La poda de invierno en las plantas de frambuesa es una práctica esencial para garantizar una buena producción de fruta y mantener la salud de los cultivos. Este proceso no solo ayuda a renovar las plantas y mejorar la calidad de la cosecha, sino que también es fundamental para reducir la presencia de enfermedades, asegurando así un cultivo más robusto y productivo.
Para las frambuesas no reflorecientes, el primer paso es eliminar las cañas que ya han producido fruta y que no se podaron durante el verano. También es necesario retirar las cañas enfermas o débiles, dejando entre 10 y 15 cañas vigorosas por metro lineal. Este manejo ayuda a concentrar la energía de la planta en los brotes más fuertes, lo que da como resultado una cosecha de mejor calidad.
En el caso de las frambuesas reflorecientes, además de seguir los pasos mencionados, es importante despuntar las cañas que dieron fruto en la temporada anterior. Se recomienda dejar sin podar la parte inferior de estas cañas, ya que será la encargada de fructificar en la nueva temporada, asegurando así una producción continua y sostenida.
Un aspecto fundamental en el proceso de poda es la higiene de los implementos utilizados. Desinfectar constantemente las herramientas, como las tijeras de podar, es crucial para evitar la propagación de enfermedades entre las plantas. Además, utilizar tijeras bien afiladas permite realizar cortes precisos y limpios, lo que favorece una cicatrización más rápida y saludable de las cañas podadas.
La poda adecuada de las frambuesas no solo asegura una cosecha abundante, sino que también es una práctica esencial para mantener la vitalidad y la longevidad de las plantas, garantizando así su capacidad de producción a largo plazo.
Fuente: INTA