Con proyectos que partieron desde las bancas del Frente para la Victoria y la Unión Cívica Radical, el Concejo Deliberante de la ciudad de Ushuaia se puso en el tapete una nueva discusión que abarca el enorme océano en el que nadan las mujeres a la búsqueda de la conquista de derechos.
Quizás pueda entenderse como un tema menor, no es raro escuchar reclamos del tenor “con las cosas importantes que pasan en la ciudad/provincia/país”, como si erradicar un evento que coloca a las mujeres en un mostrador al que se exponen a la crítica despiadada de semejantes que, con absoluta subjetividad, juzgan su forma, su cabello y su talle de corpiño no fuera un asunto del cual ocuparse.
Las prácticas arraigadas en la excusa de la tradición o los usos y costumbres no son intocables, de hecho, cuando las estructuras empiezan a debilitarse por el contexto, es el mejor momento para terminar de erradicarlas.
En los fundamentos del proyecto aprobado por el cuerpo deliberativo de la capital provincial (y votado por unanimidad) señala cuestiones tan obvias a la luz de la actualidad que hasta resulta curioso que exista alguna voz de oposición:
“La Organización de Mujeres Unidas y Organizadas dedicada a la Defensa de nuestros derechos sociales, nos dirigimos a usted a fin de solicitar su intervención para interceder ante el ejecutivo municipal, a fin de que reconsidere los criterios de elección de la reina de Ushuaia. Los requisitos que se estipulan en esta elección, en realidad son compatibles solo con los concursos de belleza o de aspirantes a modelos. Estimamos que la Municipalidad de Ushuaia como órgano estatal, además de pretender una representante con buena presencia debe también poner en valor otras condiciones inherentes a las personas que pueda repercutir positivamente en otras jóvenes. Los requisitos de medir 1,65 de estatura mínima, o de ser soltera y sin hijos nada tienen que ver con el concepto de representación de una ciudad, puesto que se basa en prejuicios y valores triviales y superficiales, que tampoco representan valores relevantes para ninguna persona, máxime cuando pregonamos la no cosificación de las mujeres. Tener 1,65 de estatura mínima, puede desplazar a muchas jóvenes que se destacan en la comunidad por su solidaridad, preparación académica, esfuerzo, belleza interior y exterior”.
¿Qué es lo que resulta verdaderamente importante a la hora de erigir a un par como representante de todas las demás personas que viven en una misma ciudad? ¿Realmente el tamaño de su cintura o el color de sus ojos marcarán una diferencia significativa? ¿Qué queremos que vean de nosotros bahía afuera?
La norma aprobada corre por la vía que el Municipio de Ushuaia ya venía transitando al haber trocado el nombramiento de una reina en la Fiesta Nacional de la Noche más larga, por “embajadores”, vecinos y vecinas que logran representar el espíritu que la ciudad capital de Tierra del Fuego quiere enviarle al mundo.
Valores solidarios, calidad humana, acciones desinteresadas, sin observar la imagen que devuelve una simple pieza brillante que cuelga de una pared.
“Lograr promover por un lado la sustitución de los concursos de belleza o la elección de ‘reinas’ o ‘princesas’ por el reconocimiento a personas mayores de 16 años que de forma individual o colectiva se hayan distinguido en actividades tendientes a mejorar la calidad de vida de la Ciudad de Ushuaia alentando la difusión de la cultura ciudadana, participativa y solidaria; y por otro, la selección de Embajadores y Embajadoras de la Ciudad que podrán ser propuestos por centros de estudiantes, establecimientos educativos, organizaciones de la sociedad civil, clubes deportivos, centros culturales, entidades de bien público y toda otra organización comunitaria que trabaje por una cultura ciudadana participativa y solidaria”.
La iniciativa propuesta tiene como fundamentos, entre otras cuestiones, el importante recorrido transitado para el reconocimiento de los derechos de la mujer en nuestro país desde la institución del voto femenino en 1947 a la incorporación en nuestra Constitución de los tratados internacionales en materia de derechos humanos, entre los que se encuentra la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
Y no hay que desentenderse del enorme daño que se le provoca a una niña o adolescente intentar meterla a la fuerza en los estereotipos socialmente aceptados. Resulta angustiante pensar que el mensaje que se les da solo intenta hacerlas encajar a la fuerza en moldes prefabricados, anulándoles su individualidad, su peculiaridad, en pos de lograr una banda y una corona, cuando quizás sean estos atributos anulados los necesarios para convertirlas en el estandarte que la sociedad debería ver.
“Teniendo en cuenta que los concursos de belleza entre niñas, adolescentes y jóvenes refuerzan la idea de que las mujeres deben ser valoradas y premiadas exclusivamente por su apariencia física, basada en estereotipos, promoviendo así, en muchos casos, una verdadera obsesión por la belleza corporal, por un ideal de perfección que nunca se alcanza e incluso, disparando en enfermedades como bulimia, anorexia y otros trastornos alimentarios”.
Todo depende del cristal con que se mire. Con qué verdad absoluta será posible calificar y clasificar la imagen de una mujer que se expone en traje de baño ante un puñado de señores y señoras que anotan sus pareceres en un papelito, como si tuviese realmente algún mérito haber nacido con alguna gracia física.
“La belleza no es un hecho objetivable, por lo tanto, calificarla y organizar un escenario de competencia es una situación discriminatoria que representan actos de violencia simbólica e institucional contra mujeres y niñas, propiciando situaciones que van en contra del espíritu de la Ley Nacional N° 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, y también de la Ley Nacional N° 26.061 de Protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes”.
Pasan cosas importantes en la ciudad, en la provincia, en el país y en el mundo y ciertamente muchas de ellas tienen que ver con las mujeres, con la lucha para encontrar la igualdad que durante siglos no solo ha sido negada sino que, además, estaba socialmente convalidada.
Falta mucho todavía, pero cada acción suma, las pequeñas y las enormes y todas nos abren una verdad indiscutible: no será por el nivel de belleza que provea la naturaleza por lo que serán alcanzadas las conquistas.
María Fernanda Rossi