En el marco de una nueva conmemoración del genocidio selk’nam (25 de noviembre) la comunidad llevó adelante una serie de vigilias en Ushuaia, Tolhuin y Río Grande para honrar a sus ancestros, visibilizar la historia silenciada del pueblo originario y, a la vez, sumar un mensaje explícito: un no rotundo a las salmoneras en la provincia.

La vicepresidenta de la comunidad selk’nam, Antonela Guevara, habló sobre el sentido de las jornadas y el posicionamiento ambiental del pueblo, que considera inseparable de su propia continuidad territorial.
Durante las vigilias, la comunidad incorporó de forma explícita el reclamo contra la salmonicultura. Guevara fue contundente: “Le decimos no a la salmonicultura ni en el mar, ni en lagos, ni ríos. Es una actividad no amigable y completamente dañina para el ambiente y para las especies del lugar”.
“Una actividad dañina para el ambiente”: el rechazo a las salmoneras
La comunidad selk’nam fundó esta postura no sólo en principios de protección ambiental, sino también en la experiencia internacional: “Chile es un ejemplo enorme. No se están renovando concesiones por incumplimientos. No hay capacidad de fiscalización: las empresas controlan sus propios informes y siempre dan bien. Cuando una fundación independiente investiga, aparecen los daños: falta de oxígeno, especies que desaparecen, destrucción del fondo marino”.
Guevara sostuvo que estos daños se vuelven visibles recién cuando ya son irreversibles y advirtió que la provincia no puede exponerse a repetir ese modelo. Para la dirigenta selk’nam, el rechazo a las salmoneras está profundamente ligado al derecho de los pueblos originarios —y de toda la sociedad fueguina— a decidir cómo producir, para qué y a quién beneficiar. “Nos preguntamos para qué y para quién vamos a dar estas áreas de sacrificio. La sociedad no se va a ver beneficiada”, afirmó. También recordó que la propia comunidad de pescadores artesanales de Almanza rechaza la actividad, ya que los desplazaría de sus territorios.
La dirigente aclaró además que la legislación provincial vigente -la Ley 1.355 que el Poder Ejecutivo pretende modificar- no prohíbe la salmonicultura, sino que establece restricciones a la producción con el objetivo de asegurar su sostenibilidad. Guevara calificó de “locura” que, a pesar de los conocidos impactos de las especies exóticas y de la millonaria inversión provincial en remediación ambiental (como en el caso del castor), se permita su ingreso. “Podemos potenciar a los productores artesanales de Almanza, darles seguridad jurídica, acompañarlos. Hoy son considerados usurpadores por el Estado, pero sí se habilitan concesiones enormes para multinacionales”. Y agregó una imagen potente: “No me imagino el lago Yehuin, el lago Fagnano o el Khami con jaulas de salmones. Son aguas que consumimos, que protegemos. No podemos contaminarlas. Es nuestra casa”.
Cada noviembre, la comunidad profundiza sus acciones de memoria “para que la sociedad no tome el 25 como un feriado más, sino como un momento de reflexión”, señaló Guevara y recordó que el reconocimiento de la fecha fue una conquista del pueblo selk’nam. Además, enfatizó en la necesidad de que los visitantes de la provincia aprendan sobre la historia de los pueblos originarios. En sus palabras: “Esta provincia recibe gente de todo el país y del mundo. Siempre es importante refrescar la memoria de quienes están y de los que recién llegan”.