El pintor más joven que logró exponer en el museo de artistas emergentes de Carlos Regazzoni es fueguino. A pocos días de cumplirse un año de esa noche de exposición, Lautaro Asat tiene otra muestra lista para exponer, esta vez en su provincia natal. Su papá habló con EL ROMPEHIELOS y relató cómo se fueron sucediendo los hechos tras un año de conocer a “el pintorcito”.

El nombre de Lautaro Aast recorrió el país. “El Pintorcito” decía el Graph de Telenoche, que en horario central había decidido contar su historia a todos los argentinos. Lautaro tenía 8 años, y estaba a punto de tener una muestra individual en Buenos Aires en el Museo Arteme.

El artista plástico Carlos Regazzoni le contaba a la periodista Marina Abiuso ese día: “me mandaron un mensaje por Facebook desde Río Grande, un teléfono y  unas imágenes” recuerda en la entrevista del 12 de octubre del año 2016. “Basta, hacé una muestra individual acá en Buenos Aires”, sintentizó Regazzoni. Fue así como Cristian (el papá de Lautaro) su esposa y sus hijos se pusieron en marcha.

El 3 de noviembre se cumplirá un año de ese día que quedaría grabado en la memoria de los Asat por el resto de sus vidas. En la previa de este primer aniversario y de vuelta en su casa de Río Grande en Tierra del Fuego, Cristian nos pone al día de lo que fue ese recorrido.

Estamos armando la galería para la segunda muestra” adelantó a EL ROMPEHIELOS. Hace un año “arrancó la locura Regazzoni, después vinimos para acá. Lautaro siguió pintando, terminó una segunda serie que va a ser una sorpresa para Tierra del Fuego. Quiere presentarla si todo sale bien el 5 de noviembre, el día que cumple un año como pintor emergente”.

Fue todo muy loco, porque en algunos casos la respuesta fue muy copada y en otros como que les dio miedo. Un nene muy chiquito de 8 años que llegue a Arteme con Carlos”, rememora Cristian, como si hubiese sido ayer. “Él hablaba de nuestro hijo con palabras propias muy grandes. Escuchar de la boca de él cosas que no se imagina… Es como que al que le gusta el heavy lo llame Ricardo Ioriro, o el Diego o Messi a los que les gusta el fútbol y diga ‘trae a tu hijo que lo vamos a probar’”.

No se pudo conseguir un lugar para hacer algo con Carlos (Regazzoni) -confiesa Cristian-. Y resultó esta locura de armar una galería”. En el medio, el trabajo de Lautaro había recorrido el país. A su regreso, el intendente Gustavo Melella lo recibió en su despacho, la subsecretaría de Límites y Fronteras había usado sus dibujos para las tarjetas de fin de año.

Después de un año, cualquiera creería que las posibilidades y el apoyo llegaría de todos lados. Pero no. Respaldo de ningún tipo, ni oficial ni de ningún ámbito. Todo volvió a recaer en los hombros de los Asat, como al principio.

En ningún momento estuvo en tela de juicio el trabajo de él” señala Cristian, aunque confiesa que “se nos fueron de las manos un montón de cosas. Estamos haciendo todo como siempre, a pulmón. Yo soy empleado del estado, mi señora también. No es que tenemos padrinos ni nadie que nos haga el aguante” relata, y lejos del lamento asegura: “lo que cuesta vale, si hoy tenemos que decir ‘esto no lo hacemos’, yo prefiero hacerlo”.

Ese 3 de noviembre en el museo de Artistas Emergentes Arteme, en el barrio porteño de Recoleta hubo unas 650 personas. “Un montón de gente no solo quiso estar presente, sino que quiso exponer ese día -detalla Cristian-. Bandas en vivo, en un momento quiso bailar cuando estaba sonando la banda y se fue con sus pares. Todos bailaban ahí. Fue un tiempo para ver cosas que son inimaginables para una persona tan chiquita”.

Lautaro conoció muchísima gente del ambiente artístico under de Buenos Aires “y para él es algo normal. Él no se asombra, es como el muchacho de enfrente” describe su papá. Lejos de la excitación y el nerviosismo que cualquiera podría experimentar, ese vaivén de emociones en Lautaro “fue todo al revés, fue como un juego. Además, tenía contacto con Carlos, que le iba diciendo cómo manejarse”.

Tras un año de esa experiencia, la carrera de Lautaro siguió “de la misma manera que la arrancó: libre. Sin técnicas, sin limitaciones”, y no dejó de pintar. “Ya terminó su segunda serie, en cualquier momento van a estar colgados de las paredes”, dice Cristian con ese tono de padre orgulloso que no varió con los días. “Hay cuadros que tienen 2mt x 60, 1,20 x 1,20mt. Composiciones que uno le dice trabajo y para él mentalmente es un juego de 5 minutos”.

El día que no quiera hacerlo más, que no lo haga más”, aclara Cristian, dispuesto a acompañar a sus hijos en lo que decidan hacer con sus vidas. Durante el proceso, se había propuesto por parte de Regazzoni hacer un Museo de Arte Infantil pero la idea “medio que se pinchó, se ve que había otros intereses detrás en los que uno no quiso meterse”, aseguró. “En un momento no pudimos hacer algo físico, así que hicimos algo virtual (se puede ver en Facebook: Casa Galería RG TDF ). Escultores, pintores, que están todo el tiempo mostrando lo que hacen. Es una puerta de Tierra del Fuego al mundo”.

Me quedé con ese gustito amargo de no poder hacer la galería física”, introduce Cristian, pero aclara que con las ganas no se quedó y se va a inaugurar el próximo 5 de noviembre. “Lo hacemos sin ningún tipo de intervención” solos, a pulmón, con ellos mimos como respaldo y contención de lo que se va a hacer. “Si algo aprendí es a tener orgullo, y creo que artistas con recibo de sueldo no sirven” señala Cristian. Así va a abrir sus puertas Mi Casa Galería de Lautaro Asat.

Como el intendente nos invitó y nos acercamos en agradecimiento, recibí mensajes de un montón de gente” relata Cristian, aunque “nunca más se volvió a repetir, y no voy a estar insistiendo. Yo tengo que seguir educando a Lautaro y a Florencia que tiene 13 años”.

Florencia también fue reconocida por el Senado de la Nación por su libro infantil “El Diario del Oso”. “Hoy ella le está haciendo el catálogo a Lautaro, se están complementando como hermanos, no sé si por ausencia de otros. No pueden estar esperando de nadie -agrega Cristian-. Primero se tienen que educar y el día de mañana hacer lo que tengan ganas”.

Cristian también es artista y disfruta de la locura de su hijo “el pintorcito” como si fuera propia, pero aclara: “hoy por hoy quieren hacer esto y les gusta y tienen todo mi apoyo. Si mañana quieren hacer otra cosa también van a tener mi apoyo”.

 

Pablo Riffo

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