Se sabe que la mayoría de los países del primer mundo han logrado su desarrollo en gran parte gracias al uso que han hecho de la materia prima y la mano de obra de los países en vías desarrollo. Ahora también sabemos a dónde van a parar los residuos generados por ese progreso. Un estudio reciente ha revelado que Europa envía más de 350.000 toneladas de residuos electrónicos a países del 3er mundo.
En las últimas décadas el consumo de dispositivos electrónicos se ha disparado, en especial en los llamados países del primer mundo, los cuales se encuentran en su mayoría en el viejo continente. La vida moderna está repleta de aparatos y aparatitos que van desde computadoras hasta relojes inteligentes los cuales, debido a los hábitos de consumo creados por el mercado moderno, tienen una vida útil brevísima, lo que significa que estos dispositivos terminan rápidamente en la basura.
Debido a la complejidad de su construcción y a la cantidad de componentes que contienen, la mayoría de ellos tóxicos y contaminantes, el tratamiento de los residuos electrónicos es complejo y costoso. Pero los países desarrollados parecen haber encontrado una solución: el 3er mundo.
Según un estudio elaborado por la organización global de vigilancia ambiental Basel Action Network (BAN) y en España por Fundación EQUO, Los países de la Unión Europea exportan en torno a 352.474 toneladas al año de residuos electrónicos a países en desarrollo. Llegar a esta información no es una tarea sencilla, ya que muchas veces los datos se ocultan o tergiversan para evitar que el público conozca lo atroz de las cifras. Para trazar el destino de los desechos, las ONGs instalaron se instalaron GPS en 314 ordenadores, impresoras y monitores antiguos, que posteriormente fueron llevados a los puntos limpios correspondientes. A nivel global, un 6 por ciento de los equipos fueron exportados de manera ilegal a países como Ghana, Hong Kong, Nigeria, Pakistán, Tanzania, Tailandia y Ucrania, fuera de la UE.
El presidente de la Fundación EQUO, Pepe Larios, ha denunciado que la Unión Europea “no está cumpliendo” con el Convenio de Basilea, ratificado por todos los Estados miembro. “Está intentando socavar su propia legislación con la excusa de exportar para reparar que es un coladero para gestores sin escrúpulos”, asegura. De los diez países estudiados (Austria, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Hungría, Irlanda, Italia, Polonia, España y el Reino Unido), todos los países, excepto Hungría, participaron en las exportaciones. El Reino Unido fue claramente el peor infractor, y la mayoría de sus residuos fueron a África. Italia, Alemania, España, Irlanda y Polonia también enviaron residuos electrónicos a terceros países.
Los residuos electrónicos no son simple basura. Se trata de componentes construidos con elementos altamente tóxicos y contaminantes que requieren de complejos métodos para su correcto tratamiento. Sin embargo esto no sucede en los países donde termina esta basura. Allí los residuos se someten a operaciones de reciclado peligrosas por debajo del estándar que involucraban la exposición de los trabajadores y la contaminación del entorno con métodos de extracción, quema, fusión o extracción de ácido químico utilizados para extraer cobre, oro, acero y aluminio.
Pero el problema de los residuos electrónicos no es responsabilidad exclusiva de Europa y los países desarrollados. Un reciente informe de las Naciones Unidas coloca a la Argentina en el ránking de los países de América Latina que más contaminación genera por el alto consumo de electrónicos per cápita y ausencia legislación para su disposición y tratamiento adecuado de recolección y reciclaje, después de Brasil y México. Para la ONU, la región tiene una carencia de regulación al respecto de la gestión de los residuos electrónicos. Al 2018, año en que se emitió el informe, solo siete países tenían leyes aprobadas para atender la problemática: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú, pero incluso así se encuentran en un proceso muy inicial y necesitan hacer mejoras.
Abel Sberna