Mi abuela me dijo una vez, hace tiempo, cuando tenía que elegir la profesión con la que me ganaría el pan dentro de este esquema productivo, que optara por alguna vinculada con el arte, ya que son las únicas que no pueden ser reemplazadas por las máquinas. Esta afirmación está cerca de ser desterrada.
Durante 2016 se conoció el proyecto DeepBach, sin dudas, uno de los avances más impresionantes en materia de Inteligencia Artificial (IA), ya que esta red neuronal tiene la capacidad de componer música, es decir puede crear arte. Algo que -hasta hoy, algunos creen- es una virtud exclusiva de los humanos.
DeepBach es una inteligencia artificial que se desprende del proyecto FlowMachines nacido en los laboratorios de investigación de Sony CSL. Esta IA fue alimentada con 352 corales compuestos por Bach, que luego se trasponen a otros tonos dentro de un rango vocal definido, capaz de obtener 2.503 corales. Un 80% de esta información es usada para reconocer armonías, y el otro 20% sirve para validarlas. A través de este sistema, DeepBach es capaz de componer melodías que suenan como si pertenecieran al reconocido compositor Johann Sebastian Bach.
Lo sorprendente del proyecto fue la experiencia que llevaron a cabo sus responsables, Gaetan Hadjeres y Francois Pachet, ya que pidieron a 1600 personas, 400 de ellos músicos profesionales y estudiantes, que escucharan dos armonías -una de Bach y la otra de DeepBach- y más de la mitad de los participantes dijeron que la música de la IA era una composición original del músico histórico.
Para llevar adelante el proyecto, utilizaron la técnica de machine learning o aprendizaje automático. Como todo, la técnica nace para responder a necesidades comerciales. Con la irrupción del BigData en la esfera global, las empresas se transformaron en criaturas sedientas de grandes cantidades de datos procesados para optimizar sus ventas, lo que dio origen a una demanda nueva: sistemas capaces de procesar esos datos con una velocidad feroz. El tiempo es dinero. ¡Hola IA, bienvenida al sistema capitalista!
No es la única experiencia en la que un sistema neuronal artificial se aproxima a algo tan íntimo como las emociones. Durante 2016, la FOX le pidió a Watson (IA) que realizara el trailer de la película Morgan. Watson lo hizo. Analizó la película, detectando los puntos de tensión y generó un avance fenomenal.
En Argentina, hace unos meses atrás abrió sus puertas Foster, el primer restaurante ciento por ciento automatizado de América Latina. Quienes deseen visitarlo se encontrarán con pantallas táctiles en las que solicitarán el pedido, lo abonarán a través de Mercado Pago y finalmente lo retirarán por alguno de los boxes con los que cuenta el local. Tras bambalinas, hay un jefe de cocina y cocineros, aunque muchos de los procesos también están automatizados. No hay mozos, ni cajeros y pocos cocineros. No hay puestos de trabajo. Aunque los ideólogos del lugar aclaran: “No tenemos menos empleados sino los mismos que un restaurant tradicional, porque hay ingenieros, gente de sistemas, soporte, mecánicos”. Más allá de la cantidad de puestos de trabajo, lo que queda claro, a partir de esta primera experiencia, es que el empleo se complejiza y que los empresarios odian los “costos salariales”.
Es en este punto que cabe preguntarnos: ¿Qué lugar dentro del esquema productivo vamos a ocupar? Es un interrogante que inquieta -sobre todo- si contemplamos los avances de la automatización dentro del sistema capitalista. Incluso es inquietante para el mismo Capitalismo; su base radica en el consumo, que está fuertemente motorizado por la clase trabajadora, pero los trabajadores no van a poder consumir, porque van a ser reemplazados por las máquinas. Los “1” de Silicon Valley se hacen esta pregunta, aunque obviamente no por solidarios. El problema es que no la pensemos los cuatro de copas de Latinoamérica. Quien resuelva primero esta pregunta, gana.
Pensando en términos localistas, hay que saber que el 40% del empleo registrado en Tierra del Fuego AIAS viene de la industria manufacturera. Uno de los grandes motores económicos de la Provincia tiene que ver con la industria. ¿Qué va a pasar cuando sea más rentable tener un brazo electromecánico armando plaquetas que un trabajador? Lo único que podemos afirmar ante esta pregunta es que el hilo, siempre pero siempre, se corta por lo más fino.
Luz Scarpati
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