Por Manuel Fernández Arroyo

A pasos del fin del mundo, el club Las Águilas se convirtió en identidad, refugio y familia.

A la altura del kilómetro 3.063 de la Ruta Nacional 3 —una ruta que se termina apenas 16 kilómetros más adelante, en el Parque Nacional Tierra del Fuego—, se encuentra el club de rugby más austral del mundo. En un valle rodeado de cerros y bosques de lengas, donde el clima es riguroso y el suelo pedregoso, una cancha de césped bien cuidada concentra la vida deportiva del club Las Águilas. Fundado el 9 de abril de 1990, con el correr de las décadas se consolidó como el club con más campeonatos del torneo provincial y una referencia del rugby fueguino.

Club Las Águilas


Pero antes del buen presente deportivo, con títulos, giras internacionales y ese césped verde, hubo una cancha de tierra, piedras y líneas torcidas. “Hoy en día los chicos más jóvenes les cuesta creer que la cancha principal tenía más piedras y ripio que la antigua ruta 3”, dice Juanpi Castro Videla, referente del club. “Tener una cancha de césped era el anhelo más grande que podíamos tener en aquellas épocas.”

“La cancha era de piedra, de tierra. Te lastimabas mucho. Sufrías, pero te gustaba tanto el club que no te dabas cuenta de eso”, suma Ángel ‘Oso’ Figueroa, jugador desde los primeros años y entrenador de varias generaciones.

“Muchos de los entrenamientos se planificaban solo para que un grupo de chicos y grandes nos dediquemos a sacar la mayor cantidad de piedras de la cancha”, continúa Juanpi. “Recuerdo un entrenamiento de la primera que Fede Giuliano comenzó con el botín a escarbar una puntita que luego terminó siendo una piedra tipo iceberg. Tuvimos que cortar todo y traer una pala para poder liberarla. Dejamos un hermoso cráter.”


Aquel esfuerzo compartido, marcado por recursos simples y condiciones difíciles, fue dejando una huella que aún perdura. Hoy la cancha tiene césped, pero también conserva ese sentido de pertenencia y el vínculo afectivo que muchos construyeron con el club. “Es mi segunda casa. Mis amigos están ahí. Mis hijos van a jugar hockey y rugby. Vamos en familia a ver a los chicos, a ver jugar la primera”, dice el Oso.

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De las piedras al césped

Las Águilas no sólo forjó una identidad: también escribió historia. En 1999 ganó el primer campeonato provincial organizado por la Unión de Rugby de Tierra del Fuego que comenzaba a crearse. Desde entonces, los títulos se repitieron y el club fue creciendo en competitividad. “El club ha logrado cosas muy importantes”, dice Juanpi. “Viajamos dos veces a Sudáfrica —en 1998 con la primera en seven, y en 2010 con la M16 en modalidad de quince— y también hicimos una gira europea por España y Francia en 2018.”

Uno de los hitos deportivos más recientes fue la clasificación al Torneo Patagónico de Clubes (TPC) en 2022. “Le ganamos a Pehuenes de Bariloche y al club Calafate de Comodoro Rivadavia en un triangular realizado todo en el mismo día”, cuenta Juanpi. “Ingresamos al TPC, tuvimos buenos resultados en 2023, y en 2024 logramos un histórico tercer puesto.”

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Plantel con el que se alcanzó el 3er puesto Torneo Regional Patagónico 2024

La cancha también creció. En 2014 se re-inauguró con césped natural y medidas reglamentarias, bajo el nombre de Juanchi “Huevo” Bianchi, un jugador querido fallecido en un accidente de snowboard. “No es por tirarle flores, pero me animo a decir que es una de las más lindas del país”, afirma Juanpi.

El legado de los entrenadores y el sentido de pertenencia

“Hoy todos los entrenadores hacen el esfuerzo por transmitir los valores que tenemos como club”, señala Juanpi. “Y en lo deportivo, estamos trabajando para que desde los más chicos hasta el plantel superior se entrene con un mismo sistema de juego. Queremos que haya una identidad clara.”

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Entrenadores 2025

El “Oso” Figueroa llegó al club en 1992, “me llevó un amigo, Mariano Torre. Me insistía e insistía que arranque, que estaba bueno… y bueno, arranqué en M15 en noviembre del 92. Y me recibieron muy bien. La verdad que había chicos que no conocía y que fueron muy abiertos, estaban contentos de que se sumara gente.”

Esa primera impresión, dice, fue clave: “la verdad que la primera impresión es la que a veces nos llevamos y la que nos deja en el recuerdo. De ese día no falté nunca más al club.” Oso fue jugador, capitán, entrenador de juveniles y de primera. Hoy ve a muchos de los que entrenó jugar en primera o ayudar desde otros roles. “Ver a esos chicos que entrené jugando en primera, o ayudando en el club, es muy gratificante. A mí de chiquito me ayudaron mucho, me llevaron de gira, y eso lo trato de devolver. Tratamos de inculcar eso: recibir bien al que viene.”

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“Creo que el presente que estamos viviendo es soñado”, dice Juanpi. “Es fruto del gran esfuerzo que el club viene haciendo desde hace más de diez años. Apostamos fuerte por el trabajo en los más chiquitos. Creemos que el semillero es el futuro del club y los resultados nos lo demuestran.”

“Hoy el club con el quincho, con la cancha de pasto, con la cancha iluminada que tenemos al lado para entrenar… son cosas que se fueron agregando últimamente y que están muy buenas”, suma Oso. “En cada división tenemos un profe de educación física, que es muy importante también. El club invierte mucho para que no se pierda esta cadena.”

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Hace un mes se estrenó un shop en el club, donde se puede comprar remeras y merchandising. “La gente que es fanática y le gustan los colores tiene un lugar donde comprar. Ver a los chicos por todos lados con campera, buzo, remeras del club, es algo que nos encanta. Y que ojalá siga así.”

“Más allá del recambio que estamos viviendo en el plantel superior, el futuro de nuestro club a nivel deportivo es muy esperanzador”, concluye Juanpi. “Y eso es Las Águilas: esfuerzo colectivo, pasión compartida, la camiseta como bandera.”

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