Tierra del Fuego vuelve a las primeras planas en los diarios de tirada nacional, los canales de noticias repiten imágenes de manera incesante y los sitios online reproducen videos que tomaron de las redes sociales. A todos les resulta llamativo que Tierra del Fuego haya tenido un día “de playa”, que las personas se hayan volcado masivamente a las calles, plazas, costas, paseos y que los trabajadores tengan un día libre porque la temperatura es insólita.
Los medios nacionales se mofan de la decisión de la administración Bertone de restringir la asistencia a los lugares de trabajo dadas las altas temperaturas. Se ríen y comparan la situación con Buenos Aires, Santiago del Estero o “los países del trópico”.
En las redes sociales remarcan “las pocas ganas de trabajar de los empleados públicos” y aprovechan la ocasión para tirarle alguna que otra palada de tierra a la provincia “puros beneficios ahí, les dan excensiones impositivas para ensamblar cosas chinas”. Es asombroso el nivel de desinformación que hay en torno al territorio más austral. Y, aunque por momentos parezca gracioso, la verdad es que no tiene ningún chiste.
De más está contar que las construcciones en Tierra del Fuego están específicamente pensadas para retener el calor, algo que no nos sobra en la mayor parte del año. Hay que optimizar los recursos y por lo tanto se usan aislamientos y termopaneles además de calefactores o sistemas de calefacción centralizados. Con una construcción así, ¿qué pasa si en lugar de 10 hacen 30 grados? El calor se retiene igual y se concentra.
No es por defender o denostar la medida popular o impopular del Ejecutivo, allá ellos lo que hayan considerado y por qué decidieron llevarla adelante. La cuestión es hablar de cosas especificas. No es menor que en Tierra del Fuego, donde la temperatura media durante el verano es de 20 grados menos se tengan estas temperaturas.
No es gracioso el calentamiento global, ni el efecto invernadero, el cambio climático o como les guste referirse al daño gigante que los propios seres humanos le estamos provocando al planeta.
¿Qué tiene de gracioso que la temperatura llegue a los -50 grados en Chicago y la gente se muera de frío? ¿O que la temperatura supere los 50 grados en Australia y la gente se muera de calor? ¿Cuál es el chiste de la desaprensión de los líderes mundiales que cuando les hablan de los daños medioambientales miran para el costado y sacan espejitos de colores de los bolsillos para que hablemos de otra cosa?
Parece insólito que haya que decir que no estamos preparados para este calor, pero no estamos preparados para este calor. Como no lo estaría la capital nacional o la provincia de Corrientes si durante el invierno sufrieran un clima extraordinario con -20 grados centígrados.
Qué risa, la verdad.
María Fernanda Rossi