El Programa Patagonia de Aves Argentinas ganó un premio internacional que permitirá reforzar acciones de conservación en el valle del Río de las Vueltas: control de especies invasoras, restauración de hábitats y trabajo comunitario para proteger la biodiversidad del noroeste de Santa Cruz.
Hablar con Kini Roesler, sobre el Programa Patagonia, hace que todo suene cercano. Y es que, el biólogo, referente del Programa Patagonia de Aves Argentinas, habló de especies en peligro de territorios, de comunidades, de un modo de habitar y cuidar.

Dr. Ignacio (Kini) Roesler. Coordinador del Programa Patagonia de Aves Argentinas y Director Científico de la Asociación, e investigador del CONICET
Esta semana, esa pasión tuvo un reconocimiento: el proyecto que lidera fue el ganador de un concurso internacional promovido por la European Outdoor Conservation Association (EOCA), un logro que abre nuevas oportunidades para el trabajo de restauración y conservación en el valle del Río de las Vueltas, en el noroeste de Santa Cruz.
“Ganamos, y está buenísimo”, resumió, todavía con la emoción fresca, en diálogo con Radio Provincia. El proyecto presentado articula la restauración de hábitats con el turismo de naturaleza, buscando formas de convivencia armónica en zonas de alta presión turística como El Chaltén.

Imagen que fue compartida en las redes sociales del Programa Patagonia
Ciencia, territorio y compromiso
El proyecto plantea tres líneas de acción principales. Primero, reforzar el control del visón americano, una especie invasora que afecta gravemente a aves nativas como el pato de los torrentes. Segundo, mejorar el manejo de senderos turísticos en zonas sensibles, como la Reserva Lago del Desierto, para proteger especies vulnerables como la ranita del Chaltén. Y tercero, involucrar activamente a la comunidad local, capacitando a guías, escaladores y visitantes en buenas prácticas de conservación.
“Queremos fortalecer el trabajo que ya venimos haciendo junto a Parques Nacionales, el Consejo Agrario Provincial y propietarios privados”, explicó Roesler. La idea es sencilla y potente: integrar a todos los actores en una estrategia que ponga el foco no sólo en el paisaje visible, sino en los seres vivos que lo habitan.

En las montañas de Santa Cruz existe una ranita exclusiva, única y hermosa. Es la “ranita de Chaltén”.
La creciente presión turística en El Chaltén —hoy uno de los destinos más visitados de la Patagonia— plantea desafíos enormes. Senderos que antes eran secretos ahora reciben miles de visitantes al año. Entonces, “el proyecto busca que el turismo no impacte negativamente en especies como la ranita o el chinchillón”, dijo Kini. Para eso, se implementarán clausuras de áreas sensibles, cartelería informativa y monitoreo participativo.
Lejos de ver al turismo como una amenaza, el equipo apuesta a construir puentes: capacitar a guías, colaborar con asociaciones locales como Anfibia y trabajar codo a codo con quienes ya aman la montaña.
El Macá tobiano como bandera
Aunque el proyecto se enfoca en el valle del Río de las Vueltas, no se puede hablar de Kini Roesler sin mencionar al Macá tobiano, esa pequeña ave emblemática de la Patagonia Austral que desde hace años simboliza una lucha más grande: la defensa de todo un ecosistema.
“Hoy el Macá tobiano es una bandera que agrupa a muchas causas y muchas otras especies que también necesitan ser protegidas”, reflexionó.

Foto: Hernán Povedano
El trabajo que se viene —dice— no será fácil. Requiere compromiso, constancia, articulación entre sectores y mucha paciencia. Pero también, como lo demuestra este premio internacional, tiene viento a favor: el de las comunidades “que empiezan a entender que conservar no es un lujo, sino una forma de garantizar futuro”.
Desde Santa Cruz, desde el sur profundo, la voz de Kini Roesler y su equipo sigue recordándonos algo esencial: proteger nuestra “casa común” no es opcional. Es la única manera de seguir siendo parte de ella.
