En la recta final hacia las PASO, todo está inundado de spots publicitarios, mensajes en las redes sociales y audios en las radios. Son algo menos de 20 días que nos separan del primer termómetro que será esta elección primaria.

En Tierra del Fuego, ningún candidato dirime el derecho de aparecer en la boleta de su partido; en todos los casos son listas únicas y, podríamos asegurar a priori, que ninguno quedará por debajo del piso que se exige para competir en octubre.

Cierto es también que, a pesar de que existen otras fuerzas que participan en la elección, son cuatro los candidatos que -al día de hoy- tienen más chances de conseguir una banca en la elección general. Los números de los sondeos varían, según desde dónde venga la encuesta, pero los protagonistas son siempre los mismos cuatro.

“La encuesta siempre le da ganador al que la paga” dice una vieja máxima de la política argentina, pero, en los hechos, ¿cuánto influye un sondeo de opinión?

Según el abogado y politólogo Colombiano José Fernando Flórez, “aunque es imposible predecir unívocamente el impacto de las encuestas en el sentido del voto, existen al menos tres argumentos que especifican su valor democrático:

  1. Las encuestas aumentan el interés de los medios y con ello la espectacularidad de la política, convirtiéndose en una herramienta de lucha contra el abstencionismo. Está probado que un mayor cubrimiento mediático aumenta la participación electoral porque el elector se entera más fácilmente de que hay elecciones y de su importancia.
  2. Son un mecanismo efectivo de prevención del fraude electoral. Unas elecciones sin control estadístico previo son el escenario ideal para la manipulación de resultados.
  3. Favorecen la realización de alianzas estratégicas que mejoran la representatividad del sistema. Es legítimo y deseable que electores con tendencias ideológicas afines, cuando advierten la inviabilidad de ciertas candidaturas, decidan promover alianzas para enfrentar en bloque adversarios más poderosos”.

El analista político Ricardo Pascoe afirma que es importante exigir que las encuestas sean realmente ejercicios científicamente acreditables que reporten lo que están viendo, lo que están analizando, para que realmente sean instrumentos útiles de análisis.

“No es un secreto que las encuestas forman parte del negocio mediático de las elecciones. Cada partido y candidato paga por tener sus propias encuestas con resultados propios, pues lo que buscan es tener a la mano un espejito de la bruja de Blanca Nieves, a través del cual pueden ver lo que ellos necesitan dar a conocer”.

Pero aún así, según el informe publicado por el diario El Milenio (México), se han realizado investigaciones para saber cómo las encuestas influyen en los electores: si desean sumarse al ganador (efecto bandwagon) o si suman al más débil (efecto underdog).

El efecto bandwagon sostiene que una parte de los votantes, al ver una encuesta, apoyará la opción electoral que aparece en los sondeos como favorita para ganar las elecciones, es decir, que se subirán al “carro ganador”.

El efecto underdog, por el contrario, afirma que movilizaría a una parte del electorado hacia la opción que las encuestas dan como perdedor o más débil (underdog significa desválido) para intentar convertirlo en ganador.

La verdad de las cosas es que los estudios en general son contradictorios, de manera que no existe una tendencia clara al respecto.

Al principio decíamos que estas elecciones primarias serían simplemente un termómetro, una especie de medición obligatoria del humor del elector. Cuando se cuenten los votos que se acumulen dentro de cada urna podremos hablar de un sondeo claro del mismísimo momento electoral.

De ahí en más habrá que evaluar qué puede modificarse en los dos meses que separan la elección general y cuánto se puede llegar a torcer una voluntad que ya se expresó con su herramienta más poderosa: el voto.

Ninguna foto representa el contexto general, tampoco se conocen el antes y el después del fogonazo; lo mismo pasa con las encuestas de opinión y con la intención de voto. El resultado es el aquí y el ahora de una muestra en particular. Habrá que esperar un par de semanas para saber qué dice la foto del 13 de agosto y guardarla celosamente para compararla con la del 23 de octubre.

 

María Fernanda Rossi

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