En la provincia de Buenos Aires se aprobó en 2001, se reglamentó recién cuatro años después, pero en la vida real ley de talles no se cumple.

En 2017 comprar ropa para todos los cuerpos sigue resultado una tarea titánica, sobre todo cuando de talles que salen de la curva estándar se trata. Abundan los “talles únicos”, los números de las prendas se tergiversan y encontrar una prenda de moda para un cuerpo que no corresponde a la imagen que la marca quiere dar, se convierte en una larga y dura batalla contra molinos de viento.

Tengo 45 años y, a pesar de que soy una persona activa, nunca pude recuperar mi peso o mi cuerpo después de los embarazos. No te voy a decir que soy una ‘fashionista’ pero me gusta la ropa de moda, soy de las personas que tratan de seguir tendencias, busco lo que se usa, trato de tener un estilo, pero cada vez es más dificil”.

El otro día me quise comprar una remerita, reconozco que soy una mujer corpulenta, pero tampoco tengo un tamaño irreal. Fue muy chocante cuando me dieron una prenda XL y me quedaba ajustadísima, pensé que era un error y pedí otra, pasó lo mismo. De verdad eso no era XL más que en la etiqueta. Me amargó el resto de la semana”, cuenta Valeria.

AnyBody Argentina es parte de una asociación a nivel mundial y en nuestro país está comprometida en transformar la cultura visual actual y la sociedad para incluir a la gran diversidad de cuerpos. “Uno de los objetivos principales de nuestro trabajo ha consistido en promover el cumplimiento de la Ley de talles, para que la mayoría de las adolescentes argentinas y las mujeres puedan comprar ropa de moda con facilidad y sin prejuicios sobre su cuerpo. Además de colaborar con unas de las mejores marcas de ropa argentinas, hemos trabajado con el INADI y la Cámara de la Indumentaria con el objetivo de establecer una Ley de talles unificada y nacional; también presentamos nuestras recomendaciones para una Ley de talles nacional frente la Comisión de la Industria con varios asesores legislativos y otras entidades”, reza su página oficial.

El 5 de abril de 2017, la Diputada Nacional Victoria Donda realizó una actividad en la Cámara de Diputados junto a AnyBody Argentina con la finalidad de presentar un proyecto de Ley Nacional de Talles elaborado en conjunto. En la misma presentación, se compartieron los resultados de la 5° encuesta nacional, realizada del 1 de noviembre al 31 de diciembre de 2016, que demuestra la dificultad de las personas para encontrar talles en las prendas de vestir.

Una Ley Nacional de Talles inclusiva y coherente es esencial para eliminar la discriminación de peso institucionalizada que existe dentro de la industria de moda argentina para que todos puedan ejercer su derecho a vestirse en la manera que prefieren”, explicó en aquel momento Sharon Haywood, fundadora y directora de la ONG a nivel mundial.

Sabrina tiene 17 años, está en la cofitería con su mamá Susana. En la mesa hay apenas un vaso de jugo y unas tostadas de pan negro sin tocar. “Después de verla pasarla mal en todos los negocios a los que fuimos, tomé la decisión de mandarle a hacer el vestido de egresada. Es imposible”, dice Susana con una mezcla profunda de enojo y angustia. Sabrina solo asiente, toma de a sorbitos el jugo y de a ratos le asoma una lágrima.

Yo lo viví toda mi vida, pero soy una mujer grande y la verdad es que tengo un carácter que hace que este tipo de cosas no me afecten. Pero para una adolescente, entrar a un lugar y que prácticamente desde la puerta te atajen y te digan ‘acá no hay nada para vos’ es un golpe duro, sobre todo en esta etapa en que están tan vulnerables y son blanco fácil para cualquier efecto dominó”.

De a poco Sabrina se va soltando. Deja el jugo, corta a la mitad la tostada de pan negro de molde, le agrega una pincelada de queso crema, trata de que la culpa no asome, pero se puede detectar de lejos.

Somos un grupo de 6 amigas, vamos a todos lados juntas, nos acompañamos entre todas para ir buscando vestidos, empezamos en julio porque queríamos ir viendo con tiempo. Ellas 5 tienen cuerpos normales y yo soy la distinta -toma otro sorbo de jugo, no por sed, sino como excusa para el suspiro- todas consiguieron vestido o por lo menos sacar ideas para mandar a hacer el que querían. Yo no entré en ninguno”.

Obvio que no es la primera vez que me pasa, tenemos un chiste entre nosotras cuando vamos paseando y vemos en una vidriera algo que nos gusta y entramos a preguntar. Si nos dicen que es talle único nos reímos y decimos que es ‘para la única a la que le entre’”. No volvió a morder la tostada. Vuelve a bajar la cabeza y de nuevo le gana el silencio.

Durante la presentación del proyecto nacional de la ley de talles, la diputada Victoria Donda expresó que “el patriarcado impone, entre otros, el mandato a las mujeres de encuadrar en determinado estereotipo de belleza y hoy la sociedad nos impone a las mujeres ser flacas, con estándares muchas veces perjudiciales para la salud tanto física como psíquica, reproducidos por la industria de la moda”.

La legisladora aclaró que, según las encuestas, en Argentina a casi el 70% de las mujeres les cuesta encontrar talle adecuado de indumentaria.

Es por ello que este proyecto resulta tan relevante como plan nacional: “tiene como finalidad regular el sistema de talles en nuestro país y lograr que todas las mujeres puedan conseguir ropa acorde a su silueta, además de derribar los estereotipos”.

Mujeres en Igualdad (MEI) es otra ONG del país que trabaja para que haya talles adecuados y pide que se adopte “una ley nacional efectiva y sensible al derecho a la salud y la no discriminación de las argentinas y los argentinos”.

En Argentina, la ley de talles sigue siendo una cuenta pendiente. Según indica MEI, en la provincia de Buenos Aires, que tiene la ley más antigua –aprobada en 2001 y reglamentada en 2005– el 75% de las marcas no la respeta. También se promulgó, en 2009, la ley porteña, pero su reglamentación desvirtuó su espíritu original, advierte MEI y agrega que en Santa Fe, San Juan, Santa Cruz, Córdoba, Entre Ríos y Mendoza las leyes no se aplican o solo parcialmente. En tanto ya en 2009 un proyecto de ley nacional tuvo media sanción en Diputados pero perdió estado parlamentario.

Estaba paseando por Buenos Aires, disfrutando unos días libres, y cómo está lleno de negocios con ropa con buenos precios quise aprovechar. Imposible. En todos esos negocios era todo talle único, y obvio que ‘único’ significa talle S y con mucha suerte, talle M”.

Finalmente encontré un negocio de primera marca que estaba de liquidación por fin de temporada. Los jeans a precios insuperables. Normalmente uso talle 30 (o el antiguo 40), cuando pedí ese número la vendedora me dijo que ese talle no me iba a quedar. No me lo pude subir más que hasta las rodillas, no lo podía creer. En resumen terminé comprando talle 50, es decir diez talles más de lo que generalmente uso, eso a una adolescente la aniquila”, dice Fernanda.

Los estereotipos del cuerpo femenino están arraigados en nuestra sociedad, sujetos con tanta fuerza como un remache de una puerta Pentágono. Salir de esos cánones resulta tremendamente dificultoso, y claro que intentar romper moldes en una sociedad marcada por la imagen, también es agotador.

Pilar Morales, de Revista Trabajadora sostiene: “Una de las discriminaciones directas más evidentes a la que se ven sometidas las mujeres es sin duda la esclavitud de la imagen que según el modelo de sociedad imperante debe tener y los procesos a los que tiene que someterse para ajustarse al prototipo que se le asigna”.

Las mujeres deben permanecer jóvenes, delgadísimas, etéreas, sumisas, los mensajes repiten, a veces sutiles pero casi siempre claros y directos, que sus puestos en la sociedad, en el hogar y en la empresa están condicionados por la calidad de su pelo, por lo bien que huele o por lo eficaz que es comprando un detergente u otro, sin que se oigan protestas al respecto, salvo en casos muy sangrantes, de ningún sector social”.

La educación de las personas no se hace solamente en la escuela, esto es una obviedad, pero hay que pararse a pensar un instante en cuáles son los mensajes, imágenes y modelos que se les plantean a la infancia y a la adolescencia, en cómo se utiliza el lenguaje verbal y no verbal o simplemente como están colocados los maniquís en los escaparates de las tiendas de ropa, se ve el bombardeo al que están sometidos, un bombardeo constante que dirige sus deseos y sus metas hacía la perpetuación de los estereotipos.

La Secretaría de la Mujer de la Unión Sindical Madrid Región (USMR) plantea con el estudio “La imagen de la mujer en la publicidad”, elaborado por la doctora en Filosofía y experta en género Elvira S. Llopis, que la responsabilidad de cómo es la sociedad se encuentra en las personas que se dedican a la publicidad. Se abre el debate además de cómo considera esta sociedad a las mujeres, ya que los hombres no tienen este mismo tratamiento.

Las niñas y los niños tienen derecho a recibir una formación de la sociedad que erradique los estereotipos que han conducido sobre todo a las jóvenes a vivir corriendo siempre tras unas medidas, un peso y unas actitudes que les dividen en dos mundos paralelos que será muy difícil conciliar en la edad adulta cuando se les pida que sean tolerantes, solidarios y que valoren a las personas por algo más que por si tienen determinado auto y desde luego que no esperen que lleve una mujer dentro como trofeo. Este estudio es una herramienta más para transformar una sociedad que dista mucho todavía de ser igualitaria.

Respecto a la publicidad, las marcas de indumentaria y la falta de talles podría hacerse un enunciado igual de efectivo y contundente. Según los especialistas en márketing muchas marcas desisten de incluir en su curva de talles aquellos que no quieren que sean asociados a su imagen.

La conclusión es dura porque en el fondo sostiene que el cambio que evidentemente se necesita no ocurriá pronto. Seguiremos luchando contra nuestros cuerpos fuera de norma y continuaremos fuera de la imagen canchera y aceptada que imponen las marcas de moda.

Pero también es cierto que hay cada vez más mujeres dispuestas a dar la pelea. No será hoy, pero será.

 

María Fernanda Rossi

Deja tu comentario