Navegaron a bordo del rompehielos ARA “Almirante Irízar” hasta la Base Antártica Conjunta Orcadas donde brindarán apoyo a los programas de investigación científica.
El 29 de enero, al zarpar desde la ciudad de Ushuaia, el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, inició la segunda etapa de la Campaña Antártica de Verano (CAV) 2022/23 llevando a bordo a las dotaciones entrantes de las Bases Antárticas Conjuntas Orcadas y Belgrano II, junto a un grupo de científicos que concretarán sus estudios en las distintas bases de nuestro país.
Entre los integrantes de la nueva dotación de la Base Antártica Conjunta Orcadas se encuentran los guardaparques nacionales Mariano Odetti y Facundo González Díaz, quienes se suman a la generación de guardaparques que hace más de tres décadas participan de la actividad científica en el continente antártico y llevan con orgullo la distinción de “Expedicionarios al desierto blanco”.
Todo este camino recorrido tiene sus antecedentes en los investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) que iniciaron en 1984 diversos programas anuales de investigación y monitoreo del ecosistema, en el marco de convenios internacionales y de compromisos con la Comisión Internacional del Tratado Antártico, requiriendo que quienes lo realizaran invernaran en la base.
El pionero de los guardaparques invernó en Orcadas en 1990, participando en el equipo científico. Al año siguiente, el Instituto Antártico Argentino (IAA) junto con la Administración de Parques Nacionales (APN), firmaron un convenio para que colaboren con los programas de investigación en las bases Orcadas, Esperanza y Jubany (actual Carlini), que llevan adelante proyectos científicos desplegados en el terreno durante el invierno.
A partir de ese momento, la APN realiza una rigurosa selección de guardaparques mediante concurso de antecedentes, para que participen de las CAV y de las invernadas en entornos donde tienen la posibilidad de trabajar en condiciones climáticas extremas y desarrollar su capacidad técnica en el marco de proyectos de investigación nacionales e internacionales.
Es así que nuestro país es el primero a nivel mundial en enviar guardaparques de manera ininterrumpida al continente blanco, el área de conservación internacional más importante del mundo.
Rigurosa selección
En septiembre del año pasado, la APN sacó una convocatoria de la cual participaron alrededor de 600 guardaparques que estaban cumplían con los requisitos básicos. Sólo dos quedarían seleccionados.
Para concursar, los postulantes debían contar con experiencia en navegación y carnet de timonel, práctica comprobada en actividades de montañismo y esquí, además de haber participado en proyectos de investigación de campo. Aptitudes que, sumadas a una cierta adaptación a lugares aislados, hacen de los guardapaques el personal capacitado y adaptado para los trabajos que se deben desarrollar en un lugar como la Antártida.
Un mes después, Odetti y González Díaz recibieron la noticia de que habían sido seleccionados y comenzaron rápidamente los preparativos para vivir durante más de un año en una base permanente junto con personal de las Fuerzas Armadas.
“Nuestro trabajo nos va dando día a día las herramientas para poder ejecutar todo lo que conlleva el trabajo antártico, como supervivencia en ambientes nevados, navegación y apoyo a la investigación”, explicó Facundo González Díaz y agregó que “la formación de guardaparques es ideal para el terreno y para hacer patrullas o recolección de muestras”. Su preparación para ingresar a Parques Nacionales involucró cursos sobre manejo de cuerdas, navegación en aguas abiertas y cerradas, supervivencia en ambientes agrestes, rescate y primeros auxilios en zonas agrestes; armas de fuego, esquí, tránsito en glaciar y escalada en roca y en hielo, entre otras.
“La base Orcadas en apariencia es un ambiente muy similar a este. Estamos a mil kilómetros de distancia y acá el frío, y todo lo que conlleva el relieve montañoso mezclado con el ambiente marino, es bastante parecido”, explica Facundo respecto al Parque Nacional Tierra del Fuego en Ushuaia, donde estuvo destinado estos últimos cinco años. Allí brindó apoyo a la investigación del Centro Austral de Investigación Científica con el estudio del monitoreo y la conservación del Huillin, especie de nutria nativa de la Patagonia, que se encuentra en peligro de extinción.
Mariano Odetti, por su parte, trabajó en el Parque Nacional El Impenetrable en Chaco, que tiene condiciones totalmente diferentes a un ambiente antártico, pero durante su adiestramiento tuvo un período de prácticas en Parques Nacionales del norte y del sur, como el de Nahuel Huapi (Río Negro) y Lanín (Neuquén). También formó parte del proyecto de reintroducción del yaguareté y la tortuga yabotí (la más grande de Sudamérica), ambos en peligro de extinción, y colaboró con proyectos de biodiversidad, comportamiento de bosques nativos y en la redistribución del ciervo de los pantanos, entre otros.
Justamente, sus participaciones en tareas de apoyo a la investigación fueron aspectos claves a considerar para ser seleccionados, cumpliendo para Facundo ese sueño que lo motivó a ingresar a la APN: “Ir a hacer soberanía y apoyo a la investigación, y trabajar para nuestro país. Una oportunidad única”.
Mariano tuvo entre sus docentes a un expedicionario antártico que le transmitió esa inquietud: “Poca gente tiene la posibilidad de ir a trabajar y llegar a un lugar donde ni siquiera el uno por ciento de la población Argentina lo puede hacer. Sentir que uno está haciendo soberanía sobre su país es realmente emocionante”.
Apoyo a proyectos científicos
La base Orcadas cuenta con un Laboratorio Antártico Multidisciplinario (LABORC) que concentra las actividades científicas, principalmente investigaciones sobre glaciología continental y marina, sismología y observaciones meteorológicas; estas últimas de manera continua desde 1903.
Los guardaparques González Díaz y Odetti, como técnicos de campo y en colaboración con personal militar dependiente del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR), llevarán adelante nueve proyectos de investigación del área de biología y de geofísica, que hay en la isla Laurie -base Orcadas-.
Entre los proyectos científicos a desarrollar para el IAA figura el muestreo para monitoreo del plancton marino antártico y subantártico, y de biología trófica de aves antárticas con efectos evidentes del calentamiento global, monitoreando los parámetros claves del ciclo de vida de los pingüinos Adelia y Barbijo; entre otros. Asimismo deberán recolectar material biológico como aerópilas, muestras fecales o de sangre, plumas, cráneos, etc. que una vez replegado al continente serán analizados.
A éstos se suman los proyectos de laboratorio seco: geodesia, sismología e informática. Varios cuentan con compromiso internacional: el GPS del proyecto de geodesia antártica fue impulsado por Estados Unidos a fin de obtener cartografía más precisa y actualizada para una navegación cada vez más segura en la Antártida. La estación sismológica fue instalada por Italia para el proyecto “Red Sismológica Antártica”, para aportar datos para la red de monitoreo sísmico internacional IRIS (Incorporated Research Institutions for Sismology).
Si bien el método de exportación de los datos obtenidos es automático -por medio de satélite-, se debe corroborar el envío efectivo de los mismos y, por respaldo, se efectúa un back up de esa información. Esas investigaciones son muy importantes para obtener información estratégica, como la predicción de sismos y sobre el movimiento de las placas tectónicas.
Muchos de los proyectos tienen seguimientos periódicos y, después de cada intervención en campo, se debe elevar un informe al Jefe del mismo. Mientras que otros sólo requerirán que, una vez finalizada la campaña, se envíe un informe con los datos recabados.
Este año, además, se desplegará durante la tercera etapa un guardaparque para que participe de las tareas de conservación en el Sitio y Monumento Histórico Refugio Suecia (SMH38) en la isla Cerro Nevado, donde invernó en 1903 el alférez José María Sobral como integrante de la expedición liderada por el científico sueco Otto Nordenskjöld.
Durante la próxima CAV, el rompehielos replegará a la dotación saliente de Orcadas y en esa oportunidad ambos guardaparques, que ya vivieron la experiencia de estar a bordo, volverán a subir al “Irízar”. “No todo el mundo tiene la suerte de tener un buque como éste que cumple tareas de forma excepcional. La verdad que nos sentimos muy orgullosos de que sea nuestro”.
Fuente: Gaceta Marinera