Tenía 8 o 9 años cuando me enteré y la verdad no me traumó. Me di cuenta cuando la vi a mi tía correr con los regalos hacia el árbol mientras nosotros volvíamos de ‘perseguir a Rudolf’, que era la excusa con la que nos sacaban de casa después del brindis para acomodar todas las cosas”, dice Tomás, que hoy tiene casi 20 años y colabora en mantener la ilusión de su hermana de 7.

Papá Noel, los Reyes Magos, el Ratón Pérez, son siempre objeto de debate. Que es mentira, que es tradición, que mejor sí, que mejor no, que es mayor el daño, que todos creen y una lista de etcéteras tan larga como la Gran Muralla China.

Matías es contador público y está absolutamente en contra de la mentira institucionalizada del señor gordinflón vestido de rojo: “A mis hijos les expliqué claramente que no existe. Si les digo a mis hijos que dios no existe, ¿por qué les tengo que decir que Papá Noel sí?”, argumenta tajante.

Para Graciela, psicóloga, la cuestión es menos grave: “nosotros sostenemos hasta que empiezan a preguntar, ahí contamos de dónde viene la tradición y reforzamos que tendrán su regalo como siempre, nos gusta la ilusión de la Navidad”, pero también aclara que “si a un niño le contás desde chico y previo a eso no vivió toda la tradición en su familia, no tiene por qué afectarlo. Después está el tema de no decirlo a sus amigos por respeto, ahí se complica porque es la edad escolar”, sostiene.

Natalia, que es organizadora de eventos, terminó sucumbiendo ante la presión de la familia: “yo no estoy de acuerdo, pero me rompió tanto la paciencia mi entorno con el tema de la ilusión, que tuvimos que arrancar con la mentira. Todavía me cuesta decirle que los regalos se los trae Papá Noel y no que son de parte nuestra, de sus tíos, abuelos, etc. Me parece una idiotez. Yo soy la única por acá que piensa así; bueno, mis viejos nunca nos mintieron a nosotras, pero todo el resto del entorno me trató de ‘Maléfica’ cuando propuse no mentirle”.

Pero, a todo esto, ¿qué dicen los expertos?

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y de la Universidad de Nueva Inglaterra (Australia)* sugiere que esta pequeña mentira puede hacer que los niños desconfíen de sus padres y podría afectar a sus creencias morales.

Todo parte de la base que desde muy pequeños les decimos a los niños que mentir está mal y que decir la verdad es lo correcto. Sin embargo, ¿cómo les afecta esta enseñanza moral una vez que descubren que los Reyes Magos o Papá Noel son en realidad los padres y que les han mentido todos estos años?

La moralidad de hacer que los niños crean en tales mitos tiene que ser cuestionada. Todos los niños eventualmente descubrirán que se les ha mentido constantemente durante años, y esto podría hacer que se pregunten qué otras mentiras les han dicho”, explica Christopher Boyle, coautor del trabajo.

Si es correcto hacer que los niños crean en Papá Noel o en los Reyes Magos es una pregunta interesante y también es interesante preguntarse si mentir de esta manera afectará a los niños de maneras que no se han considerado, pues los niños pueden cuestionar a los padres como guardianes de la sabiduría y la verdad”, continúa Boyle.

Según Kathy McKay, coautora del estudio, algunos niños podrían cuestionar si son capaces de confiar en sus padres al descubrir que sus creencias navideñas son una mentira: según los investigadores, a veces es correcto decirles a los niños ‘mentiras blancas’, que son más amables y suaves que ofrecerles detalles realistas (por ejemplo, cuando se les muere una mascota).

Sin embargo, los autores argumentan que cuando se trata de mitos de la infancia como Papá Noel o el hada de los dientes, los padres pueden estar perpetrando estas mentiras más para su propio beneficio en lugar del de sus hijos. ¿Está esta mentira navideña conducida por el deseo de los padres de volver a entrar en la infancia?

Hay una persistencia de fantasía en la edad adulta. Ejemplos como Harry Potter, Star Wars, Doctor Who… Los adultos que llevan a sus hijos a una convención de Star Wars como excusa para vestirse como Han Solo o la Princesa Leia son algo bastante común”, explican los autores.

Parece que al regresar a un mundo de fantasía, hay un consuelo en poder volver a entrar brevemente en la infancia, que fue una experiencia mágica para muchos. Un tiempo en que la imaginación fue aceptada y alentada pero que se pierde en el espacio y el tiempo de la edad adulta”, comentan.

Así como existen aquellos profesionales que argumentan en contra de sostener la existencia de un ser irreal, están aquellos que aseguran que, para tranquilidad de todos, esa mentira piadosa que ha pasado de generación en generación no provoca daño alguno.

El mito de Papá Noel viene ya de mucho tiempo atrás y no crea ningún problema emocional ni de desconfianza en el menor, ni en la relación de padres a hijos”, asegura la psicoterapeuta Anabel Castrezana, vinculada a Kaiser Permanente. “La niñez es una etapa única de fantasía e inocencia, así que no hay problema en mantener esta fantasía en el menor, siempre y cuando éste siga creyendo en ella”, explica a eldiariony.com

¿Cuándo revelar la verdad?

No existe una edad apropiada para hablar con los niños sobre la verdad sobre Papá Noel y, usualmente, son los hijos quienes dejan saber cuándo es el momento indicado.

Por lo general, esto sucede cuando los niños empiezan a adquirir cierto grado de lógica y habilidades de razonamiento. Puede ser que escuchen un rumor en la escuela o que un amigo les diga que no existe. En algunos casos, el descuido de los padres –quizás vieron los juguetes guardados en el placard– o el niño reconoció la letra de mamá o papá en la carta de Papá Noel. Si esto sucede, hay que contestarles con la verdad para no quebrantar la confianza”.

Se les debe decir que en realidad existió este hombre noble, pero que vivió hace mucho tiempo”, explica Castrezana. “Hay que contarles sobre las obras de caridad que hizo y que ahora él se ha convertido en uno de los símbolos más icónicos de la Navidad y que para mantener vivo su legado, los padres han tomado la responsabilidad de entregarles los regalos a los niños”, explica la experta.

Es importante recalcar que el creer en este tipo de leyendas cumple varias funciones durante el desarrollo infantil, como por ejemplo, una función moral y educativa”, recalca la psicoterapeuta. “Esta creencia, además de incrementar la imaginación del niño, tiene un propósito recreacional y de conservación y fortalecimiento de las tradiciones e ideas culturales”.

Pero ojo, es muy importante no usar la figura de este señor bonachón como chantaje: contrario a la piadosa mentira, lo que sí no está nada bien dentro de la tarea de la crianza es relacionar el buen comportamiento del menor con el hecho de que Papa Noel le traiga o no regalos.

Es importante dejarles saber a los niños que el buen comportamiento es algo que se bebe practicar todo el año. No es bueno utilizar obsequios materiales para recompensar el buen comportamiento en los menores”, apunta Castrezana

Así que el decirle a los niños durante la temporada decembrina o todo el año, “si no te portas bien, no te llegarán regalos”, resulta poco útil ya que, “al fin y al cabo, se le obsequiará un regalo en la noche de la Navidad”.

Cada uno analizará desde su propia sabiduría qué es lo mejor para los hijos que cría, en teoría nadie conoce mejor a nuestros propios hijos que nosotros mismos. La buena noticia es que no hay una respuesta correcta, no hay un lado del bien y otro del mal, simplemente decisiones distintas que tomamos como familia. Lo importante en todo esto es respetar otras decisiones que otras familias tomen. No se es más bueno ni más malo por dejarlo creer en un hombre gordo que baja por las chimeneas del mundo u optar por hacerles ver que los regalos vienen del mismo bolsillo de siempre.

Lo que sí nos hace más buenos o más malos es la tolerancia. Si tenemos eso, ganamos todos.

 

*El estudio ha sido publicado en la revista The Lancet Psychiatry.

 

 

María Fernanda Rossi

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