Se estima que quedan alrededor de 600 ejemplares de tordo amarillo en Argentina. Desde el año 2014 un grupo de científicos, ambientalistas, aficionados a la ornitología y entidades estatales trabajan para recuperar y preservar la especie.

El tordo amarillo es una pequeña ave que habita pastizales cercanos al agua. Habita en diferentes lugares de sudamérica y en todos los casos las poblaciones son reducidas. La especie está considerada en estado vulnerable, según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). En Argentina quedan alrededor de 600 ejemplares que habitan las provincias de Corrientes y Entre Ríos. En 2004, un decreto provincial lo declaró Monumento Natural de Entre Ríos, basándose en los argumentos expuestos por diversos trabajos científicos: quedan pocas poblaciones, son pequeñas, están fragmentadas y decrecen rápidamente, debido a diversas amenazas directas e indirectas.

Desde el año 2014 un grupo de investigadores del CONICET, junto con ambientalistas, aficionados y técnicos gubernamentales colaboran en un proyecto para monitorear su supervivencia y aumentar las poblaciones. Este grupo es conocido como lo Guardianes del Tordo Amarillo y cada temporada acampan durante más de dos meses en sus sitios de reproducción para observar la dinámica de la especie, proteger los nidos y obtener información que permita elaborar medidas y acciones para recuperar la población y evitar su desaparición de los cielos argentinos. Uno de los impulsores de la creación de esta alianza fue el investigador adjunto del CONICET en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL), Adrián Di Giacomo. Según el experto “el proyecto busca no sólo cuidar y preservar las poblaciones que quedan, sino que también apunta a obtener más datos acerca de cómo viven y cómo se reproducen estos pájaros, que décadas atrás eran muy abundantes en toda la región mesopotámica, pero que ahora se ven con muy poca frecuencia”.

Según Di Giacomo uno de los principales factores que afecta a las poblaciones del tordo amarillo es el deterioro de su hábitat natural a causa de las actividades humanas. Gran parte de los pastizales, que son el hogar de estas aves, actualmente se encuentran modificados por la presencia de arroceras, emprendimientos ganaderos o forestaciones para la explotación maderera. La depredación por parte de otras especies y la captura ilegal para la venta en el mercado negro son otros factores que contribuyen para diezmar la ya disminuida población de tordos amarillos.

Desde su inicio en 2014, han sido más de 80 personas las que han participado de las campañas que forman parte de proyecto. En cada temporada, que se extiende de octubre a diciembre, se realizan recorridas de más de 10 mil kilómetros en las provincias de Corrientes y Entre Ríos para detectar los puntos estratégicos a custodiar. Una vez identificados, los guardianes acampan durante varias semanas, instalan protecciones, colocan cámaras trampa y siguen de cerca lo que pasa en cada uno de los nidos. De la iniciativa participan no solo investigadores y becarios del CONICET, sino también estudiantes, miembros de Aves Argentinas, Clubes de Observadores de Aves y técnicos de las direcciones de Recursos Naturales de los gobiernos de Corrientes y Entre Ríos. También se cuenta con apoyo de instituciones como la Administración de Parques Nacionales o la Entidad Nacional Yacyretá, que aportan recursos para distintas instancias. “Somos un proyecto chico, pero estamos logrando un gran impacto en pocos años. Con más apoyo presupuestario y con la incorporación de más voluntarios, vamos a poder conseguir que vuelva a ser frecuente ver bandadas de cientos de tordos amarillos en los cielos mesopotámicos”, explica Di Giacomo.

 

Abel Sberna
Fuente: conicet.gov.ar

 

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