En las bases antárticas suele haber ritos de bienvenida o de bautismo.
Los jefes de estas unidades tampoco escapaban a estos ritos, ellos lo sabían y nunca denunciaron la rudeza del trato, como: ser encapuchados, llevados a un lugar ignoto y apartado de la base, obligados a jurar cuidar y defender a todos los integrantes de ese grupo y besar un “tótem” fálico de madera.
En la base argentina Esperanza donde había familias, el varón concurría a la cocina comunitaria retiraba la “vianda” con la comida para todo su grupo, salvo que hubieran decidido cocinar individualmente, cosa que era aceptada y provisto de lo necesario.
No se entregaban bebidas alcohólicas
En una reunión preliminar al viaje de los maestros fueguinos a la base, el Cap. Bertoto anunció los beneficios de los elegidos: el grupo que invernó en 1997 cobraria un suplemento de alto riesgo de $ 3.200 más un sueldo de $5000, dos (2) pasajes de Aerolíneas Argentinas para ser usado dentro del país, un crédito del Banco Hipotecario Nacional, y un auto nacional. Algunos de estos beneficios no se concretaron, vaya uno a saber porqué.
No tenían seguros de vida, y debían renunciar a juicios.
Las mujeres no debían embarazarse estando en la base, a pesar de qué habría un médico en el lugar.
En caso de evacuación el precio del pasaje era de $ 50.000.
La base Esperanza se aprovisionaba de agua de una laguna cercana que no se congelaba.
(Es zona volcánica.) El resto de las bases debía ¨picar¨ o cortar hielo para luego descongelar y obtener el preciado liquido
Hay tareas que desempeñaban todos los integrantes varones de la base, como: guardia en la usina y limpieza de cloacas.
En todas las bases las casas estaban sujetas con riendas o tensores que vibraban con el viento de 300 Km. y producían un ruido bastante molesto al que debían acostumbrarse todos los integrantes.
En una ocasión discutieron y pelearon la mujer de un suboficial y la mujer del oficial 2do. Jefe de la base.- (Dicen que las mujeres no se callan los problemas).
En el primer avión C 130 que legó evacuaron rumbo al continente al suboficial y su esposa, que por no completar el año de estadía perdieron muchos beneficios.
En caso de visitas todos los integrantes debían mostrarse en las puertas de las viviendas para saludar a los recién llegados.
Con buen tiempo podían salir a realizar cortos paseos, pero no acercarse a las pingüineras para no interferir la vida animal.
La consigna impartida a todos los participantes era la de: “Convivir”, por encima de las tareas científicas asignadas a cada uno de los integrantes.
Fuente: Testimonios varios
Recopilador: Chenú 2010