Los recientes lanzamientos del Wanap y el TSA Banking, el avance de las denominadas Fintech -y sobretodo, el paso dado por (una de ellas) MercadoLibre al lanzar MercadoCrédito, plataforma que posibilita a las pymes, los artesanos, cuentapropistas y comerciantes que ya cursan cobros y pagos por este portal tener acceso a financiamiento, no sólo convulsionaron al sector financiero local, sino que suponen apenas “la punta de iceberg gigante por emerger”, advierten los analistas.

Es que el país, aunque se suma algo tarde a esta ola mundial, por sus características y la penetración que lograron aquí los celulares y -si la infraestructura comunicacional acompaña- puede pasar a liderar la innovación regional en el rubro pese a partir rezagado.

Se trata de un mercado en ebullición que no tardará en ganar visibilidad, lo que provocó la reacción unánime de los bancos tradicionales locales y extranjeros que se sienten en abierta desventaja, básicamente, porque mientras ellos están sujetos a férreas regulaciones (que suponen costos), los competidores tecnológicos que ingresan en la actividad por fuera de ellas cuentan con libertades que le permiten moverse más ágil y eficientemente.

El eje de la disputa está planteado con estas empresas de tecnología enfocadas a negocios financieros, pero el fenómeno luce lanzado e imparable al punto que ya son varios los que intentan un camino intermedio: el de usar una patente bancaria pero sólo para moverse en la web, es decir, prescindiendo de la red de sucursales. La era de los bancos digitales despuntó en realidad a fines de los 90 como parte del boom de las puntocom, pero se desinfló luego al pincharse esa burbuja.

Sin embargo, retomó impulso tras la crisis bancaria en los países centrales aprovechando la ola de resquemor hacia los bancos tradicionales que se generó en los Estados Unidos, Gran Bretaña y el resto de Europa y los cambios regulatorios que, buscando resguardar solvencia, volvieron a estas entidades mucho más conservadoras a la hora de prestar (algo a la vez potenciado por la recesión).

“Ese fue el caldo de cultivo, pero los que se lanzaron a aprovecharlo hicieron muy bien su trabajo. Es el caso de Atom en Gran Bretaña, que si bien comenzó a actuar como banco en 2016 (le aportó capital el Grupo BBVA) nació varios años antes operando exclusivamente por teléfono móvil basándose en la plataforma de desarrollo de videojuegos Unity para ser amigable con el cliente. O del Fidor Bank fundado en 2009 en Alemania como derivación de un foro de discusión entre usuarios de redes (Fidorsmart community) sobre los problemas para operar con la banca tradicional”, explica Walter Risi, socio de IT Advisory de KPMG Argentina.

El fenómeno, aunque se desarrolló en algunos mercados más que en otros, no conoce de límites. “Estuve en Kenia hace poco y tienen un sistema de banca móvil telefónica que no necesita de licencia bancaria y funciona de maravillas. Me tocó estar en medio de la nada en un puesto de carga de combustible y ver como nuestro guía pagó la carga con su teléfono y obtuvo cash del despachante sin tener siquiera tarjeta ni cuenta bancaria”, narra Javier Bolzico, de Fit & Proper, una consultora especializada en asesoramiento a empresas financieras para dar cuenta de la potencialidad y universalización de esta tendencia.

La explosión de la banca digital y las transacciones electrónicas se basa en la aceleración en el ingreso en el mundo del consumo de las nuevas generaciones. Y es un fenómeno que los especialistas juzgan irreversible. “Quien no emprenda el camino de la transformación digital financiera no tiene futuro”, profetiza el ingeniero Bruno Rovagnati, director de R/GA Buenos Aires empresa especializada en la intersección de tecnología, diseño y marketing que fue responsable del desarrollo de Next, el banco digital de Bradesco en Brasil.

El mayor desarrollo que empieza a mostrar en la Argentina deriva de adaptaciones legales o normativas que lo fueron facilitando. En lo genérico, la aprobación de una “ley de emprendedores”, en vigencia desde abril, que permite regularizar la situación de las plataformas de financiación colectiva y facilita la financiación vía mercado, además de facilitar la inversión de terceros en este tipo de iniciativas fomentándolas con beneficios impositivos.

Y en lo estrictamente relacionado con la actividad bancaria, las resoluciones de Banco Central (BCRA) que alientan las transferencias automáticas, permitieron la apertura de cuentas bancarias a distancia o incorporan las tarjetas de débito o las transferencias directas como medios de pago de transacciones electrónicas.

O las iniciativas con que intenta asegurar que el dinero electrónico gane participación de mercado, como el sistema de pago que ya denominó Debin (por débito inmediato) e impulsa para competir con las redes Link y Banelco que obligó desarrollar a la Cámara Electrónica de Compensación (Coelsa).

A esto se agrega que el país cuenta con “un nivel de emprendeurismo muy alto y una comunidad tecnológica fuerte, lo que hace que haya un territorio fértil para esa expansión”, augura Risi. Sin embargo, aún hay mucho por adecuar. “Sigue habiendo normas algo confusas sobre cómo se aprueba una transacción o se da por válido un mensaje. La legislación va detrás de la innovación tecnológica”, advierte Rovagnati.

Según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico en 2016 ya 21% de las operaciones de compra se cursaron online “y esto va a crecer mucho de ahora en más, simplemente porque hasta aquí no bastaba que una persona tenga cuenta bancaria para transaccionar por la web: debía tener (además) una tarjeta de crédito.

Este cambio universaliza la posibilidad de cursar pagos a todos los bancarizados, ya no a una parte de ellos”, ejemplifica Matías Fainbrum, gerente regional de Ingenico ePayments, un grupo francés que fabrica terminales POS y procesa pagos online aquí, por caso, para la empresa de taxis Cabify y a Despegar. La novedad en el mercado local es el lanzamiento de dos bancos puramente digitales: Wanap, de la Corporación América, y TSA-Banking, que se monta sobre la estructura de la financiera Multifinanzas y estarán operativos en los próximos meses.

Ambos tienen por intención tener a los celulares como su hábitat natural. “Quien quiera hacerse cliente del banco tendrá que mandar una foto guiñando el ojo o sacando la lengua. Será una de las etapas para lograr la validación u quedar habilitado a operar con la app”, explicó Guillermo Francos, quien comandará Wanap. “El proceso no lo tenemos definido, pero se apoya en esos programas de reconocimiento biométrico de validación que mezclan imagen con prueba de vida”, dice Stefano Angeli, del rosarino Grupo Transatlántica que tiene a su cargo el desarrollo del proyecto que será solo digital para individuos (vía celular o home banking) pero incluirá un servicio de medios de pago online para comercios y una banca corporativa con anclaje en las tres sucursales que tiene en Rosario, Córdoba y la Capital Federal, “porque hay trámites que las empresas aún no tienen permitido hacer remotamente”, explica. Pero hay otros proyectos en carpeta, uno liberado por el expresidente del Citibank en Argentina, Juan Brouchou (quien lo encararía en sociedad con el ex cofundador de “Bumeran”, Diego Pando) y otros que replicarían la estrategia de Transatlantica, es decir, se apalancarían en bancos o financieras que hoy son de segundo piso o nicho para volcarse a la actividad digital. “Es que el avance de tecnologías les da la posibilidad de disputar un espacio de mercado que, por la inversión que se necesita, no podrían enfrentar para crecer por la vía tradicional”, dice Risi aludiendo a los US$ 1200 millones, por caso, en que está valuó para su venta el Banco Patagonia y los apenas US$ 15 millones con que TAS se pondrá en cancha. A estas nuevas aproximaciones al negocio bancario hay que sumar el pujante universo de las Fintech, empresas que se sirven de la tecnología para ofrecer servicios financieros, sin necesidad de requerir una patente de banco. Según un relevamiento realizado por Finnovista, una organización volcada a acelerar el desarrollo de empresas de servicios financieros digitales, a mediados de 2016 ya operaban en el país unas 60 compañías de este tipo. Afluenta, MercadoPago y Moni, están entre las más conocidas pero son muchas más. Sin embargo, hoy se calcula que esa cifra ya se ha duplicado y este crecimiento tenderá acelerarse de aquí en más. El paso que blanqueó recientemente una de ellas (Mercado Libre) al lanzar MercadoCrédito (comenzó a dar créditos hace un año, pero recién en abril pasado lo anunció públicamente) fue lo que alteró el ánimo de los banqueros locales y los hizo elevar al BCRA quejas por lo suponen una “competencia desleal”. “A los bancos nos exigen muchos papeles para conceder un préstamo mientras estas plataformas los entregan con mínimos requisitos. Queremos que se nos iguale y nos dejen prestar a quien querramos según nuestra evaluación”, lanzó hace unos días el presidente de Adeba (cámara que agrupa a los privados de capital nacional) Jorge Pablo Brito. Días antes su par, ABA (que reúne a los privados extranjeros), había elevado una queja similar. Para Martín de los Santos, vicepresidente de MercadoCredito, el planteo de la banca local tradicional es erróneo porque intentan equiparar a quien hace “intermediación financiera” con quien no la hace. “Creamos un mecanismo para financiar a usuarios de MercadoLibre porque detectamos el 75% de quienes producen algo y venden por el sitio tenían necesidades de financiamiento insatisfechas pese a que para operar tienen que tener alguna cuenta bancaria. Por eso generamos un sistema de scoring que mezcla más de 300 datos sobre su comportamiento para ofrecer proactivamente créditos (N. de la R: no es una opción abierta a cualquier cliente de ML) y ya llevamos otorgados unos 4500 préstamos por un total de $ 400 millones que se originaron en capital propio. Hacemos inclusión financiera, no intermediación”, explica. Alejandro Estrada, que conoce el negocio desde las dos veredas (fue accionista del Banco Privado y luego pasó al mundo fintech con Dinero Mail -y que ya vendió y hoy Moni (que se opera desde el celular y ya concedió $ 300 millones en pequeños préstamos) e iBillionario (que permite a pequeños inversores replicar estrategias de gurúes financieros) abona esta mirada. “Empresas que prestan a sus clientes para impulsar sus ventas hay miles y desde hace tiempo. Lo hacen las automotrices, las cerealeras y nadie pone el grito en el cielo. La queja de los bancos olvida que ellos tienen el privilegio de tomar dinero del público a costo casi cero, al cursarse el pago de salarios por cuentas y de los depositantes y es por eso que el BCRA, que debe velar por el cuidado al ahorro, porque sin ahorro no tendremos nunca crédito, les fija estándares por cumplir a la hora de prestar”, señala. Pero en los bancos apuntan que los argumentos de los fintech para evitar las regulaciones son falaces. “Es falso que no intermedian dinero: MercadoLibre tiene un gap de 14 días promedio entre cobros y pagos, es decir, trabaja con dinero de terceros. Así que si se van a lanzar a prestar lo que pedimos es igualdad de condiciones: que tengan que publicar el Costo Financiero Total (CFT) de sus créditos y que si no los regula el BCRA lo haga Defensa del Consumidor”, apuntaron desde el Santander Río. Con todo, conscientes que deberán convivir con este fenómeno, los bancos ya comenzaron a diseñar estrategia para acoplarse a él. Uno de los más activos al respecto es el Banco Galicia que generó un Laboratorio de Innovación que trabaja en una serie de desarrollos y hasta realizó un hackathon (que repetirán este año) para abrirse al aporte de otros programadores. “Trabajamos en una serie de prototipos para generar soluciones operativas para nuestros clientes. Ya más de la mitad de ellos operar por la web y 400.000 usan nuestra app relanzada hace 7 meses y que te permite hoy, por ejemplo, comprar o vender dólares fuera del horario del mercado cambiario y a la que buscamos hacer operativa también por voz. En los últimos 15 días por ese canal se movieron el 10% de las transacciones cambiarias y un cuatro de ellas fueron realizadas aprovechando este horario extendido, lo que habla de una base de cliente que aprecia las soluciones operativas”, dice Emiliano Porciani, su gerente de banca digital. Otros enfrentan a la amenaza de las fintech con iniciativas grupales. Es el caso de los bancos Macro, Patagonia, Comafi, Industrial y Supervielle que planean confluir en una plataforma de préstamos online. La transformación de la industria financiera Antecedentes: A nivel mundial, los primeros pasos en materia de desarrollo de la banca digital datan de fines de la década del 90, en tiempos de auge de las puntocom, y en los últimos años la movida tomó nuevo impulso de la mano de la universalización de la telefonía celular. Pioneros: Para los próximos meses ya están confirmados los lanzamientos de los primeros dos bancos 100% digitales en el mercado argentino: Wanap, de la Corporación América, y TSA-Banking, que se monta sobre la estructura de la financiera Multifinanzas. Avanzada fintech: En la industria financiera además es visto con una combinación de recelo y preocupación el desembarco en su negocio de MercadoLibre con su propuesta MercadoCrédito, que acaba de anunciar que ofrecerá financiamiento a pymes, comerciantes y cuentapropistas. Competencia: Los bancos tradicionales se quejan de que están en condiciones menos ventajosas frente a las fintech debido a las fuertes regulaciones del Banco Central que enfrentan a la hora de otorgar un préstamo y que no se aplican para los competencia online. Contraataque: Frente al ingreso de los nuevos jugadores, la banca también se prepara para incursionar en el terreno digital desarrollando nuevas aplicaciones y a través de la puesta en marcha de sus propios laboratorios de innovación. Emprendedor: En el sector destacan que el mercado argentino es un terreno especialmente fértil para el desarrollo de propuestas e iniciativas de banca online porque el ecosistema emprendedor está muy arraigado y la comunidad tecnológica local es muy fuerte.

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