La tarde helada del 15 de mayo de 1984, cuando la democracia amanecía en la Argentina, en el sur del país la tragedia se subía al escenario. Apenas quedaban algunos minutos de luz natural cuando el Learjet 34 de la gobernación del Territorio quedó eternamente a cinco millas de la cabecera de la pista del antiguo aeropuerto de la ciudad de Ushuaia.

Crédito: Adrián De Antueno
Las condiciones climáticas de los inviernos extendidos de entonces propiciaron el golpe durísimo que recibirían 11 familias y toda la comunidad fueguina.
“Mi padre era una persona muy tranquila, muy especial, con muy buen humor. Era buen padre, muy trabajador y muy emprendedor y sobre todo tuvo la decisión de venir al sur con tres hijos chiquitos, realmente era un desafío. Mi hermana tenía días, después estaba yo que tenía 3 o 4 años y después estaba mi hermano mayor”, empieza su relato Luis, el hijo del medio.
Cuando llegó a Río Grande era encargado de la sucursal local del supermercado La Anónima “al poco tiempo se recibió de despachante de aduana y empezó a trabajar de eso”. Con la llegada de Trejo a Tierra del Fuego, según su hijo, “se refundó la Unión Cívica Radical” a nivel local.
“Era un pueblo chico pero cada cual empezó a hacer su política”, recuerda Tachi mientras repasa la conformación del partido vecinal “de doña Elena” que luego se transformaría en el Movimiento Popular Fueguino, repasa el nombre de don Ruperto Bilbao, un histórico de la UCR, y recuerda algunos protagonistas de los partidos políticos que empezaban a tener un resurgimiento esperando el regreso de la democracia.
Y lo resume de manera eficaz “acá comíamos asados los peronistas con los radicales, con los del movimiento, sin ningún tipo de problemas. Eran otras formas”.
Ya con Raúl Alfonsín como presidente de la Nación y en reconocimiento a su militancia en estas latitudes, el primer mandatario nombra a Ramón Alberto Trejo Noel como gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego.

Imagen cedida por Tachi Trejo
“Mi padre casualmente antes del accidente había ido a Buenos Aires con un grupo de empresarios y un abanico completo de gente de la cámara de comercio de Ushuaia y Río Grande, empresarios rurales, y había ido a plantear las necesidades de la isla”, recuerda Tachi, quien formaba parte de la comitiva.
“Yo volví con él en el avión y a la altura de Río Gallegos le digo a mi padre que me dejen en Río Grande y justo en ese momento llamó Campanella que era el ministro de Gobierno, que estaba en Río Grande y tenía que ir a Ushuaia” y la tormenta de nieve en la cordillera dificultaba el traslado terrestre. Ramón aceptó la escala imprevista y, en el entonces Hermes Quijada, se realizó el cambio. Bajó del avión su hijo y subió Campanella.
Los doctores Löffler y Notto, que aguardaban un vuelo de LADE con destino Ushuaia, fueron invitados por el gobernador a abordar el Learjet; Notto desistió de la invitación, Löffler accedió, entonces Pedro Alberto Altuna, que aguardaba el vuelo en el aeropuerto de Río Grande, abordó también en esa escala tomando el último asiento disponible en el avión.
El learjet 34 de la gobernación había realizado la mayor parte de la travesía sin ningún problema, tras partir en horas de la mañana de la ciudad de Buenos Aires. “El problema fue que los agarró la tormenta de nieve, se cerró el aeropuerto de Ushuaia y se ve que al hacer el escape calcularon mal y metieron la punta del ala en el agua”, infiere Luis Trejo 35 años después.
La incertidumbre por el destino del avión no tardaría en hacerse presente. Tras haber abandonado la nave y ya en la seguridad de su hogar, Tachi recibe una llamada telefónica “era mi hermano que estaba en Ushuaia y me dice que el Lear no había llegado”.
“Yo tenía en mi casa equipos de radio con una antena muy importante y siempre hablaba con el avión, entonces llamé, llamé y llamé”, pero no hubo comunicación.

Imagen cedida por Tachi Trejo
Como el accidente se había producido cerca de las 17.30 horas, en las puertas del invierno, la luz solar era un bien escaso, por lo tanto la búsqueda recién pudo iniciarse al día siguiente. “No se encontró nada. Lo único que apareció fue una valijita que era de mi padre, apareció flotando en la costa del canal Beagle”, recuerda.
Los equipos de rescate apenas pudieron dar con algunos restos de la aeronave, pero “no había tiempo para llorar”, dice cuando recuerda que inmediatamente tuvo que volver al trabajo, a pesar de que en el mismo accidente perdió a su padre y a su madre, pero cargaba con la responsabilidad de las empresas familiares que empleaban a muchas personas y no podían quedar desamparadas.

Imagen cedida por Tachi Trejo
El siniestro le costó la vida no solo al gobernador de Tierra del Fuego, Ramón Trejo Noel y su esposa, Ofelia Olga Lisa; en él perecieron también el legislador territorial, Dr. Ernesto Julio Löffler; el ministro de Gobierno, Salud Pública y Acción Social, Roberto Luis Campanella; el ministro de Economía, Fernando Diego García; el secretario privado del gobernador, Ricardo Luis Sica; el secretario general, Guillermo Marcilese; el asesor de la Casa de Tierra del Fuego en Buenos Aires, Carlos Alberto Lisa; la asesora de Acción Social, Nora Ormiston; el funcionario del Instituto de la Vivienda, Pedro Alberto Altuna; el piloto del avión Mario Marconcini; el copiloto Rodolfo Pourrain.
El ahora Juez de Cámara de Apelaciones de la provincia, Ernesto “Nené” Löffler, apenas tenía 16 años y era el mayor de 5 hermanos cuando imprevistamente perdió a su padre. “Mi papá siempre nos instruyó en que el hermano mayor era el que mandaba, el que tenía que cuidar a todos sus hermanos menores”.
“Mi mamá trabajaba en triple turno para poder aguantarnos a nosotros que estudiábamos tres en el liceo y los dos más chicos con ella acá en Río Grande y vivió para nosotros”, recuerda.
“Fue dura la experiencia. Te forja porque es como una espada que hay que templar, que hay que calentarla y pegarle mazazos pero te hace fuerte para otras experiencias. Fue un dolor tremendo pero me sirvió para defenderme de otra manera y a mis hermanos también”, recuerda de aquellos primeros años cuando los cinco hermanos se volvieron uno.
La sorpresa ingrata del destino haría que muchas cosas tomaran otro curso “yo iba a seguir ingeniería nuclear ya que en el liceo me había volcado mucho a la física, a la matemática, me gustaba mucho. Pero después de que ocurrió lo de mi papa tenía que ir al instituto Balseiro dos años de pupilo y eso implicaba dejar a mi mamá y se complicaba un poco la cosa, entonces elegí como segunda carrera la abogacía y no me arrepiento”.
Héctor Elías Monsalve nació en el barrio porteño de Once, en mayo de 1951, se recibió de licenciado en Comercio Exterior en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), pero nunca ejerció. Y en 1975, siendo ya buzo profesional, se casó y viajó a Venezuela, donde trabajó para una empresa que entonces prestaba servicios a una petrolera.
Llegó a Ushuaia en 1976, donde comenzó a trabajar como buzo marisquero, recorriendo el Beagle con un barco propio llamado Tres Marías, que luego adaptó para el turismo, actividad a la que se dedica en la actualidad.
Fue Monsalve quien, al día siguiente de la tragedia en la que 12 personas perdieron la vida, se zambulló en las heladas aguas del canal. Fueron largos 15 días de búsqueda en los que no faltaron tormentas, nieve, vientos; condiciones que hubieran hecho abandonar a cualquiera. Pero a fuerza de perseverancia y profesión encontró el lugar preciso y dio con los restos de la aeronave, a 30 metros de profundidad.
A casi 24 años del accidente, el 8 de febrero de 2008 y con la presencia de la entonces presidenta Cristina Kirchner, se impuso al Aeropuerto de Río Grande el nombre de Gobernador Ramón Trejo Noel, ya que era una de las obras que habían sido impulsadas por él.

Crédito: Fernando Urdapilleta
35 años después de la tragedia, el luto se corre de tanto en tanto para recordar con afecto a los que, involuntariamente, la protagonizaron. Hace falta apenas una recorrida por la provincia para encontrarlos inmortalizados en calles, escuelas, edificios. Hace falta apenas escuchar a los que quedan para descubrirlos siempre vivos en la memoria de su pueblo.
María Fernanda Rossi