A veces se dispara solo por necesidad, en otras ocasiones aparece de forma natural, pero muchas veces el trabajo repartido de las tareas de la casa recae casi exclusivamente sobre la mujer y los varones solo se limitan a “ayudar”.

Esa visión del rol masculino dentro de la casa viene siendo alimentada hace siglos. El macho es proveedor y la mujer es reproductora y, por lo tanto, debe limitarse al espacio circunscripto por su casa y sus hijos.

Según un estudio sobre uso del tiempo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), las mujeres invierten tres horas más de su tiempo que los hombres en las tareas domésticas. Y estas diferencias se verifican, prácticamente, en cada provincia del país.

El 76% de los trabajos domésticos no remunerados en Argentina son realizados por mujeres. Incluso las mujeres que trabajan full time le dedican más tiempo de su vida a estas actividades que los hombres que están desempleados.

Según el Departamento de la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas, las mujeres llevan a cabo al menos 2,5 veces mas trabajo de hogar y de cuidados, no remunerado, que los hombres.

Entre cocinar, limpiar, ir a buscar agua o leña o cuidar de las niñas, los niños y las personas mayores, las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres. Por tanto, tienen menos tiempo para dedicar al trabajo remunerado o trabajan más horas, combinando trabajos remunerados con otros que no lo son.

El trabajo no remunerado de las mujeres sufraga el costo en cuidados que sustenta a las familias, apoya a las economías y a menudo suple las carencias en materia de servicios sociales. Sin embargo, pocas veces se reconoce como “trabajo”. El valor del trabajo de cuidado no remunerado y del trabajo doméstico representa entre un 10 y un 39 por ciento del producto interior bruto; puede pesar más en la economía de un país de lo que pesan la industria manufacturera, el sector del comercio o el del transporte.

Con los daños producidos por el cambio climático, el trabajo no remunerado de las mujeres en la agricultura, la recolección de agua y de combustible sigue aumentando cada vez más.

Para acelerar el progreso en materia de empoderamiento económico de las mujeres, se necesitan con carácter urgente políticas que ofrezcan servicios, protecciones sociales e infraestructuras básicas, que promuevan la distribución del trabajo de cuidado y doméstico entre las mujeres y los hombres, y que permitan crear más empleos remunerados en la economía asistencial.

Pero, como en todo, también hay honrosas excepciones y en pleno tránsito del siglo XXI muchos varones han tomado protagonismo dentro de la vida familiar. A ninguno se le ocurre decir que “ayudan” en la casa, sino que las tareas se comparten porque es responsabilidad de ambos llevar adelante el hogar y los hijos.

Cuando los hombres hablan de “ayudar en la casa” pareciera que se sitúan fuera de ella, como si la casa fuera del resto de la familia y los hijos solo de la mujer y que ellos brindan colaboración solo cuando se la piden y a cambio esperan siempre que se les de las gracias.

Al entrar a la casa de Facundo se siente el aroma del pan tostado. Son las 6 de la tarde y sus hijos acaban de llegar de la escuela. Mientras da vueltas las tostadas dice: “aprendí que el trabajo de la casa tiene que ser en equipo cuando me junté con mi señora, hasta ese momento para mí el rol de ‘ama de casa’ era exclusivamente de la mujer”.

Pone un par de individuales de Batman, sirve la leche en sendas tazas amarillas y mientras unta un poco de dulce de leche afirma que “no tengo un solo recuerdo de mi papá lavando un plato, o barriendo, o cocinando otra cosa que no sea un asado. Para mí era lo más normal del mundo. Y te digo más, mis hermanas menores hacían cosas en la casa y a los dos hermanos mayores jamás nos tocó una de esas tareas”.

A continuación Facundo dice algo que hará que el famoso “rol de los medios” deje de ser un cuco durante algunos minutos. “¿Sabés de verdad cuándo me cayó la ficha? Una vuelta que leí una nota que se llamaba “No es amor, es trabajo no remunerado” e inmediatamente se me vino a la cabeza mi vieja. Ella cosía para afuera así que estaba todo el día en casa, a veces se quedaba hasta la madrugada a terminar cosas y a la mañana siguiente cuando nos levantábamos ya tenía el desayuno hecho y los guardapolvos almidonados”.

Lo que ganaba con la costura lo iba guardando en una latita de Nesquik y con eso a fin de año nos dábamos algún gusto. O sea, jamás se compró algo para ella, ¿entendés? Y encima nos atendía como si fuese su obligación. Pienso en eso y me mata”.

Los cambios sociales y económicos que se han ido generando han ido transformando el panorama tanto para hombres como para mujeres. “En la actualidad, el modelo para proveer la manutención del hogar se ha ido modificando. No solamente puede ser el hombre quien se encargue de esta responsabilidad sino que la mujer ha ido ganando terreno y es natural que exija también participación ya que no se puede estar en todos lados y cumplir todas las funciones”, comenta la socióloga uruguaya Catalina Gálvez.

Nano se quedó si trabajo hace un par de meses, hoy es “amo de casa” full time, pero siempre fue el que más se ocupó de las tareas del hogar: “mi mujer fue siempre la que más ganó y por ese trabajo a veces se tenía que quedar hasta más tarde y como yo tenía un horario más flexible acordamos que me encargaría de las nenas”.

El día empieza bien temprano, Nano recuerda cuando todavía no se habían comprado el auto: “nos levantábamos 6.30 de la mañana, teníamos 40 minutos de colectivo y yo viajaba con la beba en el fular y la más grandecita de la mano, después pudimos comprar el coche y la cosa se hizo un poco más fácil”.

Para mí es natural, quizás porque vengo de una casa en la que mi viejo también hacía de todo, cocinaba, limpiaba. Acá no existe la palabra ‘ayudar’ las cosas son de a dos y tratamos de hacer los dos lo mejor posible”.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas de España, las diferencias en el empleo del tiempo de hombres y mujeres continúan siendo significativas a nivel global, especialmente en las categorías de Hogar y familia y Trabajo remunerado, aunque las distancias se han recortado desde hace siete años.

Aunque la participación de las mujeres en el trabajo remunerado ha aumentado tres puntos y el de los hombres ha disminuido cuatro, aún hay más de 10 puntos de diferencia entre la participación masculina y la femenina en esta actividad (38,7% y 28,2%, respectivamente). Además el tiempo medio diario dedicado al trabajo remunerado por los hombres supera en más de una hora al de las mujeres”.

Por el contrario, aunque la participación masculina en las actividades de hogar y familia ha aumentado en los últimos siete años en casi cinco puntos y el porcentaje de mujeres dedicadas a las tareas del hogar ha disminuido menos de un punto, sigue habiendo una diferencia de participación en el trabajo no remunerado de 17 puntos porcentuales a cargo de las mujeres (74,7% los hombres y 91,9% las mujeres).

Cuando mi esposa empezó a trabajar, nuestro hijo mayor tenía apenas un mes, así que dejé de trabajar a la mañana para estar con el, económicamente nos servía más así. Ahora cocino todos los días, un poco porque me gusta y otro poco porque me sale rico”, dice Sebastián, orgulloso esposo de Aldana.

Para ellos el trabajo en equipo es fundamental para que la familia de 4 que integran marche sobre ruedas. “Eso sí, ella se encarga del tema de lavar la ropa porque yo soy medio ‘desteñidor’”, dice mientras se ríe.

Yo soy el que maneja los tiempos de la comida y la economía del día a día. Lo que cobramos va todo a una sola bolsa y no hay ‘mi plata – tu plata’. Se arreglan cuernitos de la canilla, se cambian focos, ajustamos tuercas, pintamos, todo en familia”.

El cambio de paradigma pareciera ser obvio en 2017, pero no lo es, aún cuesta que el varón ocupe roles de limpieza y cuidado dentro del hogar, todavía sigue siendo mayormente un trabajo -extra y no remunerado- de las mujeres.

Pero así como Facundo, que leyó una entrevista a la economista feminista Mercedes D`Alessandro y algo en su interior le hizo ruido, por ahí, con esta contribución del EL ROMPEHIELOS, tenemos suerte y ganamos algún otro varón feminista.

 

María Fernanda Rossi

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