Se llama Ali Pakdaman.
De perfil muy bajo, afable orador, políglota y de muy buenos modales.
Si bien este diplomático iraní resultó ser poco conocido para el común de la gente y de la política argentina fue uno de los nexos más aceitados y oscuros del régimen iraní con el gobierno de Cristina Kirchner: desde su puesto de Encargado de Negocios de la embajada iraní en Buenos Aires, en 2013 se ocupó en gran medida de que el polémico memorándum por la causa AMIA fuera sellado entre la administración argentina y el gobierno iraní de Mahmud Ahmadineyad.
Pakdaman aparece mencionado varias veces en el fallo de casi 400 fojas del juez Claudio Bonadio que procesó, dictó prisión preventiva y pidió el desafuero de Cristina Kirchner y detuvo a varios ex funcionarios.
Nadie reparó demasiado en este personaje de bajo perfil aunque sus tareas diplomáticas en Buenos Aires lo llevaron a unir el régimen iraní con marginales de la política como Luis D’Elía, Jorge Khalil y Eduardo Esteche y a su vez con la Casa Rosada entonces manejada por Cristina Kirchner. “Usted tiene que ir a Irán porque Baharvand le quiere informar cómo van las cosas, cómo van a seguir, y aparte el sheik (por Moshen Rabbani) va a decir delante de todos, que todos los sigan a usted”.