“Bitácora de Viaje” es una serie de artículos que cuentan en primera persona las crónicas de navegación del proyecto CAOBA – RUMBO SUR que une Buenos Aires y Ushuaia. Se trata de un proyecto que articula navegación, ecología, socialización y educación, en una experiencia integral a vela.
Anibal Risso @anibalrisso @escueladevela
30/12/2020
Ya estamos en Ushuaia, paseando y descansando desde hace unos días. Es tiempo de reflexión mientras parte de la tripulación que hizo el tramo desde Mar del Plata prepara sus bolsos para regresar a sus hogares; se desarma así el segundo grupo de a bordo.
A lo largo de mi carrera trabajando como navegante, el armado de las tripulaciones, elegir los perfiles, la viabilidad en las combinaciones de temperamentos, habilidades y conocimientos que aporta cada cual al barco, es una de las tareas que más me gustan y en la que mi formación académica y familiar se pone más de manifiesto.
En el proyecto Caoba Rumbo Sur la gran cantidad de tripulantes que ya pasó y que pasará por el barco a lo largo de sus etapas, sumado a las diferentes complejidades en cada una de ellas, hizo de esa tarea un gran desafío.
Lograr equipos sólidos a bordo, divertidos, colaborativos y unidos no es tarea sencilla; todos conocemos historias de amigos que se embarcan y se desembarcan como enemigos, capitanes gritones y tripulantes insufribles.
Erradicar esas historias de los barcos fue siempre una premisa para mí y una de las máximas que repito hasta el cansancio en los cursos: “La parte más frágil de un barco y la que requiere más cuidado es la tripulación”. Una tripu sólida, divertida y unida no sólo hace a una navegación agradable y segura sino que además se convierte en una experiencia altamente vinculante y movilizadora emocionalmente, para mí la vida a bordo es mi laboratorio de interacción social.
En la tripulación Buenos Aires – Mar del Plata la mayoría ya se conocían, ya habían trabajado juntos, así lograr la integración de los nuevos fue mi foco.
Opuestamente, la tripu que se embarcó en Mar del nunca había navegado entre sí; la formación de parejas de trabajo dinámicas e ir encontrando de a poco sus gustos, momentos del día, puntos flojos y altos fue mi foco. Reviso lo recorrido y sé que lo logramos. Ver trabajar juntos, resolviendo los distintos problemas mecánicos (piloto, bombas, baño, limera), a los “ingenieros” era muy divertido; las tormentas de ideas que convocaban a toda la tripulación a debatir alternativas fueron magníficas y siempre con resultados mejores, con ideas claras y consensuadas.
Un barco lleno de tripulantes puede ser muy muy divertido o un gran infierno, solo hay que entender que no es sólo juntar gente que sabe navegar.
