El concepto de “Día de la Mujer”, todo rosa, repleto de flores y bombones, lentamente es desterrado para recuperar el espíritu original de esta fecha. El feminismo se planta y discute los viejos arquetipos, interpela la configuración de la relaciones interpersonales, destierra las estructuras binarias y se pelea con el capitalismo. Las mujeres no queremos flores, bombones o agasajos; queremos derechos, queremos participar en política, queremos ocupar lugares de decisión que han sido reservados históricamente para los hombres. Queremos poder y vamos a disputarlo.
El feminismo no está de moda, ni es una novedad. De hecho tiene una larga trayectoria en el mundo y en la Argentina. Podemos recordar a Julieta Lanteri, quien en 1911 decidió que tenía derecho a elegir a sus representantes y ese mismo año se convirtió en la primera mujer sufragista de nuestra historia. Después se convirtió en la primera mujer candidata, mucho antes del voto femenino. Pocos recuerdan a la Dra. Lanteri porque el patriarcado es caprichoso y es el redactor de de la historia.
Durante 2017 se sancionó en el Congreso Nacional la ley de paridad de género. Tuvieron que pasar más de 100 años para lograr la equidad en la representación política y, para conseguir la aprobación de la ley, mujeres de diversos partidos políticos formalizaron una alianza a espaldas de sus compañeros varones, porque eran ellos los que obstaculizaban la paridad. Esto evidencia la falta de consenso que hay dentro de los partidos políticos sobre la agenda feminista y también que machirulos, hay en todos lados. Un ejemplo de resistencia contra el camino hacia la igualdad de género es la actitud de los ediles que integran el el Concejo Deliberante de Ushuaia.
El feminismo, sin dudas es uno de los movimientos más cuestionados. Cuántas veces escuchamos o leímos frases como: “¿Y por qué no se solidarizan con ella?” o “¿Y sobre esto no van a decir nada?” La respuesta a esas frases es tan hermosa como contundente: “Cállese la boca, usted hombre, blanco, heterosexual y vaya con todos sus privilegios a mansplaniar a otro lado”. Para los escandalizados después de leer esas líneas, vale la aclaración. El feminismo no va a permitir que le digan qué hacer. Lo que resulta curioso es que, por ejemplo, a una organización ambientalista, que pelea por el bienestar de determinado mamífero, no le piden que pelee por un árbol, un pez o un insecto. ¿Será que lo que molesta en el fondo es justamente que las mujeres vienen, después de años de postergación, a reclamar por el 50 por ciento del poder?
El 8 de marzo las mujeres paramos en diferentes puntos del planeta, para reclamar por un mundo más justo y más igualitario. Y cuando decimos “igualitario” es de verdad, es en la práctica, y no en los carteles, ni en los banners. En Ushuaia, la concentración es a partir de las 17 hs en la intersección de Don Bosco y San Martín, después de la marcha se leerá un documento con los reclamos locales, que incluirán la paridad de género en el Concejo Deliberante, la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en otros puntos.
Las actividades de la jornada comenzaron con una vigilia en la cooperativa Renacer, porque el feminismo también discute el capitalismo.
Luz Scarpati