De la mano de productores locales y con impulso del gobierno provincial, la vitivinicultura empieza a escribir una nueva página en Santa Cruz. En Caleta Olivia, un espumante elaborado con uva criolla ya conquistó el paladar de los vecinos. En Lago Posadas, 6.000 plantas esperan brotar esta primavera en un viñedo de 12 hectáreas. Entre el mar y la cordillera, la provincia comienza a hacerse un lugar en el mapa del vino patagónico.

Santa Cruz es una tierra tan extrema como fértil para los desafíos. Así podríamos definir el escenario que dio lugar a dos iniciativas vitivinícolas que, desde geografías distintas, comparten un mismo horizonte: transformar el paisaje productivo de Santa Cruz.

En el caso de Caleta Olivia, el impulso viene desde la Chacra Municipal y el Punto Orgánico, donde Nelly Chayle coordina un proyecto que ya dio sus primeros frutos.


En los comienzos, la sorpresa fue descubrir que muchos vecinos tenían uvas criollas en sus casas. “Empezamos a investigar, a conocer la planta, y vimos que se podía producir. Hicimos un espumante en 2022 que salió riquísimo”, cuenta Nelly con orgullo. “Lo que hicimos fue mejorar un poco el suelo, agregar abono, y traer las estacas de viña”, explica. El suelo gredoso y arenoso de la zona requería trabajo, pero el entusiasmo fue más fuerte.

La experiencia no se detuvo ahí: con asesoramiento de un enólogo y un agrónomo, incorporaron 500 plantas de uvas finas —Guttraminer, Chardonnay, Pinot Noir, Torrontés— para elaborar vinos jóvenes, blancos, rosados y tintos.

El pequeño vino de Caleta, bautizado Del Golfo, se vende en el mercado agroecológico municipal junto a productos regionales. “Hay embutidos, escabeches, huevos, mermeladas, cuchillos del golfo, alfajores veganos y hasta gin”, enumera Nelly. Aunque por ahora la producción es limitada, las expectativas apuntan a crecer: “Queremos ampliar el viñedo y hacer más vinos de uvas finas”.


Lago Posadas cultiva futuro con 6.000 vides

A más de 400 kilómetros, hacia el oeste de Caleta Olivia, aparece el valle de Lago Posadas, un paisaje de mesetas y lagos donde la vitivinicultura comienza a echar raíces. Esta semana, durante los actos por el 9 de julio, el gobernador Claudio Vidal recorrió el avance del proyecto vitivinícola que impulsa el Consejo Agrario Provincial. Lo acompañaron el presidente del CAP, Adrián Suárez, y el vocal director Facundo Kaschewsky.

En las chacras 55 y 56 ya se habilitaron las 12 hectáreas que alojarán 6.000 plantas con seis variedades distintas de uva. Se instalaron sistemas de riego por goteo y aspersión, se construyó un reservorio de agua y se incorporó maquinaria específica para viñedos. También comenzó la forestación con estacones de sauces y álamos, y se levantó el galpón donde funcionará la sala de máquinas.


“Este es el resultado de una decisión política muy clara del gobernador: volver a poner en valor la cultura del trabajo y apostar por la producción”, destacó Suárez. Se espera que las plantaciones comiencen en septiembre, cuando las heladas den una tregua.

En ambas localidades, el clima riguroso exige cuidados especiales. En Caleta, por ejemplo, se utiliza un producto antiheladas para proteger las plantas y telas especiales en los invernaderos. Pero quienes impulsan estas experiencias coinciden en que las condiciones, lejos de ser una barrera, son parte del desafío.

La vitivinicultura, hasta hace poco impensada en la provincia, empieza a consolidarse como una alternativa real. A través del trabajo comunitario, la recuperación de saberes y el apoyo institucional, Santa Cruz comienza a fermentar su propia historia en el mundo del vino. Una historia que, como los buenos tintos, promete madurar con el tiempo.

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