Sátiras y relatos imaginarios sobre elementos, personajes y vivencias cotidianas de nuestra sociedad y el universo.

 

Hoy: La pelota manchada, de Renata Lerina

 

El siguiente relato es parte de una verdad que pocos conocen porque se hizo todo lo posible por ocultarla. Abran los ojos y no se dejen engañar.

La historia se desarrolla en los 80’s, cuando el fútbol ya era una religión y los futbolistas, dioses. Hosni Muhammad, presidente de un pequeño país árabe; Ross Hayward, director de una gran industria petrolera, Andrea Berlusconi, multimillonario excéntrico; y George Goizueta, director general de una conocida multinacional, decidieron armar el primer equipo invencible. Durante meses estuvieron rastreando con sus reclutadores a los quince mejores novatos de todos los equipos de baja división. Las órdenes eran buscar candidatos y registrar sus destrezas, resistencias, fuerzas y valentías. El atleta tenía que ser un imán que forzaba a los demás jugadores a pasarle constantemente la pelota.

Tras un año de análisis, encontraron a los quince jóvenes del equipo imbatible. Contrataron al técnico más competente del momento, Guillermo München, y en los papeles le dejaron muy claro lo que debía lograr en el más sigiloso secreto.

¿Cómo no llamar la atención de los medios con algo tan extraordinario? La respuesta estaba en el propio aparato mass-media: había que encontrar una distracción que engañara a los periodistas y al público; algo grande y que durara los meses necesarios para preparar al equipo.

Se sugirió armar una nueva carrera espacial, pero les pareció poco probable que encontraran dos naciones interesadas en este tipo de disputa estéril. Después pensaron en financiar un reality show sobre una persona que, sin saberlo, vive en un mundo creado para las cámaras. La idea les resultó verdaderamente interesante pero tardarían demasiado en realizarlo. Hasta que Andrea Berlusconi, el magnate, pensó en voz alta y dijo: ¿Y si empezáramos una guerra? Todos rápidamente aceptaron la idea. Era lo más fácil: siempre hubo y siempre habrá guerras, y a los medios les encanta cuando se trata de naciones poderosas.

Después de algunas semanas de preparativos en Irak, se organizó la invasión a Kuwait. Esto forzó la intervención de las Naciones Unidas, y todas las miradas del mundo se fijaron en ese evento. Fue la primera guerra transmitida en vivo y ningún país o empresa de comunicación quería quedarse al margen. El humo de las bombas le permitió al equipo imbatible entrenar en secreto.

Inspirado en el conflicto, Goizueta sugirió contratar a un militar para ayudar en el entrenamiento de sus valiosos cracks, argumentando que en sus comienzos, el fútbol fue fruto de las guerras y los jugadores eran soldados inactivos que en períodos de paz simulaban batallas deportivas. Fue elegido el comandante John Moore Jr., galardonado con la Medalla Militar por actos de valentía y devoción al deber bajo el fuego en el conflicto del Atlántico sur. Codo a codo trabajó con el técnico München y sus soldados de botines. Combinó técnicas marciales de los marines norteamericanos con el Spetsnaz ruso y la capoeira brasilera, convirtiéndolos en máquinas asesinas y goleadoras.

Estaban listos para la cancha, y para la guerra.

Una mañana, tomando un capucchino de cereza con sacarina, el comandante Moore tuvo una ingeniosa idea al observar la tapa de un diario que mostraba una violenta escena del conflicto bélico. ¿Sus soldados de botines podrían lucirse entre las filas de los verdaderos ejércitos? Todos aplaudieron la idea.

Días después, el comandante estaba listo para liderar a su pequeño ejército. Entraron en Falloujan, con la idea de derribar a un grupo de rebeldes. Se internaron por las calles y casas. Sus movimientos eran precisos, nadie los podía ver, siempre que encontraban el blanco y lo eliminaban sin el mínimo error. Era tanta la destreza del grupo que fueron ganando más y más confianza. Fue entonces que sucedió la tragedia: estaban todos sentados en una plaza de la zona de paz, comiendo kibes con humus, cuando un misil se precipitó desde el cielo, por un error de las fuerzas de coalición, y borró de la faz de la tierra la plaza, el equipo y su comandante.

Dicen que Hosni Muhammad logró rescatar los cuerpos destrozados y los llevó a enterrar en algún cementerio oculto adentro de su país. Esto nunca lo sabremos.

El resto de los que podrían echar luz sobre este asunto niegan su participación en esta historia.

 

Renata Lerina

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