas dominaban el ambiente. Cerca del final del periodo las cantidades de dióxido de carbono disminuyen dramáticamente al tiempo que comienzan a desarrollarse las plantas con flores (angiospermas). Hasta el momento se creía que esta variación en la composición atmosférica había favorecido a las angiospermas, pero el estudio del CONICET revela que en realidad estas también se vieron afectadas por la disminución de CO2.

Estudios previos sugerían que el descenso en las concentraciones de dióxido de carbono atmosférico en el Cretácico habrían favorecido la diversificación y el dominio de las plantas con flor. “El análisis del registro fósil de Antártida nos indica que todos los grupos de plantas, incluso las angiospermas, fueron afectados por la disminución en las concentraciones de dióxido de carbono, gas esencial para el desarrollo y reproducción de las plantas. Sin embargo, las angiospermas fueron mucho menos afectadas que los restantes grupos de plantas. Así, los helechos y las gimnospermas experimentaron una gran caída en la diversidad, del orden del 50 por ciento, en un lapso de 20 millones de años; mientras que las angiospermas, sólo sufrieron una pérdida del 25 por ciento en el mismo intervalo. El desarrollo de innovaciones fisiológicas en las angiospermas les permitieron una mejor adaptación a la nuevas condiciones paleoambientales”, explica Viviana Barreda, investigadora principal del CONICET en el MACN y co autora del trabajo, en un artículo publicado por CONICET.

En el mismo la investigadora explica que “El Cretácico fue un período crucial para el estudio de la flora. En las más altas latitudes, incluyendo la Antártida, el clima permitió el desarrollo de áreas boscosas, con helechos arborescentes y palmeras, configurando un escenario muy distinto al que tenemos hoy en día. En esta ocasión pudimos estimar que las angiospermas se diversificaron y dominaron por primera vez los ecosistemas australes hace unos 80 millones de años, durante el Cretácico Tardío”.

Este tipo de investigaciones son sumamente importantes pues nos permiten comprender mejor el impacto que las variaciones atmosféricas tienen en la vegetación. Conocer estos efectos resulta de gran valor a la hora de entender lo que podría suceder con nuestro planeta en el futuro a raíz del cambio climático y de las modificaciones de la atmósfera provocadas en parte por la actividad humana.

Abel Sberna
Fuente: conicet.gov.ar

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