El proyecto incluye múltiples ensayos que se realizarán en el acuario de la Universidad Nacional de Quilmes.

En los últimos quince años, la nanotecnología presentó grandes avances en materia de salud y ello dio como resultado la elaboración de numerosos fármacos. En este marco, el estudio toxicológico a partir del uso de peces cebra, conforme transcurre el tiempo, se fue consolidando como modelo mundialmente aceptado. En la Universidad Nacional de Quilmes, Zebratox es una plataforma de ensayos que se utiliza al momento de probar nuevos medicamentos. Ampliar su acceso al resto de la comunidad científica puede ser una buena noticia si el objetivo es limitar el uso de otros animales como ratas y monos.

El pez cebra o Danio rerio es de agua dulce y cálida, originario del sudeste asiático. Según Carolina Martinez, investigadora de la UNQ y quien lleva adelante la plataforma junto con Jimena Prieto, el pez cebra “comparte características fisiológicas e inmunológicas con los seres humanos, entre los cuales existe un 80 por ciento de homología genética”. El acuario donde funciona Zebratox se estableció en 2011 y la Agencia de Noticias de la UNQ consultó a las investigadoras a cargo para que detallen sus contribuciones.

En la misma línea, la investigadora relata que el estudio de los efectos tóxicos de fármacos en peces cebra brinda más información respecto de aquellos que pueden realizarse en cultivos celulares. “Si se trabaja con larvas y embriones, que es lo que hacemos nosotros, a nivel internacional está aceptado como un modelo que tiene menor percepción del dolor. Por esto, tiene ventajas en el uso de animales de laboratorio”, sostiene. Desde la perspectiva de Martinez, el pez cebra es un modelo que se utiliza para estudiar varias cosas. Esto es: no solo es útil para el examen de aspectos toxicológicos sino también para abordar enfermedades humanas como Alzheimer, Parkinson y epilepsia.

El esquema internacional se conoce como las 3R: Reemplazar (aplicar métodos que eviten o sustituyan el uso de animales), Reducir (utilizar de menos cantidad de animales en los ensayos) y Refinar (mejorar el bienestar animal).

Como empezó todo

Según relata Jimena Prieto a la Agencia UNQ, durante la primera década del 2000, hubo un boom de desarrollos nanotecnológicos por parte de la industria farmacéutica. Si bien el estudio de la toxicología intrínseca de estos compuestos inició con fuerza, lo cierto es que siempre marchó detrás de los modelos hegemónicos. “En aquel momento, las evaluaciones se hacían en ratas y ratones. Sin embargo, a nivel mundial, se buscaban alternativas para reducir el uso de mamíferos”, recuerda Prieto.

En 2010, gracias a la financiación del Conicet y la UNQ, la científica viajó a España para formarse en el uso del modelo de pez cebra. A su regreso implementó un acuario en la UNQ gracias a un convenio de cooperación científica con el Instituto Leloir. Ese primer acuario fue la semilla del que hoy se planificó en las nuevas instalaciones de la UNQ.  

Un modelo muy aceptado

El pez cebra se estableció hace algunos años en Argentina, pero está aprobado por la comunidad científica desde los últimos tiempos. “En 2015, cuando arranqué mi etapa de posdoctorado, el modelo aún no estaba aceptado para tantas cosas en el país ni tampoco a nivel internacional. Se hacía muy difícil publicar. En la actualidad, está muy aceptado gracias a los numerosos ensayos que se hicieron a lo largo del tiempo”, dice Martinez.

A raíz de la cantidad de trabajos que se realizaron con el modelo de pez cebra, durante la pandemia se armó la primera Red Nacional en el rubro. En noviembre de 2023, se llevó adelante la primera reunión presencial en Rosario. “Si bien no somos tantos como los que trabajan en otros modelos animales, hay una comunidad que va creciendo”, opina Martinez.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas

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