Esta semana se celebró en Nairobi la Asamblea de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente, en la cual los diversos países signatarios debatieron sobre los desafíos que afronta el planeta y las acciones que se deben tomar para superarlos.
La Asamblea de la ONU por el Medio Ambiente cuenta con la adhesión de los 193 Estados Miembros de la organización y la participación de fondos y programas, agencias especializadas, organizaciones intergubernamentales, sociedad civil y sector privado. Este año, la Asamblea tuvo como consigna “Por un planeta sin contaminación” y se abordaron los seis principales desafíos planteados en el informe Frontiers 2017. Estos son la resistencia a los agentes antimicrobianos, los nanomateriales, protección de las áreas marinas, tormentas de arena y polvo, acceso universal a la energía limpia y migraciones climáticas.
El objetivo principal de la Asamblea, de la cual participaron más de 4.000 jefes de estado, ministros, líderes empresariales, funcionarios de la ONU, representantes de la sociedad civil, activistas y celebridades, fue llegar a acuerdos y acciones en pos de reducir la contaminación ambiental, haciendo énfasis en reducir los problemas ambientales relacionados con el vertido de plásticos a mares y océanos de todo el planeta.
“La ciencia nos mostró en esta Asamblea que hemos sido tan malos en cuidar nuestro planeta que ahora tenemos muy poco margen para cometer más errores”, dijo Edgar Gutiérrez, ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica y presidente de la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente de 2017. “Con las promesas hechas aquí, estamos enviando el poderoso mensaje de que escucharemos a la ciencia, cambiaremos la forma en que consumimos y producimos, y abordaremos la contaminación en todas sus formas, en todo el mundo”.
La Asamblea concluyó con la redacción de un documento oficial en el cual los Ministros de Ambiente de las naciones participantes emitieron una declaración en la cual se comprometen a honrar los esfuerzos para prevenir, mitigar y gestionar la contaminación del aire, de la tierra y el suelo, del agua dulce y de los océanos, que perjudica nuestra salud, sociedades, ecosistemas, economías y seguridad.
“Hoy hemos puesto la lucha contra la contaminación en un lugar destacado de la agenda política mundial”, dijo Erik Solheim, director ejecutivo de ONU Medio Ambiente. “Tenemos una larga lucha por delante, pero la Asamblea mostró que hay un apetito real por un significativo cambio positivo”.
Entre los compromisos asumidos por los países participantes se encuentran el incremento de la investigación y el desarrollo en cuestiones ambientales, el diseño de acciones estratégicas para atacar la contaminación, incentivar a las sociedades a volcarse hacia estilos de vida sostenibles basados en una economía circular, promover incentivos fiscales para estimular a los mercados e incentivar cambios positivos, fortalecer y hacer cumplir las leyes sobre contaminación, entre otros.
La asamblea también aprobó resoluciones (no vinculantes) que de ser implementadas representarán un importante cambio de rumbo en el destino ambiental de nuestro planeta. Entre ellas, se tomaron medidas para enfrentar la basura marina y los microplásticos, prevenir y reducir la contaminación del aire, eliminar el plomo de la pintura y las baterías, proteger los ecosistemas hídricos de la contaminación, tratar la contaminación del suelo y controlar la contaminación en las zonas afectadas por los conflictos y el terrorismo.
“No se trata solo de la ONU y los gobiernos”, explicó Solheim. “El apoyo masivo que hemos visto de parte de la sociedad civil, las empresas y los ciudadanos, con millones de compromisos de acabar con la contaminación, muestra que existe un deseo global de superar unidos este desafío global”.
La Asamblea de la ONU por el Medio Ambiente se suma a una larga lista de cumbres, conferencias y acuerdos ambientales celebrados en los últimos años. Como siempre, los grandes cambios dependen de las decisiones políticas tomadas por las naciones del mundo. Todo lo anteriormente expresado se trata de declaraciones de intenciones y promesas genéricas, sin compromisos ni obligaciones concretas para llevar a la práctica estas propuestas de mejora. Por ello la efectiva aplicación de las acciones mencionadas dependerá exclusivamente de la buena voluntad de las Naciones signatarias. Esperamos, por el bien del planeta y su futuro, que el viento no se lleve las palabras y veamos respuestas concretas de parte de los países del mundo.
Abel Sberna