En esta oportunidad, charlamos con Federico Marcel, Director Provincial del Patrimonio Literario de la Secretaría de Cultura de Tierra del Fuego y referente de la Editora Cultural de la Provincia, quien trabajó en la docencia durante 15 años con un proyecto de incentivación a la lectura en el colegio Los Andes (Ushuaia). Marcel, además, es columnista de programas radiales y televisivos, y un promotor cultural incansable que recomienda libros desde su página De jardines ajenos.

Los libros que nos gustan

El rol del crítico es un rol formal y no muy agradable. Me cuesta mucho reconocerme como crítico porque la figura del crítico no me cae simpática. Prefiero no hablar de los libros que no me gustan, y no me siento calificado para poner puntaje al trabajo de otros. Es una cosa muy pedante que no está buena. Lo que puedo es hablar de los libros que me gustan y cuáles son las fortalezas que encuentro en ellos. Me gusta más el rol de “recomendador”, de charlar sobre por qué hay que leer determinados autores y cómo ayudar a crear nuevos lectores; qué puentes se pueden tender desde diferentes propuestas pedagógicas o narrativas, para que ese pibe o ese adulto que no lee encuentre el libro que le permita abrir esa puerta y hallar esa afición tan linda que es la lectura.

En nuestra sociedad la lectura está en franco declive. La vertiginosidad del día a día hace que las personas no encuentren un espacio para leer. Leer nunca es pasivo pero es una acción tranquila, meditativa. Cuando las personas no encuentran un espacio para la lectura es porque no encuentran un momento de relax para dedicarlo a eso, o porque sienten que es una pérdida de tiempo. Prefieren ver una serie o una película o cualquier otra forma de divertimiento como las redes, que chupan y consumen gran parte de nuestro tiempo.

Pensamiento crítico y empatía

Asimov, cuando pensaba en una especie de pre-internet, imaginaba la red como  una panacea; imaginaba que ese espacio virtual iba a derribar la barrera de clases, sobre todo en términos de conocimiento y de acceso a la información. Era una mirada un poco cándida sobre internet. Dejaba afuera la parte oscura, lo relacionado con la posverdad (ese concepto que ahora está tan en boga), como la publicidad, las fake news, la opinión teledirigida por los grandes medios de comunicación acerca de cuál es la realidad que nos toca vivir (hoy el peso que le damos a la realidad fáctica termina siendo menor que la realidad que uno acepta por los medios de comunicación). Todo esto ocurre por la falta de pensamiento crítico. Y algo que te puede dar pensamiento crítico es el acceso a la lectura.

La lectura tiene también otro potencial que me parece que no se lo nombra con el ahínco que es necesario: la lectura te vuelve naturalmente empático. Es muy difícil encontrar un lector que no sea empático, que no tenga la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Eso es algo que en una sociedad capitalista e individualista como la nuestra, es completamente necesario. La lectura te abre caminos a la empatía porque vos tomás la visión de diferentes personajes. Te saca de ese foco del ego para transformarte en otras personas: en una anciana en el siglo XVII, en un señor rico en siglo XXXII, en un perro, en un árbol, en un enano mágico corriendo por las minas de Moria. Tenés un montón de posibilidades, y te da esa ductilidad que te obliga la fantasía, casi en primera persona, en estos universos narrativos. Inevitablemente, la lectura abre canales empáticos; después, relacionarte con otro de una manera más humana es más fácil.

En las redes pasa lo contrario. En las redes uno es el autor y el protagonista de su propia historia que no tiene contraparte. Además, las redes han habilitado un proceso de crítica al otro donde vos no le ves el rostro a la persona. Al otro le podés decir las cosas más horribles que se puedan llegar a pensar, amparado detrás de un teclado. Te genera la “satisfacción” de insultar y denigrar o creerte superior al otro por medio de lo que estás poniendo, pero vos no vez la reacción de la otra persona de manera directa. Por lo tanto, no ves el efecto de tu negatividad sobre el otro porque lo hacés a través de una pantalla de televisión. Eso rompe el proceso de descubrimiento de la empatía. Porque la empatía es ponerse en el lugar del otro, pero sobre todo notar cuando lastimamos al otro y poder modificar esa práctica insensible. Las nuevas generaciones crecen con la virtualidad sacándole el costado humano que es ver cómo reacciona el otro ante lo que decís. ¿En qué momento sentimos que nuestra verdad es “la verdad” por encima de las otras? La literatura nos permite acceder a universos múltiples, derribando esas barreras de certezas que uno tiene. Las certezas son horribles a la hora de tratar con otros; te transformás en un dictador de tu propio dogma, y es algo horrible porque no hay punto de confluencia con los demás.

De jardines ajenos

De recomendar libros en radios, de dar charlas en espacios de debate y demás, pensé en utilizar las redes para proponer lecturas que enriquezcan la vida de otros. Argentina, a pesar de todo, a pesar de la realidad política, de la realidad educativa, es una sociedad lectora. Es casi imposible subirse a un colectivo en alguna ciudad y no encontrar gente leyendo. Y si leés, está bueno animarse a otros escritores. Uno como lector encuentra nichos de confortabilidad. “Yo me quedo en el policial, porque es lo que más me gusta, o me quedo en la épica fantástica, o los clásicos (por qué no me voy a rebajar a leer un tipo como Stephen King)”. La propuesta de De jardines ajenos es visitar otros jardines literarios. A mí me pasa, hay géneros que me gustan mucho más que otros, pero, cada tanto, me obligo a cambiar. Intento ser esa cosa que decía Borges, un agradecido lector. Presto atención cuando me recomiendan un libro. Todo el tiempo me encuentro con cosas que me sorprenden.

Los formatos de recomendación de libros, en Argentina, no están tan en boga. Existen algunos programas en formato de podcasts, que tampoco son tantos. Hay algunos programas televisivos que hablan del tema, pero por lo general son más bien formales en el tratamiento, con un acercamiento a la literatura más serio, en formato de crítica. En formato de recomendación no hay mucho que ande dando vueltas en el país, sobre todo en redes. Se ha hecho un circuito interesante, en el cual aquellos que nos dedicamos a esto, de manera amateur y sin demasiadas pretensiones, nos recomendamos libros entre nosotros. Algo que escribo yo lo replica Lo mejor en libros, que es de José Capristo; yo replico un poco lo que José escribe, que es un excelente lector, y de repente hay tres o cuatro más que se dedican a lo mismo, y vamos haciendo una especie de red de recomendaciones. Apuntando a un público bien amplio, lo más amplio posible. Cada uno, por supuesto, tiene sus preferencias y su manera de narrar. Yo prefiero recomendar hacia atrás. Soy muy fanático del siglo XX, sobre todo lo que es ciencia ficción y terror. Me gusta la idea de los géneros no canónicos; son más accesibles y más permeables para el común de la gente. Es más fácil enganchar a alguien con Carrie que con Frankenstein. Frankenstein es maravilloso pero te exige un piso y una preparación previa en términos de paciencia y conocimientos del lector. Prefiero recomendar libros menos ripiosos. Para llegar a los clásicos, hay tiempo. La cuestión es encontrar libros que realmente te enganchen.

Leo mucho Bradbury, mucho King, mucho Tolkien, mucho Clive Barker (el horror también es lindo). Soy fanático del comic y me parece un género genial para primeros lectores. Si tu hijo lee manga, está buenísimo; que lea Superman, que lea Batman, que lea Maus, que lea El eternauta. Hay obras de comics que no tiene nada que envidiarle a la literatura clásica. Si leés comics, el salto a la literatura es inevitable. Compren comics a sus hijos y van a tenderles un puente maravilloso a la literatura.

Además de la columna de Fede Marcel, los jueves a la tarde en el programa de radio No te entusiasmes tanto, lo podemos encontrar en Esta tarde, un programa televisivo que se emite de lunes a viernes de 17 a 19 horas por la TV Pública fueguina. Aparece como columnista los días martes de 17:30 a 18:00hs, en un segmento dedicado a la literatura y los comics, comentando libros y charlando con autores fueguinos.

Fede Rodríguez
Foto: Rodrigo Muñoz

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