EL ROMPEHIELOS presenta el ciclo “Recuerdos de Malvinas”. Seguí estos relatos todos los domingos y miércoles.
El siguiente fragmento pertenece al libro LA NOCHE QUE SONÓ LA ALARMA (inédito). En esta ocasión, en exclusiva para los lectores de EL ROMPEHIELOS, Alfredo Ferreira, quien era dueño de la confitería El Zorba, nos cuenta su experiencia.
En los boliches de la noche
En esos días de guerra, el trabajo en la confitería era normal. A la noche, los muchachos (que en ese tiempo se salía mucho de noche) venían y estaban ahí, y nosotros trabajábamos hasta la madrugada, hasta el cierre de los boliches de la noche. La gente seguía viniendo como siempre: salían del boliche y se venían a comer su tostado, su lomito o su desayuno.
A las 5 de la mañana El Zorba estaba trabajando.
En esos días se trabajaba muy bien, había mucho trabajo.
En esa época estaban las pruebas de las sirenas y las alarmas, hasta que un día dijeron: se terminaron las pruebas; a partir de ahora, si es que suena, es porque realmente va a haber un ataque o algo de parte de los ingleses.
Y estábamos trabajando un día y de repente sonó.
Al sonar la alarma todo el mundo intentó irse, pero el mozo no los dejaba salir hasta que no le pagaran.
“Pagame la mesa porque sino lo tengo que pagar yo”.
El mozo era Marcelo Vergara (hoy trabaja en la municipalidad). Había sido infante de marina y ya no estaba en la fuerza.
Cuando sonó la alarma, nos quedamos con mi esposa en la cocina apoyados en la mesa, esperando que pase lo que tenía que pasar.
Pensé que mi esposa iría a gritar, pero no, para nada. Calladita, tranquila, se quedó conmigo esperando. Y nos quedamos ahí y no pasó nada.
La noche en que sonó la sirena, cuando paró todo y vi que no pasaba nada, salí a buscar al jefe de manzana. Lo veo, y le pregunto qué es lo que hay que hacer ahora.
“¿Qué se yo?– me dijo –Yo me voy a mi casa.“
Y se fue el jefe de manzana.
¡Una seguridad bárbara!
Fede Rodríguez
Ilustración: Germán Pasti
LA NOCHE QUE SONÓ LA ALARMA es una investigación histórica que compila testimonios de la población civil de Río Grande durante la guerra de Malvinas; cómo se vivía y se desarrollaban las actividades en los distintos sectores de la ciudad; las experiencias más variadas y personales en relación al conflicto bélico.
Sus autores son Mingo Gutiérrez, Esteban Rodríguez y Fede Rodríguez.
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