En marzo se quedaron sin trabajo. Como al resto de los habitantes, una estricta cuarentena los encerró. Buscaron mantener su mente ocupada y generar ideas que impacten en lo económico.
El 14 de marzo, el cierre de los parques nacionales llegó a cada rincón de Argentina.
El Mercadito de Emprendedores es una de esas ideas formadas durante la peor parte de la cuarentena.
“Cada uno en lo suyo, empezamos a hacer algunos emprendimientos, hasta que nos dimos cuenta que éramos muchos y nos organizamos”, cuenta una de las integrantes del grupo.
Son guías de turismo que luego de que se fueran los turistas, se quedaron sin trabajo y con mucho tiempo libre.
Hace tres meses, el municipio convocó a unos 70 profesionales para firmar un acuerdo de prestación de servicios para que realizaran una campaña de concientización ambiental en barrio de la localidad, muestra de la necesidad económica del sector.
Se estima que son casi 200 los Guías de Turismo que residen en El Calafate.
Las ideas confluyen ahora en una feria itinerante que recorre diferentes puntos de la ciudad.
El fin de semana se realizó la tercera edición en un hostal de la ciudad, luego de dos experiencias anteriores en diciembre.
Por ahora el mercadito se organizará una vez por mes, pero mientras tanto, sus integrantes venden mediante redes sociales.
“Esto nos ayuda a tener nuestra mente ocupada y tratar de generar algún ingreso. Ahora hay algo de trabajo pero no para todos”, comenta a EL ROMPEHIELOS Mariana García.
Tejidos, jabones, construcción de adornos con madera reciclada, confecciones en tela, velas, entre otros, son elaborados de manera artesanal por casi una veintena de guías, y puestos a la venta para locales y turistas que en enero comenzaron a llegar a El Calafate.
La gran mayoría son mujeres que coinciden en comentar que comenzaron a elaborar sus productos por necesidad de ingresos, pero fundamentalmente “para hacer algo”.
“Comencé en julio por curiosidad y para conseguir algo que me mantuviera activa y dinámica, empecé desde cero. Ahora hay que encontrar el tiempo porque me interesa seguir”, comenta otra guía, también de nombre Mariana, que dio origen a productos de biocosmética llamados Saponina.
Cecilia profundizó sus conocimientos y militancia en los meses de encierro, y a las ya conocidas copitas menstruales le sumó toallitas de tela que reemplazan a las descartables, algo más que una simple venta porque explica un nuevo concepto femenino.
Melisa dice que “no quedó otra”. Tenía una máquina de coser heredada de su madre modista, pero sin práctica. Comenzó a confeccionar barbijos con fotos del glaciar, toallas de mano, repasadores, y delantales, y almohadones bordados entre otras cosas. “Voy aprendiendo sobre la marcha”, dice.
Todos quieren seguir con sus emprendimientos, más allá de la profesión elegida. Descubrieron o profundizaron un gusto a una actividad diferente, pero también saben que la temporada turística, ésta en especial, es corta, no hay trabajo para todos y se vaticina otro invierno duro en lo económico.
Estimaciones de la Asociación de Guías indican que no son más de 20 los guías que en estos días tienen trabajo en relación de dependencia y que hay entre 90 y 100 que lo hacen con la manera “free lance”, con un bajo promedio de días trabajados.
Sergio Villegas