Las elecciones de este domingo en el país más importante de América Latina se celebraron en un contexto económico atravesado por dos años consecutivos de recesión, mientras que en el plano político y social se le suman dos hechos: el escándalo del caso “Lava Jato” y el asesinato aún impune de la concejal Marielle Franco, en Río de Janeiro. En ese marco, Brasil decidió: eligió a Jair Bolsonaro.

Datos de abril indican que en la actualidad casi 15 millones de brasileños viven ahora en la pobreza extrema, lo que supone un 11% más que en 2017 y en ese mismo año, el 1% de la población más rica del país ganó 36,1 veces más que la mitad más pobre. Esto representa un gran retroceso en términos de distribución de la riqueza ya que hacia 2012, Brasil había erradicado el 75% de la pobreza extrema, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO).

La escalada de violencia posicionó a Brasil como uno de los países más peligrosos del mundo, según el Atlas de la Violencia 2018 publicado por el Instituto de Investigación Económica Aplicada, dependiente del gobierno de Brasilia, en el que se difundió que hay 30,3 muertes intencionales cada 100 mil habitantes.

Los espacios populares pierden terreno. Durante las últimas elecciones el Partido de los Trabajadores tuvo un bajísimo desempeño, a tal punto que Dilma Rousseff quedó fuera del Congreso. El domingo, 148 millones de brasileños concurrieron a las urnas para elegir quién sucederá a Michel Temer colocado en el sillón presidencial por el Congreso después de la destitución por impeachment de Dilma. El 55% del electorado votó por Jair Bolsonaro.

El ex capitán del Ejército de 63 años, centró su discurso en la lucha contra la corrupción y el delito común, lo que no es casual atento al contexto que atraviesa el país, con fuerte presencia en las redes social y utilizando una estética casi doméstica. Durante su primer discurso como presidente electo sostuvo que tienen los elementos y la gobernabilidad como para cumplir todas las promesas vertidas durante su campaña, aunque la composición del Congreso se presenta como las más fragmentada de la historia ya que la Cámara de Diputados, contará con más de 30 partidos para las 513 bancas, de las que el PT quedó con 57 -reteniendo la primera minoría- y el espacio de Bolsonaro la segunda con 51 bancas. Por su parte la Cámara Alta renovó dos tercios de las bancas por ocho años y el panorama es similar ya que contará con 21 partidos políticos distintos.

Bolsonaro es conocido por su declaraciones homofóbicas y misóginas, su fundamentalismo religioso y un programa económico de corte neoliberal, basado en las privatizaciones para reducir la deuda pública y la creación de un sistema de jubilaciones al estilo AFJP. Además propone flexibilizar las restricciones para portar armas con el objetivo de reducir el delito común.

Fernando Haddad del PT y candidato elegido por Lula da Silva -luego de que fuera proscrito- obtuvo el 44% de los votos y presentaba un programa económico diametralmente opuesto. A Haddad lo eligió el líder del PT y quien encabezaba las encuestas meses atrás, sin embargo no alcanzó. Lo eligió Lula, pero los brasileños no y esas elecciones tendrán impacto en toda América Latina.

Luz Scarpatti

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