El objetivo es reducir el riesgo de descarga para los animales y la cantidad de plásticos de un solo uso que terminan en basurales a cielo abierto.
Un grupo de científicos del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA), perteneciente a la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam) y la Fundación Karú Mapú desarrollan un dispositivo para prevenir la electrocución de aves en tendidos eléctricos a partir de plástico reciclado. El objetivo es atender dos problemáticas ambientales: el riesgo que representan para la fauna silvestre las líneas de distribución de energía de baja y media tensión, y la reducción de plásticos de un solo uso que terminan en basurales a cielo abierto.
“Ya tenemos el primer prototipo y la idea es que surja un dispositivo que se pueda utilizar en todo el país”, dice la doctora en Biología Beatriz Martínez Miranzo, investigadora del Conicet en el CECARA e integrante del equipo. El proyecto también contempla la producción en serie de los dispositivos, que se realizará a través de la Fundación Karú Mapú. Este emprendimiento de desarrollo productivo será el primero de La Pampa dedicado a transformar plásticos reciclados en nuevos productos.
La electrocución aviar es un problema mundial y afecta a distintas especies. En particular, los investigadores ven con preocupación el caso del águila coronada (o águila del Chaco), que se encuentra en peligro de extinción. “En los últimos diez años hemos encontrado unas diez águilas electrocutadas y quedan menos de mil en todo el mundo”, señala Martínez Miranzo.
Si bien existen algunos desarrollos que sirven para aislar cables de tendidos eléctricos y reducir esta amenaza, por ahora solo se producen en el exterior. “No hay empresas nacionales o regionales que se dediquen a hacer estos dispositivos. Sale aproximadamente 90 dólares cada uno y estamos hablando de centenares de miles de postes que necesitan ser intervenidos”, indica José Sarasola, investigador del Conicet y director del CECARA.
Todo se transforma
La otra parte del proyecto nació a partir del Programa UNLPam Sustentable, que se dedica a crear conciencia ambiental y reciclar plásticos. Empezaron recibiendo ecobotellas rellenas con plásticos de envoltorios y bolsas dentro de la universidad y al poco tiempo comenzaron a llegar de otros municipios que no tenían dónde enviar lo que reciclaban. El problema era que en La Pampa no había un emprendimiento que transformara el plástico en productos nuevos y la única opción era enviar todo a Buenos Aires, con el costo económico y ambiental que eso implicaba.
“Hoy trabajamos con 43 municipios y el volumen es impresionante. En el último envío que hicimos fueron casi 17 toneladas”, cuenta Mariana Espíndola, coordinadora de UNLPam Sustentable y cofundadora de la Fundación Karú Mapú.
La Fundación se creó para montar un emprendimiento productivo que aprovechara los plásticos dentro de la propia provincia y resolver las demandas locales. “Empezamos a investigar cómo era el proceso para hacer madera plástica y hablando con los chicos del CECARA conocimos el problema de electrocución aviar así que se nos ocurrió hacer un dispositivo aislante”, agrega Espíndola.
Ambos equipos armaron un consorcio de trabajo, participaron en una convocatoria del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y obtuvieron financiamiento. También participan la Administración Provincial de Energía (APE) y el Ministerio de la Producción de La Pampa, que se mostraron interesados en adoptar el desarrollo.
“Es un trabajo en red. Muchos del CECARA colaboramos en la parte de educación ambiental que tiene la Fundación. Además, este proyecto les sirvió para comprar la maquinaria necesaria para empezar el emprendimiento productivo”, apunta Martínez Miranzo.
Soluciones de alto voltaje
El dispositivo antielectrocución desarrollado por las y los investigadores tiene una forma cilíndrica de la cual salen dos vainas de plástico que serán las encargadas de recubrir los cables. Para llegar a un prototipo sencillo y funcional, los científicos trabajaron con diseñadores industriales. Luego realizaron distintas pruebas para evaluar las propiedades físicoquímicas del plástico reciclado y analizaron mezclas con diferentes porcentajes de distintos tipos como envoltorios, tapitas de gaseosa y envases de lavandina. “Finalmente nos quedamos con el plástico de envoltorios, que suele quedar fuera del circuito de reciclado de muchas industrias”, remarca la bióloga.
Otro aspecto importante era evaluar la resistencia a la radiación UV. Si bien los plásticos de envoltorios ya tienen aditivos anti-UV, hubo que comprobar si esas propiedades seguían ahí luego de pasar por los procesos de trituración y termofusión. También realizaron pruebas de tensión en un laboratorio de la APE, sometiendo el dispositivo a voltajes mayores al que tendrían una vez instalados.
Actualmente quedó instalado allí para ver cómo soporta la erosión de la intemperie y las condiciones climatológicas de La Pampa. “El prototipo está casi listo. Estimamos que en unos meses ya estará testeado y funcionando. El paso siguiente será pasar a la producción en escala”, afirma Sarasola.
Todavía no saben cuánto costará cada dispositivo pero estiman que será más económico que los importados debido a que la materia prima proviene del reciclaje y al hecho de que no habrá costo de importación. “Ahora estamos charlando con el Ministerio de la Producción de La Pampa sobre la posibilidad de que nos financien la producción en serie del prototipo. Estamos muy entusiasmados con la idea de desarrollar algo que sea útil para la provincia, para la preservación de la fauna y para ayudar a reducir el volumen de residuos que termina en basurales a cielo abierto”, resalta Espíndola.
Fuente: Página 12