De una cartera a otra, de un gobierno a otro. Los funcionarios públicos parecen comodines que pueden suplir falencias en las áreas que sea según quién esté a cargo de la administración pública ¿Qué perfiles se buscan a la hora de suplir cargos políticos? ¿Cómo se podría mejorar el establishment político provincial? Teorías y prácticas en esta nota.

Alejandro Ledesma pasó de ser dirigente de ATSA en 2012 a presidente de la Dirección Provincial de Energía en 2017. En el medio, fue director del IPAUSS en 2014, Prosecretario de ATSA en 2015 y secretario de Gobierno durante los primeros años de gestión de Gobierno de Rosana Bertone, su último cargo hasta su nueva función en la DPE.

Si bien puede ser anecdótico, la capacidad de multifunción que tienen los funcionarios políticos es desde admirable hasta cuestionable ¿qué los habilita a estar en el lugar que están? ¿Es mejor un funcionario con conocimiento técnico en el área o la capacidad política se valora más? Preguntas que intentaremos responder.

Guillermo Worman es Licenciado en Gestión de Políticas Públicas de la Universidad 3 de Febrero. Durante años fue director ejecutivo de la organización no gubernamental (ONG) Participación Ciudadana hasta que Bertone lo nombró Presidente de la Dirección Provincial de Obras y Servicios Sanitarios. Le preguntamos sobre el tema:

El Rompehielos —Siempre me resulta complejo el tema de cómo se eligen los cargos políticos y qué tipo de méritos tienen los funcionarios.

Guillermo WormanNo es fácil, no se estudia para ser funcionario. Tenés teóricos brillantes que fracasan y viceversa.

ER— Bueno, las direcciones de los Hospitales siempre las ocupan médicos y nunca resultan.

GWEse es un excelente ejemplo.

ER—Finalmente queda a criterio de quien conduce ¿no?

GWPara mí el mérito es rodearse de gente que compense tus déficits.

ER—La capacidad de gestión es el diferencial. Digo, relaciones públicas, saber con quién hablar y a quién preguntarle, tener técnicos alrededor que contesten las preguntas que un funcionario no.

GWAlgo así

ER— ¿Cómo lo veías vos antes de ser funcionario y cómo lo ves ahora?

GWSon dos formas de ver el mundo totalmente distintas, desde afuera hay tensiones que no llegás a captar, y desde adentro si es una buena experiencia transitar por los dos mundos para dimensionar la gestión.

ER— Lógico, creo que en general la política es así. Muy sábana corta para todo.

GWNo sé si hay algo general, es una experiencia diferente para mí, por lo menos. La gestión de un servicio público tiene un nivel de demanda y tensión muy alto, permanente, constante; y tenés multivariables que considerar: los gremios, el gobierno, los medios, etc. Sobre todo, hay un pasado o herencia con el que tenés que convivir y no tenés responsabilidad directa. Y no podés decir FUERON ELLOS. Ahora estás vos ahí, el usuario demanda con razón respuestas, hayas sido vos el responsable o no de algo que se hizo o no se hizo tiempo atrás.

ER— Ahora, supongamos que vos tenés que elegir un funcionario ¿qué cosas tenés en cuenta?

GWCapacidad de administrar relaciones personales, decisión, comprensión de la temática que tiene por delante, compromiso y conocimiento de la dinámica de la administración (tribunal de cuentas, proceso administrativo, etc). La cabeza de un área es como un técnico de un equipo. Tiene la responsabilidad que todos los jugadores actúen coordinadamente y con eficiencia. Hay que mostrar resultados concretos. Para mí, la clave es construir un mito de gobierno: para qué estamos acá, qué vamos a hacer, a quiénes vamos a beneficiar, por qué. Y sobre todo, poder comunicar eso.

Lo cierto es que no hay fórmulas que garanticen el éxito de una gestión. Lo aclara Fermín Randón Salgado, Diplomado Superior en Gestión y Control de Políticas Públicas con una Maestría en Administración pública en su etapa final.

Hay que tener presente que tanto la Constitución Nacional como demás dispositivos provinciales establecen que los cargos, al menos ministeriales, sólo requieren idoneidad, y el que evalúa puntualmente eso es el Ejecutivo que elige la gente -especifica Randón Salgado-. Si esto es suficiente para decir que va a ser un buen funcionario, es difícil saberlo” aclara y ejemplifica: “muchas veces podemos poner al mejor de los médicos a manejar salud, o el mejor de los ingenieros a manejar Obras Públicas y eso no garantiza que a la larga ese funcionario haga un buen trabajo”.

Sobre si es mejor o no un profesional técnico para el área que se vaya a desempeñar, opina que “un profesional de un área que tiene que tener a cargo la administración pública no solamente trabaja con cuestiones relacionadas a sus cuestiones académicas o técnicas. Tiene que administrar recursos, administrar personal. Definir el sentido de las políticas públicas y además de todo eso lograr consensos para que eso avance”.

Si bien existen indicios de que si uno es bueno en lo que hace tendría que ser bueno en la administración de la cuestión pública, Randón Salgado opina que “hay otras cosas que tienen que ver con las relaciones con las personas, que me parece es lo más importante, y tiene que ver muchas veces con lo que exige el mercado laboral en todos los ámbitos”.

El diferencial es la “inteligencia emocional” que resulta necesaria para el liderazgo grupal y la capacidad para conectarse con la gente. “A mi entender, el camino que habría que empezar a tomar para elegir funcionarios es que sean realmente líderes. Líderes de sus carteras y del personal a cargo, y para ser líder hay algunas cualidades que no son las técnicas”.

Como se evidencia desde la teoría y nos ha demostrado la práctica, la formación profesional en el área donde se requiere un funcionario no es límite ni tampoco garantía de que una gestión funcione. Como se menciona en ambos ejemplos, tanto la Educación en manos de docentes o la Salud en manos de médicos no dieron como resultado, en la historia reciente fueguina, una fórmula exitosa.

El Estado vs los gobiernos

Randón Salgado destaca un punto clave: “la aplicación de políticas públicas no es llevada a cabo por el ejecutivo o un ministro. Es hecho por un montón de personas que forman parte de ese proceso. Y esas personas tienen que sentirse parte de ese proceso y a gusto con el programa que se está implementando”. Por esto, opina el profesional, el desafío más grande es desarrollar una administración pública con una cultura nueva administrativa y para eso los funcionarios son clave. Tanto nacional, como municipal y provincial.

Otro punto interesante que destaca el hoy titular de Anses en Río Grande, es que no se cuenta con escuelas de gobierno, por lo que aquella persona que se quiera dedicar a la cosa pública no tiene lugares de formación. “Lo más difícil que tiene una persona cuando está a cargo de un equipo que implementa políticas pública es la toma de decisiones. Es muy difícil cuando uno no tiene una formación para evaluar el impacto de la toma de decisiones y caemos en el instinto de un político que es bueno ganando elecciones pero eso no significa que sea bueno administrando o implementando políticas públicas”. Tiene que haber un punto de contacto entre los cuadros técnicos a cargo de la implementación de la cuestión jurídica administrativa y técnica, y todo el resto de las personas a cargo de la faz estrictamente política. Muchas veces no se logra confluir entre la parte territorial de la política y la parte técnica.

Si no se genera un espacio donde los liderazgos que surjan sean de conexión y empatía, liderazgos sanos que surjan dentro de los mismos esquemas -y como pasa hasta ahora que los liderazgos son impuestos- impide el desarrollo de nuevos referentes”. La idea sería al revés: “buscar a quienes son referentes, tienen ascendencia en lo que hacen y ver si pueden construir un equipo para administrar una cartera determinada”, enfatiza el funcionario nacional.

Visión ampliada

Consultado sobre su visión fuera y dentro de la función pública, Randón Salgado cuenta que “he estudiado mucho en la parte académica de liderazgos y recurso humano”, algo que considera la clave para una administración pública más eficiente.

Obviamente, los años de estudio siempre son un poco más simples que la realidad -sincera-. La realidad te pone de cara con personas que por ahí no piensan igual que vos, que tienen un concepto distinto. Que tienen una cultura administrativa ya formada y que es muy difícil de cambiar”, agrega el funcionario.

Por último considera necesario plantear dentro de la administración pública “que el cambio es la constante. Que no es tan dramático” y que la selección del personal debería ser más ajustada “a lo que realmente pasa en el mundo laboral: exigir una base de conocimiento y exigir una base de compromiso, y más en las áreas sociales donde se trabaja con personas que tiene problemas de naturaleza social o extremadamente urgentes. Necesitamos personal que también tenga desarrollada la inteligencia emocional, que pueda conectar con esos problemas y no los traten como un número”.

Para el desarrollo de estas mejoras, Randón Salgado entiende que hay dos ejes a tener en cuenta. En primer término vuelve a hacer hincapié en que “el cambio es la constante” y explica que “seguramente, viene otro gobierno y quiere hacer cambios de funcionamiento interno que, entiende, son los necesarios para desarrollar su plan de gobierno” y que “frente a la integración de un nuevo plan de gobierno resulta chocante porque se acostumbró a una forma, y además porque muchos de los que están ingresan por afinidad al partido político o el gobierno de turno. Son cosas a cambiar como ejes puntuales”, recordando que “lo más probable que de acá a cuatro años haya otro plan de gobierno y tratar de amoldarse, no sentirse tan invadidos cuando un nuevo gobernante tiene una idea para que funcione la administración pública, sin que esto quiera decir que se eche gente ni nada parecido”.

En segundo término “entender que el estado no puede ser más la administración de un partido político, el estado es la administración de todos. Y tiene que tener ejes estables en cuando a políticas públicas que tienen que seguir a pesar de los cambios de gobierno y que esa parte es lo que hay que erradicar: que un partido cuando llegue al estado se identifique con un partido político. Esa es una de las grandes falencias que impiden desarrollar programas de gobierno”.

Varios, sino todos estos planteos hipotéticos requieren -como en muchos otros casos de formación y consolidación de programas de gobierno- una decisión política. Sin esta decisión, las administraciones de los poderes ejecutivos pueden tener una fórmula personalista de selección de los funcionarios que termina al momento en que su mandato caducó. La reforma es profunda, compleja y requiere de múltiples actores a la hora de llevarla adelante.

Sin embargo, la decisión política por sí sola no es suficiente. Requiere el acompañamiento de todo el arco político y el consenso social para que funcione -Ésta y cualquier otra decisión política que se pretenda implementar- con el fin de hacerla permeable a los gobiernos de turno.

 

Pablo Riffo

 

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