La Nación – No hay nada que Mauricio Macri deteste más que la imagen simbólica de un presidente debilitado. El insistente “plan V” (que pondría en su lugar como candidata presidencial a María Eugenia Vidal ) es un rumor que resquebraja seriamente la fortaleza política del jefe del Estado. ¿Por qué alguien o algunos imaginan que para que gane el oficialismo las elecciones presidenciales es mejor que él no esté en la cabeza de la fórmula presidencial? ¿Hay, acaso, intereses oscuros de algunos que se mezclan con las buenas intenciones de otros? Sea como fuere, en la mañana del viernes pasado, y ante un grupo de ministros, Macri dio un golpe sobre la mesa: “El candidato soy yo y eso no se modificará”, aseguró. Adiós al “plan V”. Plan que, por otro lado, no lo impulsaba Vidal; al contrario, era la primera en alejarse de él.

En rigor, esa alternativa es una vieja idea de sectores empresariales importantes en un país donde los hombres de negocios creen saber más de política que los políticos. Según funcionarios del Gobierno, ese bloque de empresarios incluye un 70 por ciento que actúa de buena fe. Siente pánico ante el eventual regreso del populismo corporizado en Cristina Kirchner . No le creen a ella que haya resignado el poder futuro en manos de Alberto Fernández, si es que el poder les llegara.

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