EL ROMPEHIELOS presenta el ciclo “Ningún suelo más querido”, sobre acontecimientos de la Guerra de Malvinas. Seguí este contenido todos los lunes.
El “Coto” Jorge Antonio Manresa es uno de los tantos héroes que participaron de la gesta de Malvinas. Nacido en Salta en el año 1950, egresó como Subteniente del Colegio Militar en el año 1972. Al momento del conflicto estaba casado y tenía ya cuatro hijos. Fue a Malvinas con el grado de Teniente Primero.

Durante la Guerra, participó de la batalla de Pradera del Ganso (Goose Green), la mayor batalla terrestre y una de las más terribles de la Guerra, no solo por la cantidad de caídos que tuvieron los dos bandos en cuestión (50 caídos argentinos y 19 británicos), sino también por el estado en el que se encontraban las tropas argentinas en ese momento.
Manresa estuvo a cargo de la Compañía “A” del Regimiento de Infantería 12 “General Arenales”, de Mercedes, Corrientes. La Compañía contaba con 145 efectivos, distribuidos en 3 secciones, las cuales estaban a cargo del Subteniente Bracco, el Subteniente Malacalza y el Teniente Garra.
Ese 27 fue un infierno
“El 2 de Abril me entero de la recuperación de las islas. Yo estaba de oficial de semana en el Colegio Militar (Instructor de cadetes de cuarto año). Ahí me enteré que las habíamos recuperado… Una gran alegría.” dice Manresa, empezando a contar su historia.

Después de una semana, lo asignan como Jefe de la Compañía A del Regimiento de Infantería 12 “General Arenales”, de Mercedes, Corrientes.
Cuando llegó a Mercedes, le ordenaron que fuera, junto al Regimiento, a cubrir un sector de frontera en Santa Cruz (un territorio entre Río Turbio y Río Gallegos), como medida preventiva.
“Habían indicios de que los chilenos iban a atacar“, apunta Manresa.
Cuenta que la Compañía A tenía soldados recién incorporados, sin instrucción. Pensó que en un mes en Santa Cruz a los nuevos los podía transformar en leones. Algunos soldados tenían la primaria completa, otros eran analfabetos, y para todos esta experiencia era algo novedoso.

En Caleta Olivia, antes de llegar a destino, el Jefe del Regimiento, Teniente Coronel Ítalo Piaggi, les dio una noticia que nunca hubieran imaginado.
“Íbamos a cruzar a Malvinas“, cuenta el veterano Manresa. Quedaron conmocionados y con una euforia indescriptible.
Alrededor del 20 de abril, comenzaron el cruce a Puerto Argentino.
Por la mala planificación, moneda corriente en varios tramos de la Guerra, el equipamiento esencial del Regimiento (las armas pesadas, las pilas de los equipos de comunicación y gran parte de las palas para cavar trincheras) quedaron en el continente.
“Cada sección que cruzaba a las Islas tendría que haber cruzado ya lista para entrar en combate, y no como un fusilero. Tácticamente fue un error; estratégicamente otra decisión desacertada producto de la improvisación“. Un mes después terminarían cavando las posiciones con el sable bayoneta de los fusiles y el jarro provisto para tomar líquido.
Las posiciones que ocuparon al principio fueron cerca de la pista de aterrizaje en Darwin. El primero de mayo empezó la defensa alrededor de la pista. Esta posición la ocuparon hasta el 22 de mayo.
No fueron días tranquilos, ni mucho menos. Los ingleses se hacían presentes de una forma u otra, cosa que hacía imposible la instrucción a los soldados a su cargo.
¨Dar instrucción es juntar un grupo de soldados, y eso era un certificado de defunción si había un ataque aéreo en ese momento.”
El 22 de mayo ya había pasado un día desde que los ingleses habían desembarcado en el Estrecho San Carlos, y, adelantándose a una orden que nunca había llegado, modificó el sistema defensivo.
“Cuando los ubiqué en el nuevo sector defensivo me fui a ver al Jefe de Regimiento para darle la novedad… Fui pensando que me iban a sacar a las trompadas y recibí un halago“. La reacción lo preocupó, y volvió más desilusionado que contento.
Durante 4 días, cavaron trincheras y fortalecieron posiciones de defensa. “Podemos llegar a decir que estaba aceptablemente bien organizada, los pozos tenían la altura que correspondía, estaba bien despejado el campo de tiro y habíamos conseguido 20 minas antipersonales de la Fuerza Aérea.”
Sin embargo, el estado de las tropas distaba mucho de ser el indicado para afrontar una batalla como la que se avecinaba.
“La verdad es que no dormíamos, porque sabíamos que se venían los ingleses. Los soldados estábamos muy débiles. Un jefe de mi sección encontró un día a dos soldados comiendo carroña, resto de aves, por el hambre que había. Se comía una vez por día, una especie de, llamémosle sopa de fideos, porque cada vez que un soldado encontraba un fideo en la ración (que llegaba, aparte, fría) aplaudían como quien en un polígono de tiro hacía un blanco“.
Tal era así que el capellán del regimiento una vez le dijo “yo te absuelvo y te autorizo moralmente para que mates un cordero por día para alimentar a tus soldados, porque la vida de un hombre es mucho más importante que cumplir una orden pelotuda que viene de Puerto Argentino“.

El 25 al mediodía la situación tomó otro color.
“Me llaman del puesto de comando y me imparten la orden de que nos movamos 4 kilómetros para adelante. Mientras me daban la orden, yo miraba la única carta topográfica que había, y caía en una hoya, en un bajo… Me puse loco, me agarré a los gritos, le dije que no tenía problema en cumplir cualquier orden, pero que sean órdenes lógicas, estaba cayendo en una hoya, no iba a ser tiro al blanco, iba a ser tiro al boludo, y el agravante es que alrededor eran todas alturas.“
El 26 a la mañana se adelantaron las posiciones, y los ingleses estaban más cerca todavía.
Al mediodía vuelven a llamarlo al puesto de comando y le ordenan hacer un ataque de desarticulación hacia el Cerro Alberdi (altura de 750 metros).
“Otro ataque de caspa, de bronca y de no poder creerlo… ‘¿Ustedes saben cómo está mi tropa? Son soldados famélicos, casi sin instrucción, llegamos esta mañana a esta posición, no tenemos las posiciones preparadas…’”
“Yo pensaba, ‘hasta acá llegaste…’ Era un ataque que tenía que hacerse de noche, sin apoyo de ningún tipo.”
“Oscureció y salí con dos secciones, lo dejé al Teniente Garra y me fui con la segunda y la tercera sección, de Malacalza y Bracco, respectivamente, a hacer el ataque de desarticulación.”
Un ataque de desarticulación es romper y destruir la mayor cantidad de enemigos posible y rápidamente regresar. Si esa operación (el ataque de desarticulación) pusiese en peligro la operación principal, que era la defensa, ese ataque no se tenía que realizar. Y ni siquiera se habían terminado de cavar las posiciones defensivas…

Salí para allá, era de noche.
Llegamos encolumnados, desplegados en cadena, llevando el fusil cargado, con el proyectil en la recámara, sin seguro y listo para disparar.
A mitad de altura, sin conocer el terreno, subiendo el cerro, un soldado se cae y se le escapa un tiro.La operación quedó descubierta, así que a partir de ahí toda la sección empezó a abrir el fuego hacia la altura donde supuestamente estaba el enemigo.
A los cinco minutos de estar abriendo el fuego ordeno el alto, expectante.
Al ver que no había ninguna reacción no seguí hasta la altura y regresamos.Llegamos cuando estaba despuntando el día, a eso de las 9 de la mañana a las posiciones.
El 27 ya llevábamos dos largos días sin dormir y prácticamente sin comer. La Fragata Arrow, que estaba en apoyo directo con los ingleses estuvo bombardeándonos. El sector eran 1200 metros, o sea que era un poco más acá o un poco más allá… Y los aviones ingleses, pasaron por lo menos 3 o 4 veces descargando las bombas y después pasaban ametrallándonos. Iban tan bajo que le veíamos el casco al piloto. Pasaban porque sabían que en ese lugar no teníamos armas antiaéreas.
Se hizo el 28 a la madrugada y nos atacaron.
Cuando se produce el ataque inglés el cielo de repente se iluminó por las trazantes de los ingleses que disparaban sobre nosotros.
Efectivamente fue tiro no al blanco sino al boludo.
Ellos tenían visores nocturnos, nosotros lo único que podíamos ver era de dónde nos disparaban y abrir fuego ahí.
Lo único que pude hacer fue repartir órdenes claras y fáciles de cumplir.
Éramos 3 secciones, más o menos 140 hombres, sin apoyo de fuego, sin medios de comunicación, sin visores nocturnos, mal alimentados, sin descanso… Ellos eran un regimiento, cuatro compañías de infantería (600 hombres), con el doble de ametralladoras, con el apoyo directo de fuego de una batería de artillería de campaña, con la Fragata Arrow, con visores nocturnos, descansados, bien alimentados, con misiles Milan…La relación de poder de combate era 18/20 a 1. Estábamos enfrentando a la tercera potencia de la OTAN…
Inicio el repliegue hacia las posiciones de Darwin (las posiciones del 22 de mayo). La tercera sección llegó con 14 hombres, la primera sección con 13 y a la media hora llegó Malacalza (la segunda sección) con 15 hombres.
Era tal la presión que estaba recibiendo Malacalza que tuvo que replegarse a través del campo minado que habíamos preparado una semana antes. Fue caminando adelante, diciendo a los soldados que pisen donde él había pisado…
Entre las 3 secciones formábamos una.
Finalmente, cayeron prisioneros de los británicos.

PG: Prisioneros de Guerra, POW: Prisoners of War. En este galpón estuvieron prisioneros las tropas argentinas.
Después de haber estado cautivo, habiendo comido dos veces por día durante 2 semanas, llegó a su casa y pesaba 15 kilos menos.
“Hace 2 o 3 años me crucé con el Teniente Coronel Bracco, mi Subteniente Bracco (jefe de una de las secciones de la Compañía A) y me dijo, ‘¿Se da cuenta que estuvimos 3 días sin comer y sin dormir?’ Yo la verdad es que no me acordaba, pero es así. Vivíamos a adrenalina.” agregó el veterano Manresa.
“En todas las charlas que brindo, hay dos cosas que siempre digo. La primera es que, en la primera página del Reglamento de Adiestramiento Operacional, que es doctrina del Ejército, está escrito ‘La razón de ser del Ejército es prepararse para la guerra’, cualquier otra acción en época de paz que hagamos, estaría bastardeando nuestra misión principal. La segunda es que creo que la imprevisión es negligencia, sobre todo en el más alto nivel y debe ser considerado un delito. Los altos mandos tendrían que haber sido juzgados mucho más duro por no tener conciencia y no preparar la tropa como correspondía.”
Francisco Fernández Arroyo
Imágenes: Libro “El Grito Sagrado” Capítulo “Héroes de la patria”, de Gonzalo Prados
Este ciclo está compuesto por material fotográfico de EL ROMPEHIELOS, recolectado en las Islas Malvinas, e historias destacadas de algunos protagonistas de nuestra historia.
