Por primera vez, científicos detectaron en aguas patagónicas a Botrylloides diegensis, una ascidia colonial originaria del hemisferio norte. El hallazgo encendió alertas sobre su posible impacto ambiental y la necesidad de reforzar el monitoreo costero.

Un tapiz marino que nadie esperaba

No estaba en los registros locales ni en los planes de vigilancia, pero apareció. En los pilotes del muelle Almirante Storni de Puerto Madryn y también, por primera vez, en las rocas del intermareal de Punta Cuevas. Allí se asentó Botrylloides diegensis, una ascidia colonial que crece como un tapiz sobre superficies sumergidas y que hasta ahora solo se había identificado en el hemisferio norte, en zonas como Japón y el Canal de la Mancha.

El descubrimiento lo hicieron investigadores del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR-CONICET) junto a colegas del Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” de La Plata. Tal como informara el CENPAT-CONICET, se trata del primer registro de esta especie exótica en el Atlántico Sudoccidental, un dato que plantea interrogantes sobre su origen, expansión y posibles consecuencias en los ecosistemas marinos patagónicos.

Las ascidias, conocidas también como tunicados, son invertebrados filtradores que viven fijos a superficies duras. Esta en particular —B. diegensis— forma colonias visibles a simple vista y podría haber llegado adherida al casco de algún buque o a estructuras flotantes.

El desafío de anticiparse a lo invisible

Aunque por el momento no se registran impactos negativos, los especialistas advierten que el monitoreo debe intensificarse. B. diegensis compite por espacio con otras especies sésiles nativas y, en otros países, algunas ascidias similares han generado inconvenientes en estructuras destinadas a la maricultura.

“La detección temprana es clave”, explicó Clara Giachetti, becaria del CENPAT, quien forma parte del equipo de investigación. Desde su perspectiva, conocer qué especies habitan la costa permite actuar con rapidez ante cualquier cambio que altere el equilibrio del ecosistema.

La presencia de esta ascidia en Mar del Plata, además de Madryn, abre la posibilidad de que el vector de propagación haya sido el movimiento de embarcaciones entre puertos. Por eso, el estudio de su distribución, resistencia y expansión cobra cada vez más relevancia.

Mientras tanto, los investigadores siguen de cerca el comportamiento de esta recién llegada. El objetivo: prevenir antes que lamentar, y sostener la biodiversidad que caracteriza al Golfo Nuevo, uno de los escenarios naturales más emblemáticos de la Patagonia costera.

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