Agustín Ramos, el coordinador de Áreas Protegidas del Municipio habló sobre el cambio de paradigma de Río Grande: “Jamás la ciudad miró al mar y ahora está empezando a hacerlo”, asegura.

La transformación de Río Grande en una ciudad que se reconoce costera no es casual ni espontánea. Es fruto de años de trabajo sostenido, de decisiones políticas y de una sociedad que empezó a preguntarse qué significa vivir junto al mar. “Cuando se empiezan a interiorizar un poquito más que tenemos el mar la gente queda muy sorprendida. Por acá enfrente cruzan ballenas, delfines, pingüinos, lobos marinos… Y cuando de repente aparece alguno en la costa, la gente la verdad se pone muy contenta. Quedan todos muy asombrados y quieren empezar a saber”, explica Agustín Ramos, coordinador de Áreas Protegidas de la Municipalidad de Río Grande al frente del Centro de Interpretación Ambiental.


En el CIA, cómo se conoce al Centro, se despliega un trabajo silencioso pero crucial: volver a conectar a la comunidad riograndense con el mar, con su entorno y con su historia natural. Entre senderos, algas, mareas y especies marinas, se organizan y gestionan las tres principales reservas urbanas: Laguna de los Patos, Punta Popper y Costa Norte. “Antes Río Grande era una ciudad industrial y nada más. Una ciudad con una vasta extensión de costas y un río muy amplio al que siempre le dieron la espalda. Jamás la ciudad miró al mar o al río y ahora está empezando a cambiar. Lo que nosotros intentamos es que todos aquellos que vienen, no importa si es a quedarse o solo están de pasada, que puedan apropiarse del lugar. Río Grande no es solo industria, es también turismo y naturaleza. Río Grande es mucho más si miramos al mar”, explica Agustín Ramos.


El CIA se encarga de gestionar las reservas urbanas y la educación ambiental, en palabras del director: “todo lo que es la relación con el acercamiento de la naturaleza hacia la ciudad, hacia la comunidad”. Las visitas al Centro crecen año a año. Pero lo más notable —según cuenta Agustín— es lo que sucede con las escuelas. “Año a año se va sumando más cantidad de gente, de visitantes. Este año tuvimos muchísimas solicitudes de distintas escuelas para poder venir al Centro de Interpretación, para ir a las instituciones y también para acompañarlos a las distintas reservas”.


Esta presencia activa de las escuelas no es menor. Porque lo que se vive en la infancia, deja huella. Y además, las niñas y niños llevan ese conocimiento a casa, lo comparten, lo multiplican. Así, el mar se convierte en una experiencia compartida, en un valor colectivo. El CIA ofrece un abanico de actividades que se renuevan cada mes: caminatas, charlas, salidas de avistaje, y también propuestas específicas según los intereses o contenidos que estén trabajando las escuelas. “Si las escuelas o instituciones están trabajando en alguna temática en particular nosotros nos encargamos de reforzar esas temáticas añadiéndole el toque nuestro de conservación y protección ambiental: charlas de mamíferos marinos, aves, pingüinos, etc”.


Una de las propuestas más esperadas por la comunidad son las caminatas intermareales, que solo pueden hacerse en momentos puntuales de bajamar extraordinaria. Aunque no se dan con frecuencia, se pueden prever, organizar con tiempo y llevarse uno de los mejores regalos: ver con tus propios ojos una colorida estrella de mar, algas o aves marinas.


En el Centro, cada inquietud se convierte en una oportunidad de aprendizaje. Un día, los más chicos comenzaron a preguntar por tiburones. Y aunque no era posible mostrar uno real, el equipo diseñó una experiencia completa para acercarlos a ese mundo fascinante. “Los más chiquitos querían hablar sobre tiburones así que bueno, no podíamos mostrarles tiburones en sí, pero lo que hicimos fue mostrarles dónde viven estos tiburones. Que ellos puedan salir, conocer lo que hay en el fondo del mar. También proyectamos en el aula imágenes de la fundación Por el Mar sobre los tiburones que viven en la zona. Ahí podemos ver las variedades y las distintas especies de tiburones. Los tamaños, donde vive cada uno, qué come cada uno”, detalla Ramos.


Río Grande está viviendo un fuerte proceso de transformación. Ya no es más solo una ciudad industrial. También se está empezando a reconocer como ciudad costera como resultado de años de trabajo, decisiones políticas y una comunidad que empezó a mirar al mar con otros ojos.

Información útil del Centro de Interpretación Ambiental

El centro de interpretación ambiental está abierto de lunes a viernes de 9 a 17hs. Hay un cronograma mensual de actividades que se puede solicitar a través del mail centrodainterpretacionrca@gmail.com o llamando al 43 62 00 interno es el 5044. 

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