La casa es muy chiquita y hace mucho calor, la salamandra suena de fondo mientras María* prepara la mesa para la merienda. Se mueve adentro de la casita como dando pasos de baile, cada uno calculado para llegar al otro lado sin tropezarse.
– La panza me pone medio torpe.
– ¿No vas a la escuela?, le pregunto.
– Al pedo, si cuando tenga el bebé ya no voy a poder ir, no se lo voy a dejar a mi vieja.
15 años tiene María y una realidad que, como su vientre, es imposible de esconder.
Según el informe desarrollado por la UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) en Argentina hay 700 mil nacimientos por año. El 16% proviene de madres adolescentes de entre 15 y 19 años (en algunas provincias equivale al 25%) y más de 3000 son de niñas de 10 a 13 años.
Cada día nacen más de 300 hijos de madres adolescentes en nuestro país; la inmensa mayoría de ellas no usa ningún método anticonceptivo al momento de quedar embarazada.
La gran mayoría de los embarazos adolescentes ocurre porque los chicos desconocen cómo funciona su propio cuerpo, o por haber escuchado mitos falsos sobre la sexualidad y las formas de cuidarse.
El alto número de embarazos no planeados en la adolescencia aumenta el riesgo de exposición a un aborto inseguro, de abandono escolar y de limitaciones de acceso al mercado laboral.
Se sienta en la punta de la mesa, “acá siento que hay más lugar”, se acomoda el pelo y sirve una generosa taza de malta con leche para ella y otra de iguales dimensiones para mí.
Me cuenta que ella siempre supo cómo tenía que cuidarse, pero que las cosas pasan igual, a su novio -cuatro años mayor- no le gusta usar condón y que bueno, se embarazó.
“Y bueno”, dice entre resignada y alerta. La miro con algo de sorpresa y trato de entender ese “y bueno”.
La gineco obstetra, Leonora Arditti, relata: “es muy fuerte verlas, con cara de nenas y a punto de parir. Llenas de miedo y muchas veces solas, tener que pasar por ese momento. Muchas incluso no tuvieron ni un control durante el embarazo”.
Según publica UNICEF, el 67,5% son embarazos no planeados, pero aún así el resto de los casos suelen tener sus propias particularidades. Según describe la Dr. Arditti “en muchos de los casos, al preguntarles si se cuidaban te dicen que no, o sea, si viene, viene. A veces se los pide la pareja, les piden que no se cuiden. Las adolescentes no son muy propensas a hablar, son reservadas, pero cuando hablan te cuentan, por ejemplo, que era la única forma que se les ocurrió para irse de la casa”.
“Ahora cuido a mis cinco hermanitos, pero cuando me vaya a vivir con Diego* por lo menos voy a tener uno solo para cuidar, qué sé yo, tampoco es que yo tenía planeado ser abogada”, dice María con una seguridad que te perfora el corazón.
En 2016 el personal de la Dirección de Epidemiología e Información de Salud del Ministerio de Salud del gobierno de Tierra del Fuego, elaboró un informe en que destacaba que el 65% de las adolescentes, de entre 15 y 19 años de edad, acudieron al hospital por diagnósticos relacionados con el embarazo. Muchas de ellas abandonaron los estudios.
Una de las recomendaciones de Unicef al país es “visibilizar el embarazo no intencional en la adolescencia como un problema de política pública”, además de fortalecer esas políticas con educación sexual integral (ESI) desde la escuela.
El Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, con apoyo de UNICEF, señala que la incidencia del embarazo adolescente entre mujeres entre 15 y 19 años de edad se distribuye de la siguiente manera:
En el NOA, NEA y GBA (que se aproxima a las áreas priorizadas por el programa), el 13,6% de las adolescentes está embarazada o ya tiene uno o más hijos.
En el interior de Buenos Aires y sur de la Patagonia (Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego), el 13,7% de las adolescentes está en esta condición.
En las regiones Pampeana, Cuyo y norte de la Patagonia (La Pampa, Neuquén y Río Negro), el 10,7% de las adolescentes está embarazada o tiene uno o más hijos.
El embarazo adolescente es un factor que condiciona las posibilidades de progreso de la madre y también la de los propios hijos.
¿Ya saben cómo le van a poner? -Sí, pero no te voy a decir porque lo vas a publicar y me van a robar el nombre (se ríe fuerte); parece no tenerle miedo a nada, quizás porque todavía no descubrió los miedos y las inseguridades que vienen con un hijo, no importa la edad que tengas.
*Los nombres fueron cambiados para proteger la intimidad de la entrevistada.
María Fernanda Rossi