La concejal Cintia Susñar impulsó el Programa Municipal Mujer Rural, que acaba de aprobarse en el Concejo Deliberante de Río Grande. Susñar comparte con El Rompehielos cuáles fueron sus motivaciones para realizar el proyecto y qué particularidades caracterizan la realidad de las mujeres rurales que habitan la ciudad.
Según opina Cintia Susñar, la cuestión rural nunca ha sido ajena a la realidad de Río Grande. “La fundación misma de la ciudad -repasa la concejal- tiene un origen rural, ya que fue con un frigorífico que se inició su historia. Desde este lugar se importaba y se exportaba lenga, animales y demás. Siempre fue una ciudad muy rural”.
“Todos en Río Grande tenemos algún pariente, vecino o familia que pertenece al ámbito rural”, dice Cintia, quien no es la excepción: “Yo estudié en la Misión Salesiana, una institución prácticamente ganadera. La ruralidad siempre ha sido para mí un interrogante: las madres de muchos de mis compañeros eran trabajadoras rurales. Eso me ha marcado mucho; una se pone a pensar y observa que durante muchos años no visibilizamos a las mujeres, que tanto aportan”.
“Como formo parte de la Comisión de Políticas de Género en el Concejo empecé a indagar sobre el tema y me preguntaba qué herramienta podíamos generar para visibilizar a la gran cantidad de mujeres rurales que habitan -desde hace unos treinta años- en las chacras de la margen sur de la ciudad”, cuenta Cintia.
“Actualmente, hay muchas productoras avícolas y otras que trabajan con verduras que antes creíamos que no crecían en nuestra tierra: lechuga, zanahoria, tomate cherry… También empezaron a innovar con frutos finos como las frutillas y moras. Toda esa producción va de la mano de la mujer y, a futuro, son productos que se pueden exportar”.
Junto con su equipo de trabajo, Susñar armó el “Programa municipal mujer rural” que se aprobó el 30 de junio y que se encuentra en instancia de reglamentación que le corresponde al poder Ejecutivo. Desde ese ámbito ya se viene trabajando en el área rural junto al Gobierno provincial, aunque desde un abordaje diferente: “Por lo general -explica Cintia- son programas de acompañamiento desde lo sanitario, generalmente para niños; las mujeres quedan del otro lado”.
La concejal Susñar se refiere a la situación geográfica en la que se encuentra la zona de chacras -cruzando el puente del Río Grande- que les dificulta el acceso a la ciudad, ya que por lo general son los hombres los encargados de buscar víveres en la ciudad y la mujer se queda en el campo. “Así, sucede que no tiene acceso a controles ginecológicos, a capacitaciones… Muchas, además, son víctimas de violencia”.
“Sabemos que el ámbito rural es un ámbito machista, que tiene una cultura del alcohol, con toda la problemática que eso trae. Ha habido femicidios y, sin embargo, la ciudad parece ajena a esta cuestión: no logramos llegar a esas mujeres sino hasta que suceden estas cosas. Lo que proponemos ahora es hacer un relevamiento de todas las mujeres que habitan en la zona de las chacras de nuestra ciudad, que son muchas”.
La concejal ha visitado a las mujeres en sus casas, conoció la tierra que trabajan y el fruto de esa labor. “La mayoría son chilenas o del norte argentino. Tienen el perfil de mujeres duras, pero a la vez están sometidas y con trabajo precarizado. Al igual que ocurre con las mujeres de nuestros pueblos originarios, ellas son personas muy fuertes, pero están invisibilizadas: fortaleza hacia adentro del hogar, del núcleo familiar, pero tienen sus derechos garantizados. En algunos casos es porque no los conocen, pero también ocurre que como sociedad o como institución, no se los brindamos”.
Los encuentros que se generan entre estas mujeres son positivos no solo porque se avanza en la visibilización del colectivo, sino porque ellas mismas poco salen de sus chacras: “Siempre agradecen mucho la predisposición -expresa Cintia-. Las reuniones son muy buenas porque, además de conversar sobre sus gallinas, por ejemplo, surgen cuestiones de la crianza y de la vida cotidiana y, de a poco, se van conociendo más. La idea es nuclearlas y empoderarlas, mediante capacitaciones y sumando valor agregado a los productos que ofrecen”.
En el relevamiento que van a realizar se busca saber cuántas son esas mujeres en las chacras, cómo está compuesta su familia, qué es lo que producen y cuáles son las dificultades. “Nutrirnos de información”, dice Cintia, mientras piensa en generar futuros proyectos de trabajo. “Una vez que está el vínculo es más fácil detectar situaciones de violencia y, estando cerca, pueden abordarse de otra manera. El ida y vuelta es fundamental porque son mujeres que están acostumbradas a que el trabajo es a base de esfuerzo y por eso minimizan, les cuesta blanquear que están sufriendo porque ellas tienen que ser fuertes. Como trabajan la tierra, tienen que bancarse todo”.
“Junto a la Secretaría de Desarrollo Productivo iremos trabajando las distintas herramientas, capacitaciones y el asesoramiento para la producción agrícola, sumando a la tarea que se viene realizando mediante convenios con Nación, el INTA y otras organizaciones”, explica Susñar. Mediante este proyecto no sólo se logra visibilizar a las mujeres rurales, sino también al trabajo que se hace desde el Estado y que, muchas veces, se pierde por falta de organización. “Este programa nuclea todas las acciones y ese también fue uno de los motivos que me llevó a impulsar esta propuesta”.
Visibilización y empoderamiento, dos metas cruciales que se traza el Programa Municipal Mujer Rural. Mostrar que existen, demostrar que son fundamentales en la economía de la ciudad y confirmarles a ellas la importancia que tienen, aunque muchas veces no lo sepan: “Buena parte de la producción de Río Grande depende de sus manos. Hoy son una pata imprescindible del cambio hacia lo sustentable, hacia una alimentación sana y para nuestros objetivos de desarrollo sostenible. Ellas lo están llevando adelante, quizás, sin siquiera darse cuenta”.
Lucía Fernández Hadid