En el marco del Día del Ejército, el Presidente Mauricio Macri dijo: “Necesitamos Fuerzas Armadas que dediquen mayores esfuerzos en colaboración con otras áreas del Estado”. ¿Cuáles son las otras tareas? ¿Qué implica que las Fuerzas Armadas se inmiscuyan en la seguridad doméstica? Después de la sangre derramada durante los años oscuros de la dictadura, las diferentes fuerzas políticas llevaron adelante un acuerdo en el que delimitaron el campo de acción de la seguridad, defensa e inteligencia; ahora parece que el Gobierno Nacional lo quiere romper unilateralmente. Diferentes organismos de derechos humanos alertan sobre esta posibilidad.
En términos concretos, no hay un sólo renglón escrito sobre las nuevas tareas de las Fuerzas Armadas, pero cuidado con los discursos punitivistas que persiguen mayor control del Estado: ese control avanza sobre los derechos individuales de la ciudadanía. Entonces, bajo la excusa de “las nuevas amenazas” -frase que se repite sin cesar- meten a los militares por la ventana. Y las experiencias históricas propias y las regionales actuales demuestran trágicos resultados para los países que permitieron que las FFAA se introdujeran en la política de seguridad doméstica.
Existe un coqueteo con las Fuerzas Armadas que se da en un contexto regional de deterioro económico y ajuste, lo que supone un incremento de los niveles de conflictividad social. En ese marco es que se pone en la esfera pública la discusión sobre los límites de la actividad militar dentro de los límites territoriales. Convengamos que desde 1994 que en Argentina no hay un atentado terrorista. ¿Cuáles son las nuevas amenazas entonces?
El organismo que puso palabras sobre la ruptura de este consenso unilateral del Poder Ejecutivo Nacional fue el Centro de Estudios Legales y Sociales: “Ese quiebre es una definición política importante e implica la necesidad de que el Congreso discuta cualquier planteo del Ejecutivo”, sentenció la abogada Paula Litvachky, directora del área de Justicia y Seguridad del CELS. Y agregó en la entrevista que le hizo el diario Página/12: “Es falso que para desarrollar una política de seguridad se necesiten las fuerzas armadas”.
Otras de las grandes frases que escuchamos con frecuencia es “vamos a hacerle frente al flagelo de las drogas” y “queremos que Argentina vuelva al mundo”. Esas dos sentencias que, prima facie, parecieran no tener relación, la tienen. Las políticas públicas de muchos de los países que -ahora- Argentina mira como modelo para combatir el narcotráfico, aluden a ampliar la intervención militar en esas batallas. Sin embargo, la aplicación de esos esquemas sólo generó un incremento en los niveles de violencia institucional.
Diferentes autores en ficciones basadas en futuros distópicos indican que la ciudadanía está dispuesta a perder derechos individuales frente a la amenaza del caos. Por lo que compete preguntarnos: ¿Qué tan reales son “las nuevas amenazas del siglo XXI”? ¿Estará dispuesta la sociedad a perder derechos individuales con tal de sentirse protegida frente a una amenaza ambigua y poco clara?
Luz Scarpati
Foto: Presidencia de la Nación
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