Con más de cuatro décadas de trabajo en la región, su legado en la arqueología de la costa sigue revelando los secretos de los primeros habitantes de la Patagonia. Desde la costa del río Gallegos hasta los acantilados de Chubut, su pasión y perseverancia la convirtieron en una referente indiscutida.
La Patagonia es un territorio que guarda historias enterradas en sus suelos, escondidas en sus costas y grabadas en sus rocas. Explorar estos vestigios del pasado ha sido la misión de Julieta Gómez Otero, pionera en la arqueología costera en la Patagonia, una disciplina que ha permitido reconstruir la vida de los primeros pobladores que habitaron la región.
Su nombre es sinónimo de descubrimiento y perseverancia, con una trayectoria que la llevó desde la estepa santacruceña hasta los paisajes marinos de Chubut, donde desenterró claves fundamentales para comprender la relación de las comunidades antiguas con el mar.
Su historia profesional comenzó en Río Gallegos en 1978, cuando, recién egresada de la Universidad de Buenos Aires, trabajó en el Museo Regional Provincial “Padre Manuel Jesús Molina”. Allí tuvo su primer acercamiento al vasto patrimonio arqueológico de la Patagonia.
Poco después, junto a la arqueóloga Elsa Barbería, presentó un proyecto que marcaría un hito: “Relevamiento e Investigación de la Arqueología y la Historia de la Provincia de Santa Cruz”, una iniciativa que la llevó a recorrer la cuenca del río Gallegos, donde descubrió valiosas evidencias de ocupaciones humanas milenarias.
“Trabajamos en la cuenca del río Gallegos en la zona de Punta Loyola y detectamos varios sitios arqueológicos. Entre ellos, uno excepcional, con fogones en cubeta, restos óseos y materiales líticos. Fue un descubrimiento clave, porque hasta ese momento no había registros tan antiguos en la región”, recuerda Gómez Otero sobre aquellos primeros años de investigación.
Sin embargo, su camino dio un giro cuando se trasladó a Puerto Madryn. Enfrentando las limitaciones económicas de la investigación, decidió enfocar su trabajo en la arqueología costera, un campo poco explorado hasta entonces en la región.
Desde los acantilados de Península Valdés hasta las playas de Camarones, comenzó a estudiar la interacción de los primeros habitantes con el mar, revelando cómo la vida en la costa influyó en sus prácticas, alimentación y movilidad.
“La arqueología costera es muy distinta a la de los abrigos rocosos del interior. Mientras en una cueva el material puede permanecer prácticamente intacto por miles de años, en la costa todo está en constante cambio. El mar avanza, retrocede, la arena cubre y descubre los vestigios. Es un trabajo donde cada hallazgo es una carrera contra el tiempo”, explica la investigadora del CENPAT-CONICET.
Descubrimientos que reescriben la historia
El trabajo de Julieta, además de haber quedado plasmado en estudios científicos, ha traspasado la pantalla. Su participación en el documental “Los huesos de Catherine”, sobre la historia de Catherine Roberts, la primera mujer galesa en fallecer en la Patagonia en 1865, le permitió llevar la arqueología a un público más amplio.
El film retrata el trabajo científico para saber si los huesos encontrados en Punta Cuevas correspondían a Catherine Roberts, la primera galesa adulta fallecida en Chubut.
Durante más de 20 años, junto a un equipo interdisciplinario, trabajó en la identificación de los restos hallados en 1995, un proceso documentado en el film que fue premiado en festivales internacionales.
“Fue un trabajo en equipo impresionante. Poder reconstruir la historia de Catherine a partir de los huesos, del análisis de su vestimenta y del contexto en el que se encontraba, nos permitió dar un paso más en la comprensión de la colonización galesa en la Patagonia”, destacó sobre esa experiencia.
Pero quizás su mayor contribución a la arqueología patagónica llegó en 2024, cuando encabezó un equipo del Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAus-CONICET) en uno de los descubrimientos más importantes de la región. En Camarones, identificaron los restos humanos más antiguos hallados en la Patagonia, con una antigüedad de entre 10.400 y 11.000 años.
“Este hallazgo es crucial porque nos permite conocer más sobre las prácticas funerarias de los primeros habitantes de la costa. Lo interesante es que encontramos evidencias de que estos grupos cazadores-recolectores adaptaron sus costumbres a la dinámica del ambiente costero, algo que hasta ahora solo podíamos suponer”, explicó Gómez Otero.
Además, estos estudios brindaron datos sobre su alimentación y adaptación al ambiente marino. “Hemos hallado restos de moluscos, huesos de aves marinas y peces, lo que confirma que la dieta de estos grupos dependía en gran parte de los recursos del mar. Esto nos obliga a repensar las dinámicas de subsistencia en la Patagonia prehistórica”, agregó.
A lo largo de su carrera, Julieta no solo ha contribuido al conocimiento científico, sino que también ha sido mentora de nuevas generaciones de arqueólogos y arqueólogas, inspirando a quienes hoy continúan explorando la historia oculta en las costas patagónicas.
“Siempre digo que el conocimiento arqueológico no tiene sentido si no se comparte. Formar nuevos investigadores y transmitirles la pasión por este trabajo es parte del legado que quiero dejar”, sostiene.
Su trabajo es un puente entre el pasado y el presente, un testimonio de que el territorio sigue teniendo mucho por contar, y que cada descubrimiento es una pieza más en el inmenso rompecabezas de la historia humana en la Patagonia.